28 de marzo de 2024

Álvaro Uribe: De perifoneador de taxi a una de las grandes voces de la radio

21 de abril de 2016
21 de abril de 2016

Entrevista de Pantalla & Dial

Por Édgard Hozzman
Londonderry New Hampshire IV-21-016

Alvaro Uribe locutorÁlvaro Uribe es uno de los grandes locutores de Colombia: privilegiado con una bella voz, talento, estudio, crítico e historiador. Defensor de la radio, porque “la radio sola es un noticiero”, no está de acuerdo con las licencias de radio, oye pero no escucha los programas vespertinos y se retiró de la Asociación Colombiana de Locutores por discrepancias con sus colegas que nunca quisieron que se profesionalizara el trabajo.
Le encanta la docencia porque “los niños son los que enseñan”, sigue grabando comerciales pero a su precio, añora a Radio Santafé donde tuvo sus mejores años y dice que los locutores no son una especie en vía de extinción, porque “antes de la rueda el hombre erecto descubrió el habla. Esta no se acaba nunca: se acaban los cerebros que no saben cómo usarla. Ningún robot nos remplaza”.

–¿Cómo llegó a la radio?
–Llegué a la radio antes de ser bachiller. En el año 16 de mi vida. Min comunicaciones hacía cursos de ocho meses en el edificio Murillo Toro, curso diario en el que nos enseñaban fonéticas de cuatro idiomas, teatro, escritura de libretos para radio y televisión; por ejemplo Andrés Pardo Tovar fue nuestro profesor de música. Fui practicante en una pequeña emisora que se llamaba la Voz de la Víctor, patrocinada, entiendo, por esa marca.

–¿Jorge Bernal fue un visionario de la radio?
–Jorge y Enrique, su tío, eran tipos muy queridos. El visionario era Hernando Bernal Andrade: pagó a muchos de los más costosos y mejores de la época para alcanzar lo que logró: mantener durante varios años a Radio Santafé en lugares privilegiados de sintonía, sin que fuera parte de ninguna Cadena.

–¿Cómo era el elenco de locutores que dirigió en Radio Santafé?
–Espero no hacer omisiones: Manuel Escobar Martínez, Hernando Perdomo Ch. (en esa época existía la «che»), Armando Osorio Herrera, Juan Caballero; otros de apellidos Gómez y Guillermo Bazzani. Deme un espacio para referirme a un auténtico maestro: maestro de la música: Oriol Rangel. Hice con él “Nocturnal colombiano”. Permítame contarle que Hernando Bernal lo acogió en Santafé después de que Enrique Ramírez lo botó de la Nueva Granada porque desenfundó su revólver y disparó hacia el telón en el radio teatro que quedaba contiguo al teatro San Jorge. ¡Qué tipo! Era, más grande que su lunar en la frente, ese inmenso Oriol Rangel.

–¿Por qué se retiró de la radio?
–Coincidió con la circunstancia de estar elaborando mi trabajo de grado, un fardo monumental acerca de la «Inversión extranjera» y mis nombramientos como profesor Asistente e investigador primíparo en el Centro de Investigaciones para el Desarrollo.

–¿Quién descubrió el encanto de su voz?
–El primero un perifoneador de taxi que anunciaba toros y peleas de lucha libre. “Mire: si yo hablo por aquí, ¿cómo sería usted en una emisora de radio? Y un ingeniero que dirigía la Exposición de Obras Públicas del Ministerio del área: se reventó la cinta de grabación que rodaba sobre una Revere. Al ver la cantidad de público apostado en el sitio de exhibición, El Museo Nacional, y como yo me sabía de memoria el libreto que describía una voz que fue símbolo hispano de la BBC , J:H. Mora, tuve la osadía de repetir el texto:. Al rato subió mi jefe el ingeniero de quien creo poco sabía de locución y me increpa: ¿Quién estaba leyendo la grabación? –Como la audiencia era mucha empecé a recitar el texto. Conclusión: El Ministerio me contrató para grabar el texto…Y no me echaron de la Feria. Me enseñaron el camino de la locución.

–¿Para quién grabó el primer comercial?
–Para una agencia que se llamaba Propagandas y Publiservicios que orientaba toda la parte comercial del Reinado Nacional de Belleza y el desarrollo de la cuenta de Max Factor.

–¿Por qué se retiró de la ACL, Asociación Colombiana de Locutores?
–Fui su Secretario. Propuse que presentásemos- teníamos los caminos- un proyecto de Ley para que la locución fuese considerada como una profesión en la que estudiásemos antropología, sociología, geografía, historia, economía y tres idiomas, al menos. El único graduado de una Universidad (la Nacional) era yo. Dos o tres más prácticos me dijeron que estaba loco: que los locutores, que somos estrellas no necesitamos profesión… Los locos se alejan de los cuerdos, de los sistemas tradicionales…

–¿El gobierno debe volver a exigir la Licencia de Locución?
–Si lo del tránsito se arreglara con licencias, hace rato la mortalidad en accidentes se habría reducido. El asunto es de la idoneidad que debe tener quien desempeña un oficio, una actividad profesional. En el caso del locutor su «licencia» debe ser equivalente a la capacidad para no escribir o decir expresiones contra la realidad de la historia, de la geografía y, ante todo de la sintaxis del idioma.

–¿Cuál es su mayor satisfacción como docente?
–Que los niños son los que enseñan.

–¿Los comunicadores deben adquirir un mayor bagaje cultural?
–Necesitamos un alto nivel de conocimientos de dónde y con quienes vivimos; que aprendamos un algo de la historia que nos ayude a evitar, en el caso de Colombia, de la Gran Colombia, la repetición de más de dos siglos de independencia fratricida.

–¿Los locutores son una especie en extinción?
–Antes de la rueda el hombre erecto descubrió el habla. Esta no se acaba nunca: se acaban los cerebros que no saben cómo usarla. Ningún robot nos remplaza.

–¿Cómo era al Dr. Humberto Martínez Salcedo?
–De los más queridos tipos de la Bogotá que se abría camino a la transición entre el cachaquismo del novecientos y comienzos del siglo veinte y la insurgencia de los «nuevos ricos intelectuales» que como Humberto y otros cuantos pocos fuimos a la universidad. Al pie de Hernando Latorre Prieto y de Antonio Ramírez Caro hicieron la más grande oposición política a «Remache» como bautizaron al Presidente (Carlos Lleras Restrepo) para mediante sus «Pereques» recordarles a los ciudadanos que el derecho a pensar es personal e intransferible. Eso fue «La Cantaleta» que hacían los tres y a la que ocasionalmente acompañé.

–¿Cómo fue su paso por «El Corcho» y «El Pereque»?
–Quien tuvo mucho que ver en la locución de ellos se llama Carlos Martínez García. Yo, colaborador espontáneo por ser Director de Noticias de Santafé los acompañaba en sustitución de los que no aparecían. Pero sí hacía parte de la bohemia en la que gozábamos los cantos y bailes de Lyda Zamora en un bar pequeño que quedaba entre las calles 22 y 23, sobre la novísima, para entonces, carrera Décima, la que hizo Mazuera Villegas contra toda limitación legal… Junto con el Chato Latorre fui de los que marcábamos tarjeta bien temprano.

–¿Ha escuchado los programas caricaturescos vespertinos?
–Si. Ocasionalmente.

–¿Cómo descubrió a Armando Osorio Herrera como locutor de noticias?
–Le abrí las puertas a Santafé porque me encantaba su timbre de voz. Él fue quien se descubrió investigando, buscando, escribiendo y leyendo la noticia cada cuarto de hora en Santafé.

–¿Por qué decidió establecer su propia tarifa para la grabación de comerciales?
–Simple: pagaban bien. Y podían pagar mejor: cuando dije vale el doble se me duplicó el volumen de órdenes de producción. Había invitado a mis cercanos de la actividad a que constituyéramos un grupo (SALVA, lo denominamos) que cobrara el doble. Muy humano: les dio susto. Yo seguí sin cansarme hasta cuando hoy existe una locución que, para comerciales puede y debe ser mejor. La locución, en particular de mensajes breves, es ante todo un arte que nace en el cerebro y se desarrolla con el corazón: los comerciales no se leen: se dicen.

–¿Qué materias dicta en la Universidad Nacional?
–Hoy solo una «Habla y texto», gracias al Departamento de Bienestar de la Universidad. El nombre, en mi lenguaje, es solamente «hablar bien y escribir mejor”. Y ando feliz de no enfrentarme a las pesadeces que hace años enfrenté: Desarrollo Económico, Desarrollo Latinoamericano, Comercio Internacional… A Albert Berry que ha sido altísimo funcionario del Banco Mundial asistí en una de ellas… Dos de varios textos de los que he escrito han sido publicados y ambos son acerca de español.

–¿Escucha radio? ¿A quién escucha? ¿Cómo se informa?
–Algo. A nadie en especial. Todo hoy informa y desinforma. Ya no hay periódicos como fuente única, se ve la internet y se confronta.

–¿Cuántas conferencias sobre el buen manejo del español da al año?
Muy pocas respecto de las que debería y podría dar: apenas las de la Universidad.

¿Por qué decidió hacer de los locutores comunicadores integrales?
Escasamente lo he pensado. Espero alcanzar la meta de que la locución se haga responsable de su función dentro de la sociedad.

–¿Además de Radio Santafé en qué otra frecuencia trabajó?
–Muy pocas. Mi estada en la radio fue breve. Fundé el Canal de Color. Dirigí la Cadena de las Voces Amigas, de Unión Radio. Estuve en Radio Modelo y finalmente en Todelar y su noticiero con personas como Carlos Arturo Rueda, el «campeón de verdad», Alberto Giraldo, Andrés Salcedo, Miguel Granados, Alberto Díaz Mateus…Y allí, en Continental volví a ver a un ídolo de mi infancia, 7 u 8 años, Libia Boada Escobar, para mí la voz femenina más linda de Colombia. En la narración la acompañaba en “Lo que contaba el abuelo”, Fernando Gutiérrez Riaño. Y recuerdo también a las inolvidables, santandereanas ambas, Sofía Morales y Edith Ferrer.
–¿Armando Plata es uno de sus grandes admiradores. ¿Cómo se conocieron?
–Como se conocen los del medio: la nueva ola y la vieja ola. Yo fui llamado el “director de la nueva ola». Y cuando grababa comerciales me tropecé con Armando; yo era para él como de la vieja ola, con los pocos años de diferencia, algo así como treinta…

–¿Por qué no aceptó la oferta de Enrique París para trabajar en Caracol estéreo?
–Porque yo promovía a Caracol Radio y a Caracol Televisión, y la propuesta de Caracol Estéreo no era complemento de las otras dos.

–¿Por qué llevó a Juan Caballero a Radio Santafé?
–Porque para mí era la mejor voz masculina de la época. Lo quería Buck Canel para su Cabalgata Deportiva Gillette.

–De la gran cantidad de comerciales que grabó, ¿cuál es el que más le suena?
–Varios: Costeña y Costeñita: tan buena la grande como la chiquita; “Club Colombia: ¡perfecta!”; Lápices de colores y plumones Prisma color.

–¿Por qué en los comerciales que grabó nunca permitió que le incluyeran direcciones ni teléfonos?
–El locutor es uno de los que hacen la firma, de los que construyen una marca. Lo demás se encuentra en las Páginas Amarillas”.

–¿Cómo era Jaime Martínez Solórzano?
–Como la punta de lanza de Mil Veinte (emisora) cuando impusieron los “dos pegaditos”. Yo Abusé del prestigio de juntar canciones e impuse, con éxito, el Dos más un hit. En medio del disco había una femenina voz que decía, delicadamente: ¡Canal de Color! La primera que lo hizo la cantante Rosalba Osorio. Después mi amiga Judy Henríquez, hija de un gran dibujante que trabajaba para Mc Cann Erickson. Me apoyaron en la idea Fernando López Michelsen y José Fernández Gómez.

–Gonzalo Ayala es otro de sus grandes admiradores. ¿Dónde se conocieron?
–Natural, fácilmente: yo era, a los 17, subdirector de Emisora Mil Veinte. Y a renglón seguido de la Revolución cubana los exilados ricos, como los Pumarejo creadores de la televisión a color en Cuba, vinieron a Colombia y fundaron empresas como almacenes Raylan y la primera productora de radionovelas independiente que hubo en Colombia. Se llamaba Sigacol. Quedaba en local contiguo al de la Mil Veinte. Gonzalo fue descubierto, no sé por quién como el gran narrador, que lo fue, sin duda. Cuando se hizo más famoso lo llevaron a la Televisora Nacional a hacer una novela en la que oficiaba de médico: Germán Ardila, Ernesto Rodríguez Camacho y yo, en tono no muy serio lo marcamos como el “doctor Kildare”.

–¿A qué locutores contemporáneos recuerda?
–A no pocos. A varios: Juan Caballero, Eucario Bermúdez, Juan Eugenio Cañavera, Gustavo Garay Yepes (z) (mi compañero en la Voz de la Grancolombia en Villa del Rosario.) Carlos J. Vega (compañero en “Contrapunto”), Jorge Antonio Vega, Manuel Villareal, Jimmy García Camargo, Álvaro Leal Gamboa, (el de Casa Club) Julio Eduardo Pinzón, (el de El Mundo al Vuelo) Joaquín Marino López, Fernando Franco García, (los de las locuciones deportivas serias en Cali) Miguel Granados, mi jefe en Radio Continental, Juancho Illera Palacio, Contreras, el de Radio Reloj, Efrén (antes Efraín) Yepes Lalinde, Eduardo Aponte Rodríguez, Julio Echeverry Saavedra, Cristóbal Américo Rivera, Emiro Fajardo Ramos, Milton Marino Mejía, José Alarcón Mejía, José Alarcón Leal, Eduardo Lancheros, José Fayad, (me acompañó , unas horas, en el “Contrapunto” de Lucas y Eduardo Caballero Calderón) Gerardo Mosquera Ruiz; de las voces lindas que recuerde, emigró a Nueva York. Benjamín Cuello, de los narradores que no “metían” televisión: no inventaban lo que del estadio no estaban viendo: auténtico, original. Marco Antonio, “El Emperador” Bustos que preconizaba muy, muy joven, que le “pondrían su piyama de palo”. Paco Ujueta, Félix Miguel Díaz, Pepe Cubillos, Ernesto Rodríguez Camacho, Gonzalo Ardila, Eduardo “El Pote” Benavides, Hernando Reyes Corzo, “Rubicón” orientador en Santafé de “La hora de los novios” y anunciador eterno de carbones Santa Rosita. Benitín, coetáneo de Rubicón y animador permanente de los espectáculos en La “Media Torta”; El Mocho Barreto, Oscar Azuero, Gabriel de las Casas,(el papá) José Félix Castro: Alberto Piedrahita y Alfredo Materón Miller: como trabajaban juntos en la Nueva Granada y desde entonces Piedrahita tenía fama de muy malgeniado el argot de nuestra radio los identificaba como Materita y Piedronón) Alfonso Lizarazo, heredero bumangués de los buenos controles de radio. Su Radio 15, emisora del aeropuerto, acabó con muchos mitos. Hernando Perdomo (decían que buscaba imitarme pero construyó su propio estilo, de los mejores de América en fútbol) Gustavo Niño del mismo guardarropa: tono bonito, sin el golpe original. Carlos Arturo Rueda Calderón: el auténtico campeón: sobrio, ingenioso, talentoso, genial. El creador de los mejores hipocorísticos del deporte. Jorge Garzón Vargas un tipo que las generaciones no repiten: transmitía hípica como los mejores. Julio Nieto: ligeramente menos inmodesto que yo. El ideador, repetidor del argentino 6:00 a.m.- 9:00 am y de “Monitor”. Estupendo. Andrés Salcedo González con quien compartimos parte de los mejores años de la Todelar que hubo inmensa. Su paso por la Deutsch en el Tele Match es apenas un ejemplo del talento y de la rapidez mental de quien debería ser modelo de la locución deportiva para televisión.
No se me han agotado ni el tiempo ni la memoria: solamente el espacio para que Hozzman disponga de, siquiera, media cuartilla.

–¿Qué música escucha?
–Todo lo clásico desde vallenatos hasta Beethoven, Mozart, Bach, pasando por tangos y rancheras.

–¿Una película?
–El mago de Oz-

–¿Quién tiene una voz comercial en la actualidad?
–Si me habla de Colombia, decenas: comercian y comercian: hacen comerciales. Pero distinta o característica, no la he oído en algún tiempo…

–¿A quién ha admirado en la locución?
–A varios: Colombia ha tenido el privilegio de voces maravillosas comparables con las de dominicana y Cuba. Las nuestras son muy armoniosas.

–¿Le hace falta Radio Santafé?
–Es al revés: a Santafé y a otras les hacemos falta otros y yo.

–¿Tiene futuro la radio?
–Lo único que no tiene futuro es el pospretérito. La radio se acaba al tiempo con la existencia del hombre de hoy.

–¿Cómo ve a Caracol en la actualidad?
–La que veo, un chorrero de sangre. Ellos sabrán cómo aumentan el rating. Y en la de la radio con dos o tres excepciones no da ganas de oírla.

–¿Qué programas escucha?
–Oigo, más que escuchar, el de Antena Dos al mediodía, salvo la “homilía” de su director. Antes el que hacían Peláez y Mejía en Caracol.

–¿Ha vuelto a escuchar La Luciérnaga?
–Le insisto: una cosa es oír y otra, bien diferente escuchar. Me gustaba lo de Hernán Peláez que a la manera de Felipe el compañero de Emeterio, contrastaba, en tono serio, los apuntes de quienes hacían el humor.

–¿Qué programa le hace falta a la radio?
–Uno de radio: radio es indicarle al público cómo orientarse; no es indicarle qué debe hacer ni cómo pensar.

–¿La desaparición de los noticieros fue fatal para la radio?
–La radio sola es un noticiero. El hecho de que desaparezcan “Orientación la tribuna de la patria”, Mirón, “Democracia”, la de Turbay, no significa que hayan desaparecido los noticieros. Si la radio, como debe ser es un noticiero permanente no puede desaparecer. Los que deben desaparecer son los que la dirigen con la idea de que noticia es sólo lo cruel, lo llamativo, lo morboso. La radio, por ella misma, es un noticiero continuo.

–¿Qué bueno encuentra de las emisoras online?
–Todo lo que es buena comunicación merece consideración especial. El camino de ellos es más duro que el que nos tocó a los de la pre vanguardia del A.M. y de la F.M. Debemos apoyarlos.

–¿Tienen futuro esas emisoras?
–Otro que no tiene futuro es el pasado.

–¿Tener buena voz ya no es importante para la radio?
–¿Qué es tener buena voz? Para mí apenas es la facilidad, el don natural de lograr que los demás lo oigan y lo COMPRENDAN.