La crisis golpea al corazón de la salud infantil en Caldas
El colapso silencioso de la salud infantil en Caldas: cierre de camas y UCI pediátrica agudiza la emergencia hospitalaria
Manizales, 26 de septiembre de 2025. El Hospital Infantil de Caldas notificó esta semana una decisión que ha encendido todas las alarmas: el cierre de 15 camas de hospitalización y tres de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) pediátrica. La medida, motivada por la falta de recursos para sostener la operación, golpea de frente la atención a los niños y pone en evidencia la fragilidad del sistema de salud en el departamento y en el país.
La crisis no es nueva, pero el anuncio la hace más visible y dramática. Según el reporte de la institución, las dificultades financieras derivadas de la ausencia de pagos oportunos por parte de las Entidades Promotoras de Salud (EPS) han hecho inviable la continuidad de algunos servicios. La situación compromete el derecho a la atención médica oportuna y deja en vilo a decenas de familias que dependen del hospital para salvar la vida de sus hijos.
Médicos y directivos advierten que el problema trasciende lo administrativo. El cierre de camas implica la reducción inmediata de capacidad instalada en un centro de referencia pediátrica, lo que obliga a trasladar pacientes a otros hospitales que ya operan al límite de sus capacidades. Además, se corre el riesgo de saturar las pocas UCI infantiles disponibles en la región, lo que podría traducirse en demoras críticas en la atención.
La falta de pagos a los hospitales, tanto públicos como privados, ha generado un efecto en cadena: escasez de insumos básicos, dificultad para contratar especialistas, retrasos en el pago a médicos y enfermeras, y, en consecuencia, la imposibilidad de garantizar un servicio digno y continuo. Directivos hospitalarios han señalado que la orden de la Superintendencia Nacional de Salud de mantener la prestación de servicios sin asegurar recursos suficientes es insostenible y raya en la irresponsabilidad.
En Caldas, como en muchos otros departamentos, el panorama se repite. Hospitales con servicios cerrados, profesionales agotados y pacientes enfrentando una incertidumbre diaria sobre si encontrarán atención. La crisis de la red hospitalaria dejó de ser un asunto local para convertirse en una amenaza nacional a la garantía del derecho fundamental a la salud.
Un análisis más allá de la coyuntura
El cierre de camas en el Hospital Infantil de Caldas no puede entenderse solo como un hecho administrativo o una consecuencia aislada del mal manejo financiero de las EPS. Es un reflejo del deterioro progresivo del sistema de salud en Colombia y, sobre todo, de la incapacidad del Gobierno Nacional para dar respuestas eficaces.
El presidente Gustavo Petro ha insistido en la necesidad de una reforma estructural, pero mientras el debate se estanca en el Congreso y se polariza en la opinión pública, los hospitales en regiones como Caldas cierran servicios vitales. El discurso de cambio pierde legitimidad cuando, en la práctica, el Estado no garantiza lo elemental: que un niño pueda acceder a una cama de hospital o a una UCI pediátrica sin obstáculos.
El Gobierno repite que busca transformar el sistema, pero lo que hoy se percibe es desorden, incertidumbre y abandono de los territorios. Mientras las familias buscan atención para sus hijos en medio de un sistema quebrado, el Ejecutivo parece más concentrado en la confrontación política que en ofrecer soluciones inmediatas.
La crisis en Caldas es, en el fondo, un síntoma de un modelo de salud que se desmorona sin que el Gobierno logre sostenerlo ni reemplazarlo con alternativas viables. Y es también un aviso de que no hay reforma que valga si en el día a día los hospitales siguen cerrando puertas y los más vulnerables quedan a la deriva.