15 de mayo de 2025

No se Aprende la Lección

28 de mayo de 2009
28 de mayo de 2009

Lo que se oye decir de nuestra capital -otrora reciente ejemplo internacional de recuperación en aseo, belleza, control de la inseguridad, ventas ambulantes, expendio de drogas a la vista de todo el mundo, y organización vehicular y de transporte -, da mucha tristeza, pero sobre todo preocupa que cuando los representantes de la izquierda colombiana alcanzan el favor popular para llegar a puestos de responsabilidad política, de inmediato sale a relucir su incapacidad para administrar y enderezar lo que tanto le critican al establecimiento democrático.
 Advierto eso sí que el nieto de mi general Rojas es lo menos parecido a un izquierdista del Polo Democrático que se conozca, pues se ha criado dentro de la oligarquía bogotana más pura que existe y adora el capitalismo y los centros comerciales de la Florida que bien le han enseñado a vivir y a disfrutar en casa.
Digo entonces que a Colombia le puede suceder lo que a Bogotá en materia de  recambios políticos, pero con unas consecuencias mucho más graves, pues no es lo mismo que un mal alcalde permita el regreso desorganizado de unos vendedores ambulantes y unos expendedores de bazuco, a un presidente que permita el resurgimiento del narcoterrorismo disfrazado de subversión armada.
Yo sigo preguntándome cómo puede ser posible que haya todavía gente en Colombia que se atreve a desconocer la increíble obra que ha realizado el presidente Uribe, pero lo que más me aterra es la manera como se le descalifica, pues sus detractores no se paran en pelos para endilgarle los peores crímenes y para desprestigiarlo y hundirlo internacionalmente, ayudados, claro está, por el coro ya bien conocido de los sindicatos gringos y las irresponsables ONG izquierdistas europeas.                 
Ojala que el ejemplo de nuestra capital, hoy sumida en el despeluque, sirva a nuestros dirigentes de derechas e izquierdas para recapacitar sobre la necesidad de hacer un gran acuerdo sobre lo fundamental, tema de la predilección del finado dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado; ese gran pacto nacional que nos permita escoger a todos los colombianos, no al hombre que solo sirva a una causa partidista determinada, sino  al hombre que pueda continuar con la magnífica obra iniciada por el gran presidente que tenemos; y esa obra es simplemente no dejar que los anarquistas y los revoltosos triunfen con el restablecimiento del crimen y el desorden en Colombia.
Seguramente que quienes creyeron en su momento que el actual alcalde distrital continuaría por la senda de sus antecesores, deben estar hoy más que sorprendidos, muy arrepentidos, pues no basta con hablar de proyectos faraónicos, más populistas que realistas, mientras la ciudad capital vuelve a caer en manos de los expendedores de drogas en parques y  avenidas y se hunde en medio de la inseguridad ciudadana y un formidable caos vehicular que parecía estar en vía de solucionarse.  
Hay que mantener el ojo avizor sobre estos dirigentes que hoy les escurren el bulto al fracaso de la izquierda en nuestra capital; la división del Polo Democrático Alternativo no es otra cosa más que el deslinde de responsabilidades ante semejante conjunto de errores y desaciertos en la administración del alcalde “súper mega play” del Distrito Capital, y lo peor, que los ciudadanos de Colombia olviden donde están los encantadores de serpientes que ayudados por espurios dineros nos pueden regresar a aquellas épocas en donde era imposible pisar una carretera.

       
N.B. Dos causas principales impulsaron la fuerte emigración colombiana antes de la era Álvaro Uribe, la inseguridad y la falta de puestos de trabajo. Como la segunda es consecuencia de la primera, es indispensable preservarla, y como hasta hoy no se ve ningún pre – candidato que de esa garantía, seguimos siendo uribistas reeleccionistas hasta que aparezca uno.