29 de marzo de 2024

Narrar la historia de los oprimidos y los opresores

10 de febrero de 2019
10 de febrero de 2019

-Propuesta de Juan Miguel Álvarez

-Mi trabajo  nunca ha sido desde las altas fuentes de información del país
-Hay que escuchar a los bandidos
-5 claves para narrar la violencia de Colombia

Textos y fotos:  ÁLVARO RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ

Por estos días, sobre el tapete, el periodismo parece colocarse las mejores prendas, acerca de la profesión. Todos quieren ir tras la pisada,  la búsqueda de la verdad, la ética y credibilidad. Quedan muchos peldaños por escalar….

Armamos fácil la pasarela y códigos recogidos del oficio que dejan sobre la mesa o las salas de redacción de los impresos, radio y televisión y ahora del on line.

COMFAMILIAR, siempre COMFAMILIAR – con interés académico y dejar algo servido, como plus de la ceremonia, ofrece un banquete  que se repite cada año: un buen conferencista para compartir experiencias. Esta vez claves para narrar la violencia de Colombia.

Al frente, uno nuestro, que sobresale con su escritura y la forma como hilvana, teje, historias. Por algo ha recibido dos premios nacionales. Juan Miguel Álvarez.

Balas por encargo, la vida y muerte de los sicarios; la antología de Los Malos, lo presentan con un estilo propio, muy particular en Colombia, en esto de confrontar fuentes. De investigarlas y no quedarse en el vacío de la verdad.

Pero admiro más en él, el rótulo que vende – o compra- de ¨ periodista independiente¨, visto desde fuentes ajenas al establecimiento.

¨Mi trabajo periodístico, acota, nunca ha sido desde las altas fuentes de información del país¨.

¨No importa el hecho sino las circunstancias¨, en este notorio juego cruzado en el que no estamos pegados al asiento delantero. Comprender la realidad aplastante de Colombia. Grafica: esto es más complejo  y no es como jugar a los policías  y ladrones. Comprender el despelote, todo está cruzado  y difícil de desentrañar.

En síntesis: cubrir la historia de los oprimidos y los opresores  como una oportunidad periodística de ambos lados. Entender las otras víctimas del país.

Dejo un clasificado por si se lo encuentran en estas calles que le hace reconocimientos: Merca en Carulla  y toma cerveza en El Pavo. En el exclusivo Pavo.

LAS CLAVES

1-.EL MITO PERIODISTICO:

Reconstruir la historia del lugar y tener voces surgidas de la barriada, del sueño, de la comuna , que haya padecido la problemática para armar el rompecabezas. Para ello se requieren varios testimonios desde lo local, desde la apuesta que se investiga. El historiador espontáneo, como lo llama, Juan Miguel, y revisar apuntes, observaciones, las herramientas que brindan el lugar y establecer un cedazo  para sumarle al relato y extraer matices.

En ello, en ese accidente que se va montando en los vericuetos de la escritura, estructurar la historia con la cadena de antecedentes.

2-. ALEJARSE DE LAS PRETENSIONES

Odia, Juan Manuel Álvarez y se vuelve triturador de palabras y enfatiza en no ´´tragarnos´¨ el cuento, alejarnos de la pretensión en eso de creer en ´¨reconstruir la memoria histórica¨. Falso, repite. Recalca que no conoce la palabra MEMORIA . No es mía, certifica con su talante en parte de su disertación. Como reportero no me lo creo, eso de memoria histórica, testimonia.

No me creo el cuento que hago memoria, insiste.

Detesta el tema en ese abordaje que considera pretensioso o de pensar, al menos, que nos instalamos en el sillón cómodo de ¨tratar de escribir para la posteridad¨.

Trato de bajarme de ahí¨, confiesa Álvarez.

3-. NO DEJARSE LLEVAR POR LAS EMOCIONES

En ese recetario múltiple, cada quien le coloca ingredientes a la palabra.

Juan Miguel, tira salsa: no juzgar porque ¨en este país todos hemos sido víctimas. En mis textos trato de no juzgar¨.

Ubica el tema con certeza: de forma directa o indirecta y sigue:

¨He hecho juicios duros  contra gente que tiene el poder arriba¨.

Considera, en consecuencia que no es sensato  juzgar en el conflicto nuestro en la construcción de historias donde hay que hablar de las orillas. De los opresores y los oprimidos.

Censura en ese arte empalagoso que nos encasilla hasta el punto  que no ¨creemos superiores morales¨ y desde allí juzgamos. Desde ese punto de vista.

En no dejarnos llevar por las emociones, agrega otros insumos para el menú que va sirviendo: escuchar, no mediar. No meternos en la dinámica de los hechos.

Sentencia con firmeza: en el conflicto armado, el que juzga pierde. Narra enseguida varios hechos concurridos con camarógrafos, reporteros gráficos, en su trabajo de campo. En la exploración o verificación de hechos. Desde el lugar donde nacen las historias. Los relatos. Las vivencias.

4-. HAY QUE ESCUCHAR A LOS BANDIDOS

Redescubre con brillo lo que considera se aplica en Colombia como lo es ´chantaje del buenísimo¨.

En eso recuerda que  se parte siempre de los oprimidos y los enlistamos: negros, indígenas, mujeres, niños, viejos.

Lo remarca como atado al periodismo convencional que ejercemos.

¨Cómo son oprimidos, son buenos y  como son buenos, les damos prioridad¨.

Alerta no colocarlos en el mismo lugar en el papel que ejercemos como reporteros.

En este aspecto de preguntar por qué ocurren las cosas, invita a preguntarle a los ¨bandidos con el mismo interés  como se escuchan a las víctimas´´.

¨´Comprender el tamaño del daño´¨, señala y se repite en que en Colombia muy pocos lo han querido hacer. Cita ejemplos: entrevistar a Isaza, paramilitar; al Alemán, etc, etc,

¨Ya que las preguntas no se las podamos  dejar a los Fiscales de la Justicia Transicional¨, advierte en ese juego de olfatear y profundizar en la verdad de la crisis institucional.

Es decir, el camino de la vida que los llevó hasta allá.

En esto, gira, como lo hizo ya, ´darle voz a los sicarios ´ aunque sea más fácil  conseguir víctimas, que bandidos. Tocar la puerta.

Acusa que hay gente que se niega a trabajar con victimarios y no quieren escucharlos  y no ´tratan de comprender al otro´.

5-. DESPERTAR EL SENTIDO DE SOLIDARIDAD POR LOS DOS

Unos y otros es no deshumanizar. No importa el hecho  sino las circunstancias, insiste.

Los victimarios están allí por un torbellino de circunstancias y la víctima no es que sea un oprimido. Son en muchos casos circunstancias del conflicto armado.

De los relatos que se montan en las coyunturas de Colombia, agregamos.