25 de septiembre de 2023

El tiempo es dinero gestiónelo bien

21 de junio de 2009
21 de junio de 2009

Daniel Galilea/EFE
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“El tiempo es oro” dice el viejo proverbio anglosajón. Para gestionarlo y ahorrarlo, algunos consejos “de 18 quilates” que suelen darse habitualmente son mantenerse ocupado, ya que mientras uno está atareado no se aburre ni gasta dinero, o encontrar actividades de ocio que no estén reñidas con el bolsillo, lo cual no es tan difícil como parece si busca con decisión.

Dedicarse a uno mismo, estudiando, desarrollando nuevas habilidades, cuidando la salud física y mental, haciendo deporte, aprendiendo cosas nuevas y manteniéndose actualizado, es una de las mejores inversiones que se pueden realizar con el tiempo propio, ya que nosotros mismos somos nuestro principal recurso.

Otra “consejo de oro” para aprovechar el tiempo en vez de malgastarlo, radica en evitar lo superfluo, ya que nuestro tiempo es escaso y se acaba, y centrarse en aquello que nos produce algún provecho, descartando lo que no nos sirve de mucho, como pasar horas y horas sentado delante de la televisión.

Según el economista y escritor Fernando Trías de Bes, autor del libro El vendedor de Tiempo, es fundamental recuperar nuestro activo más valioso, nuestro tiempo, lo que equivale “a recuperar nuestra vida”.

Para Trías de Bes el primera paso radica en hacerse dueño de nuestro propio tiempo, ya que “nos pertenece, pero en ciertos momentos de nuestra relación con los otros y el sistema, comenzamos a venderlo”.

“Probablemente es imposible vivir en esta sociedad sin entregarle “parte” de nuestro tiempo, ya que el intercambio es consustancial a la actividad humana y al funcionamiento social, pero hay que tomar conciencia de “cuánto” tiempo de nuestra vida entregamos y “qué” vamos a recibir a cambio. La pregunta clave es “¿Cuánto a cambio de qué?”, señala.

También es importante, darse cuenta de que el tiempo es un bien escaso, es como “una torta, a medida que el tiempo transcurre equivale a dar porciones de ella. La torta va consumiéndose, cada vez queda menos”.

Por ello, hay que darle prioridad a lo que más te importa. En una sociedad en la que reina la urgencia y el corto plazo, en la que todo es para ya y caduca pronto, los ciclos de vida de los productos son rápidos y se vive con velocidad, la única manera de concentrarse en lo importante consiste en renunciar a lo urgente, evitando que se ponga por delante.

El economista aconseja elegir en qué aprovechar las horas: “Hay que tratar de invertir el tiempo en lo que llena, en lo que realiza, en lo que suma y construye”.

Por ello, no es recomendable embarcarse en lo que no se desea. A veces, iniciamos viajes hacia destinos que no deseamos: nos metemos en proyectos por miedo a quedarnos fuera de cosas que en realidad no nos interesan. Antes de acometer lo que sea o comprometernos, hay que preguntarse: ¿es esto lo que quiero?

Además, es importante huir de los “ladrones de tiempo”. Los más peligrosos son las personas que requieren nuestro tiempo para incrementar su cuota de poder. Incluso el poder podría ser definido como el “cociente entre el tiempo que obtengo de los demás y el que he de invertir para obtenerlo”.

También conviene escapar de las exigencias del sistema. Mantenerse al margen de las modas, los estrenos y el consumismo es cuestión de educación y confianza en uno mismo. No hay que dejarse seducir infantilmente por lo que prometen los bienes materiales. El consumo es el motor de las economías, pero se torna pernicioso cuando se convierte en exigencia: debe ser una opción libre e individual, no resultado de una presión o demanda del entorno.

Para ahorrar tiempo y dinero, Trias de Bes aconseja “discernir entre lo que nos hace falta y lo que no. Lo que no necesitamos nos hace ilusión durante muy poco tiempo. Así, descubrimos que lo obtenido no partió de un deseo esencial o consustancial a tus verdaderas pasiones o deseos más profundos”.

Para el experto es posible divertirse y disfrutar sin gastar. “Hay muchas actividades de ocio que no cuestan dinero o apenas: pasear, meditar, charlar, leer, jugar con los hijos…”.

“Si el dinero no le alcanza, reflexione. Hay dos opciones: o resignarse o superarse. Suena muy fuerte, pero es cierto: cada uno cobra o recibe lo que en su inconsciente cree que vale. Y es así porque de lo contrario se prepararía, se formaría o cambiaría”, señala el economista.