8 de diciembre de 2024

Miedo universal

Por Víctor Hugo Vallejo
29 de noviembre de 2015
Por Víctor Hugo Vallejo
29 de noviembre de 2015

Por Víctor Hugo Vallejo

Victor Hugo VallejoEl miedo, esa angustiosa perturbación del ánimo de los seres humanos, se ha apoderado del mundo. Los ataques de Paris se llevaron consigo más de 130 vidas que jamás habían pensado en confrontaciones de ninguna naturaleza, como que la mayoría de ellos se deleitaban con una banda de rock metal  en un tradicional teatro de la ciudad luz y otros apenas disfrutaban  de un café o una agradable comida, en una de esas muchas bellas terrazas que la ciudad de la libertad ofrece  para sentarse al deleite de la palabra  y a la degustación del consumo de la más lenta copa de vino, y además la tranquilidad de estar en cualquier parte. Ya todos quieren no estar en ninguna parte.

La seguridad es de la esencia del bienestar de la persona.  No puede haberla en aquellos espacios o tiempos en los que la amenaza pueda surgir. Y ahora la amenaza es universal. Surge en cualquier lado. El miedo que no imponen los terroristas –logrando su cometido sustancial- se esparce con mayor facilidad en la aplicación de las medidas de seguridad para prevenir ataques ciertos o imaginarios.   Si tu no tienes miedo, el Estado, en cualquier parte, se encarga de hacértelo sentir. Basta con los raqueteos, el despojo de prendas, las interceptaciones intempestivas de la autoridad, la imposición de medidas limitantes, los interrogatorios y las pesquisas. Terminas por preguntarte porque a los terroristas nunca los trataron de esa manera, pues de haberlo hecho seguramente se habrían evitado muchos de esos ataques sorpresivos. Si no tenías miedo, con las intervenciones que te hacen, vas a empoderarte de esa oscura sensación de que algo te va a pasar en el siguiente minuto.

Todos vamos caminando por esa misma senda del miedo. Porque nos ha pasado algo o porque nos puede pasar. La autoridad piensa que mientras más limite al asociado que hace una vida común, más niveles de seguridad logra. Es posible que eso no sea cierto, pero con ello pretende mostrar niveles de eficiencia que cuando suceden los actos aterrorizantes jamás fueron eficientes.  Es que el terror se vale de la sorpresa y del pleno conocimiento que tienen los terroristas de las medidas, controles y vigilancias del Estado para poderlos burlar. En el medio quedamos los asociados llenos de miedo y en el peor de los casos de muerte, sangre y lágrimas.

Ahora se camina con miedo. Con la incomodidad de las constantes requisas, del despojo de los zapatos en los aeropuertos, los cinturones, de los sacos, lo que se tenga en los bolsillos, lo que finalmente no sirve para nada, pero incomoda y a la autoridad le da cierto de aire de eficacia.

El mundo de este final de año, será el mundo del miedo. Muchos en todo el universo deben estar pensando más de una vez si vale la pena viajar de vacaciones a territorios atractivos que son fáciles presas de esos oscuros e indiscriminados ataques que no buscan un enemigo a quien destruir, sino a una comunidad a la que le meten  el miedo por el último de los poros. Es someter a todos desde el miedo. Ese que paraliza, que frena, que limita, que arrodilla, que lleva a no luchar, sencillo: a desfallecer.  Con el miedo nos vencen a todos.

El terrorismo no distingue espacios, ni tiempos, ni personas. Agrede de manera indiscriminada y procura  que el nivel del miedo sea cada vez más superlativo, especialmente cuando quienes ejecutan las acciones directas de daño, sabe a ciencia y conciencia que las primeras víctimas serán ellos, con lo que logran la culminación de sus destinos, pues el primer objeto que se trazan en la vida es ese destino en el que creen a fé ciega.

El miedo es la grave secuela de esos hechos criminales que vienen sucediendo en el mundo. Ya hasta los denominados amigos o aliados en causas aparentemente comunes, como en el caso de Rusia y Turquía, se agraden unos a otros en le medida en  que mientras indagan si un sobrevuelo militar es amigo o enemigo, ya que los terroristas normalmente llegan vestidos de amigo, se dispara a prevención.

La impotencia y enorme debilidad del ser humano cuando se dedica a vivir la vida que quiere construir, es campo fértil para que crezca ese miedo, en el que se cultivan todos los males. El peor de todos: la pérdida del criterio de  libertad, pues las limitaciones que se nos imponen desde el objetivo de conseguir  niveles de seguridad, con todas las incomodidades y ausencia de respeto por la dignidad humana, terminan  por volverse el diario vivir de unos ciudadanos que se nos vuelve normal que nos molesten a los honrados en búsqueda de los antisociales, a quienes nunca encuentran, pero con ese objetivo nos hacen nuestra existencia incómoda, engorrosa y enmarcada en unos linderos en que la libertad no aparece y cuando lo hace es a manera de excepción,. Lo que de alguna forma cambias el esquema de lo social.

Es el miedo universal. Ese que nos lleva a ver enemigos en todo aquello que sencillamente sea desconocido.