28 de marzo de 2024

El Púlpito Papa Francisco: “Situación en Colombia sigue siendo preocupante”

23 de mayo de 2021
23 de mayo de 2021

Por Guillermo Romero Salamanca

“Encomiendo a la oración de todos ustedes la situación en Colombia, que sigue siendo preocupante. En esta Solemnidad de Pentecostés, oro para que el amado pueblo colombiano sepa acoger los dones del Espíritu Santo para que, a través de un diálogo serio, se encuentren soluciones justas a los muchos problemas que padecen especialmente los más pobres, debido a la pandemia. Insto a todas las personas a evitar, por razones humanitarias, conductas perjudiciales para la población en el ejercicio del derecho a la protesta pacífica”, dijo el Papa Francisco luego de la oración del Regina Caeli en la Plaza de San Pedro en Roma.

El Papa Francisco vuelve, por segunda vez en menos de un mes, a expresar su preocupación por Colombia y, en sus saludos tras el rezo del Regina Coeli en la fiesta de Pentecostés, lanza un llamamiento a la oración por el pueblo del país latinoamericano.

UN LLAMADO AL DIÁLOGO HICIERON LOS OBISPOS DE COLOMBIA

“Ratificamos que el diálogo es el camino más adecuado para reconocer lo que debe ser siempre afirmado y respetado en la sociedad; para escuchar, comprender y atender eficazmente a las demandas de quienes han acudido al derecho de la protesta pacífica, y para edificar juntos la reconciliación y la paz que anhelamos”, pidieron los obispos de Colombia.

A través de un mensaje suscrito por monseñor  Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC);  monseñor Ricardo Tobón Restrepo, arzobispo de Medellín y vicepresidente de la CEC; y monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, obispo de Santa Rosa de Osos y secretario general de la CEC, los prelados valoran la disposición y los avances que se han dado entre el Gobierno y el Comité Nacional del Paro, así como los logros obtenidos a partir del diálogo a nivel regional y local.

Así mismo, exhortan para que a pesar de las diferencias que se puedan presentar entre las partes, se persevere en el diálogo y de manera pacífica se busquen consensos a una pronta negociación. “El verdadero diálogo es la búsqueda del bien por medios pacíficos, y exige paciencia y confianza; es la voluntad decidida de recurrir a todas las fórmulas posibles de negociación, esforzándose siempre para que los factores de acercamiento prevalezcan sobre los de división o de odio”.

Subrayan el dolor y la pobreza que están dejando a su paso estos brotes de violencia en el país, y expresan su solidaridad y cercanía con todas las víctimas de hechos violentos.

Finalmente, animan a toda la comunidad católica para que se mantenga la oración, implorando de Dios la sabiduría para quienes tienen en sus manos llegar a una pronta negociación que ponga fin a esta crisis que vive actualmente la nación.

PALABRAS DEL PAPA EN LA FIESTA DE PENTECOSTÉS

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El libro de los Hechos de los Apóstoles (cf. 2,1-11) narra lo que sucedió en Jerusalén cincuenta días después de la Pascua de Jesús: los discípulos estaban reunidos en el Cenáculo y con ellos la Virgen María. El Señor resucitado les había dicho que se quedaran en la ciudad hasta que recibieron el don del Espíritu de lo alto. Y esto se manifestó con un «rugido» que vino repentinamente del cielo, como un «viento impetuoso» que llenó la casa donde estaban (cf. v. 2). Por tanto, es una experiencia real pero también simbólica. Algo que ha sucedido pero que también nos da un mensaje simbólico de por vida.

Esta experiencia revela que el Espíritu Santo es como un viento fuerte y libre, es decir, nos trae fuerza y nos trae libertad: viento fuerte y libre. No se puede controlar, detener ni medir; ni predice su dirección. No se deja enmarcar en nuestras necesidades humanas – siempre tratamos de enmarcar las cosas – no se deja enmarcar en nuestros patrones y nuestros prejuicios. El Espíritu procede de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo y estalla sobre la Iglesia, estalla sobre cada uno de nosotros, dando vida a nuestras mentes y corazones. Como dice el Credo: «Él es Señor y da vida». Tiene señorío porque es Dios y da vida.

El día de Pentecostés, los discípulos de Jesús todavía estaban desconcertados y asustados. Todavía no tuvieron el valor de salir. Y nosotros también, sucede a veces, preferimos permanecer dentro de las paredes protectoras de nuestro entorno. Pero el Señor sabe llegar hasta nosotros y abrir las puertas de nuestro corazón. Él envía al Espíritu Santo sobre nosotros que nos envuelve y supera todas nuestras vacilaciones, derriba nuestras defensas, desmantela nuestras falsas certezas. El Espíritu nos hace nuevas criaturas, como hizo ese día con los Apóstoles: nos renueva, nuevas criaturas.

Ellos, después de recibir el Espíritu Santo, ya no eran los mismos de antes – él los cambió – pero salieron, salieron sin miedo y empezaron a predicar a Jesús, a predicar que Jesús ha resucitado, que el Señor está con nosotros, de tal manera que todo el mundo los entendiera en su propio idioma. Porque el Espíritu es universal, no quita diferencias culturales, diferencias de pensamiento, no, es para todos, pero todos lo entienden en su propia cultura, en su propio idioma. El Espíritu cambia el corazón, ensancha los ojos de los discípulos. Les permite comunicar las grandes obras de Dios a todos, sin límites, más allá de los límites culturales y religiosos dentro de los que estaban acostumbrados a pensar y vivir. Los Apóstoles les permiten acercarse a los demás respetando sus posibilidades de escucha y comprensión, en la cultura y el idioma de cada uno (vv. 5-11). En otras palabras, el Espíritu Santo comunica a diferentes personas, reconociendo la unidad y universalidad de la Iglesia.

Y hoy nos dice mucho esta verdad, esta realidad del Espíritu Santo, donde en la Iglesia hay pequeños grupos que siempre buscan la división, para desprenderse de los demás. Este no es el Espíritu de Dios, el Espíritu de Dios es armonía, es unidad, une diferencias. Un buen cardenal, que fue arzobispo de Génova, solía decir que la Iglesia es como un río: lo importante es quedarse adentro; si te quedas un poco de ese lado y un poco del otro lado, no importa, el Espíritu Santo crea unidad. Usó la figura del río. Lo importante es permanecer dentro de la unidad del Espíritu y no mirar las pequeñas cosas que estás un poco de este lado y un poco de ese lado, ya sea que reces de esta manera o de aquella … Esto no es de Dios La Iglesia es para todos, para todos, como mostró el Espíritu Santo el día de Pentecostés.

Hoy pedimos a la Virgen María, Madre de la Iglesia, que interceda para que el Espíritu Santo descienda en abundancia y llene los corazones de los fieles y encienda en todos, el fuego de su amor.

27 NUEVOS SACERDOTES

Monseñor Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia y secretario de Benedicto XVI, ordenó esta mañana a 27 sacerdotes de la prelatura del Opus Dei en la basílica de San Eugenio de Roma. El Prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, participó en la ceremonia desde el presbiterio, e impuso las manos a los nuevos sacerdotes después del obispo consagrante.

En su homilía, el arzobispo Georg Gänswein exhortó a los nuevos sacerdotes a «permanecer en Cristo». “En una época en que se habla tanto de ser ‘progresistas’, a vosotros se os pide permanecer en Cristo».

En la vida del sacerdote -explicó el arzobispo- alejarse de Cristo «no significa progreso sino declive»: «El progreso en la fe, en la esperanza y en el amor se da solo cuando permanecemos en Cristo y somos fieles a su palabra. Quien recibe la consagración sacerdotal, en cambio, ha decidido permanecer en el Señor».

«Nadie se hace sacerdote a sí mismo. El sacerdote está vinculado al mandato de conducir a los hombres a Jesucristo, animarlos a vivir en Él y en su Palabra», les dijo.

Para Mons. Gänswein, «la expresión más hermosa para describir la tarea de un sacerdote es ‘el hombre que bendice’. Puede bendecir desde el Señor. Y esta tarea comporta poner la propia vida bajo el misterio de la Cruz, con valentía y humildad».

El sacerdote «no es simplemente el representante de una institución que desarrolla algunas funciones» -añadió- sino que «hace algo que ningún hombre puede llevar a cabo por sí mismo, lo hace en nombre de Cristo». En este sentido «ser sacerdote no es una función sino un sacramento. Dios «se sirve de un pobre hombre para estar con todos los hombres y operar a favor de ellos».

«Da pena cuando un sacerdote o un obispo no anuncia el Evangelio con fuerza e integralmente, sino que dispensa sus propias opiniones o ideas», dijo.

El obispo consagrante finalizó la homilía confiando a los 27 nuevos sacerdotes a la Madre del Señor: «Permaneced toda la vida junto a la Madre: bajo su manto estaréis protegidos porque os encontraréis a la sombra de Cristo, en la luz de la Resurrección. Estando junto a la Madre de Dios, estáis en el lugar adecuado».