29 de marzo de 2024

El enigma del pañolón

18 de febrero de 2023
18 de febrero de 2023

Por: Hernán Alejandro Olano García

En cierta sesión de 1995 de la Sociedad Nariñista, restaurada desde 2005 como Academia Patriótica Nacional Antonio Nariño, doña Carmen Ortega Ricaurte, directora de la Casa del Florero (Hoy Museo de la Independencia), nombre que se le cambió por los cruentos episodios que al parecer ocurrieron en 1985 cuando se iba evacuando de personal el Palacio de Justicia en la toma del M-19, la escritora manifestó que, la hermosa santafereña doña María Magdalena Ortega y Mesa, mujer admirada por su abnegación y entereza, hija de doña Petrona de Mesa y Moreno y del Superintendente de la Real Casa de Moneda, Mayordomo y Justicia de Propios de Santa Fe  y alcalde ordinario y corregidor de Tunja don José Ignacio de Ortega y Gómez de Salazar, casada a los veintidós años con el Precursor don Antonio Nariño, había sido infiel a su esposo.

Doña Carmen, manifestó injuriosamente, que “Mientras Nariño estuvo preso e incomunicado, sucedieron tres hechos insólitos, que son los que han dado lugar a esta polémica. Primero, el 24 de septiembre de 1798 nació Mercedes, hija de doña Magdalena. Segundo, en 1801 Joaquín Gutiérrez pintó el óleo que hemos estudiado, en el que aparece doña Magdalena embarazada, adornada de hermosas joyas y con un medallón en el pecho con el retrato de un caballero que no es Antonio Nariño. Tercero, el 8 de julio de 1801 nació Isabel, la segunda hija de doña Magdalena”.

El matrimonio Nariño-Ortega tuvo seis hijos: Gregorio; Francisco; Antonio; Vicente; y las dos menores, Mercedes e Isabel, y sobre las cuales se ha desatado una calumniosa e injuriosa polémica, ya que la señora Carmen Ortega Ricaurte, presume que no son hijas de don Antonio Nariño sino de su pariente don Jorge Tadeo Lozano, ya que según ella, El Precursor estuvo preso e incomunicado desde el 19 de julio de 1797 hasta el año 1802, lo cual fue desvirtuado por Felipe Osorio Racines en dos libros de su autoría, publicados unos días antes de su fallecimiento, donde demostraba que en la restauración del cuadro de la injuria, en 1973, cuando se borró un pañolón y apareció en realidad una mujer embarazada y lujosamente vestida y enjoyada, la dama allí representada era en realidad doña María Tadea Lozano Isazi, heredera del marquesado de San Jorge, sobrina y esposa de don Jorge Tadeo Lozano y, que la niña allí pintada era un niño, alguno de los ocho hijos del matrimonio Lozano y Lozano: Jorge Miguel, Rafael, Federico, José, María Clemencia, Juan, Francisca y Manuela.

Para Osorio Racines, (cuya madre de era descendiente legítima, por línea directa, de doña Magdalena Ortega, y su padre, era descendiente, también por línea directa, de  Antonia Ricaurte Nariño de Osorio, hija de María Dolores Nariño y Álvarez viuda  de Ricaurte, hermana del Precursor-Libertador), así como para la investigadora Beatriz Barón de Blanco, no podía ser doña Magdalena la del cuadro, pues, aunque cuando se casó, su padre otorgó a favor de su yerno Antonio Nariño y como dote de doña Magdalena, 2113 pesos, en dinero y joyas, entre las cuales sobresalía un aderezo de diamantes, aumentando luego esta suma en 587 pesos, ella, por la época del cuadro, estando su marido preso, estaba sumida en la más profunda pobreza. La señora Ortega dice que la infidelidad de doña Magdalena estaba “inducida   por   el   desamparo, la   soledad, la indigencia, la miseria y el repudio, pues su esposo se encontraba en prisión   incomunicado, sin   poder recibir a nadie en su celda”, lo cual es totalmente falso.

Ramón C. Correa, secretario perpetuo de la Academia Boyacense de Historia, sobre La noble y calumniada esposa de Nariño, doña Magdalena, escribió en 1970: “Esta gran dama hizo parte de la aristocracia colonial de Santa Fe de Bogotá. Gozó de estimación en el mundo social por su exquisito don de gentes. Tuvo mucho aprecio por su caridad para con los pobres. Sus padres disfrutaron de bienes de fortuna y los carentes de recursos recibían de ellos dádivas en alimentos, dinero y vestidos.”

De doña Magdalena, dijo el literato e historiador Jorge Ricardo Vejarano, en su obra de 1938 “Nariño, su vida, sus infortunios, su talla histórica”, que: “Jamás cayó sobre mujer alguna mayor suma de dolores… Jamás corazón alguno supo resistirlo con tanta estoicidad (…) No hubo sacrificio que por él (Nariño) no hiciera, no hubo desventura contra la cual esta mujer heroica no saliera al encuentro”.

El General Nariño, en el tercer número de “La Bagatela”, periódico, que fue la primera fábrica de opinión que hubo en Colombia, pues en él, Nariño forjó y propagó trabajosamente el concepto que hizo la independencia absoluta, publicado el 28 de julio de 1811, lamentó de manera profunda la desaparición de su esposa y, en un sentimental artículo titulado “Un Sueño”, dijo en algunos apartes que transcribimos:

“Bendito sea Aquél que dio al hombre una compañera y que puso en ella el canto irresistible que templa a un mismo tiempo nuestro carácter y nuestras desgracias! Tu alma, ¡aquella bella alma que partía mis penas y mi placer voló al seno de su Creador! ¡Cuántas veces en este mismo lugar a donde ahora vengo a regar con lágrimas tus cenizas, te oí anunciar este terrible momento de nuestra separación! Ahora, sólo, en medio de las sombras de la noche, rodeado de un pavoroso silencio, levanto mi voz trémula, ¡querida mitad de mí mismo! Respóndeme, o haz que entreabre la losa que te oculta y me reciba en su seno.”

Carmen Ortega, tanto en su discurso de 1995, como en su libro del año 2000 publicado por Planeta, fundó su  investigación  en  un  error  incurrido  por Guillermo Hernández de Alba y Fernando Restrepo Uribe, en su obra “Iconografía de Antonio Nariño y recuerdos de su vida”, Bogotá: Empresa de Teléfonos de Bogotá, 1983, quienes, en la figura 24 de su libro, atribuyen a Magdalena Ortega y Mesa, esposa de Nariño, la identidad de una dama del siglo XVIII  representada  en  el  cuadro  que  se  encuentra  en  la  Casa  Museo 20 de Julio. En dos grabados que aparecen en la versión impresa  de  34  páginas  de la  Defensa  del  general  Nariño,  firmado  de  puño  y  letra  del  Precursor (Nariño, 1823a), que se conserva en la Biblioteca Tomás Rueda Vargas, en la  Escuela  Militar  de  Cadetes  “General  José  María  Córdova”,  según la investigación de Jesús Alberto Suárez Pineda, publicada en 2019.

Se revela el secreto: don Byron López y doña María Paulina Espinosa de López, grandes benefactores del arte y de la cultura donaron al Museo de la Independencia – Casa del Florero, un cuadro para adornar la sala del segundo piso y se lo compraron en Fontibón a una mujer de una tiendecita, llamada, casualmente Magdalena Ortega. Cuando el cuadro se donó al Museo por los esposos López-Espinosa, se registró allí como “cuadro de doña Magdalena Ortega”, pero, como la ventera de Fontibón tenía el nombre de la esposa de Nariño, el Museo tejió una leyenda de calumnia alrededor del tema y más, cuando se restauró el cuadro, motivo del conflicto. Aún hoy se sigue presentando como doña Magdalena, cuando era realidad es la marquesa doña María Tadea.