19 de febrero de 2025

Homenaje póstumo de Rubencho a Piedrahita Pacheco

21 de octubre de 2014
21 de octubre de 2014

alberto piedrahita
Imagen kienyke

En cada metro de las carreteras colombianas retumbarán siempre los ecos vibrantes y graves de una de esas voces permeables al avance del tiempo. La limpidez de su garganta está inmersa en nuestros oídos. Penetró para siempre en las memorias de quienes crecimos en la radio o la tv con la vertiente de su pulcritud.

Maestro, fue un placer conocerlo.

De adolescente admiré la cadencia de su pronunciación perfecta. Aprendí que no se debe gritar para crear emociones. Supe que en los altos y bajos de su voz espléndida estaban los secretos del buen decir. Usted, Don Alberto, irradiaba un torrente repleto de castellano fino, de dicción impecable. Culto, ameno, con humor bien administrado, sin perder nunca la compostura, era conductor de programas de cualquier naturaleza, desde la Barra de las 12, hasta la Luciérnaga o los noticieros estelares de la radio o la televisión.

Su dueto con el “viejo requetemacanudo Julio Arrastía Brica” entra ahora mismo en los anales de la historia radial colombiana. Ya están juntos los integrantes de una llave magistral que abrió las compuertas auditivas de la afición ciclística. Son tiempos que no volverán. Hay hechos y protagonistas irrepetibles.

Muchas gracias, “Padrino”.

Usted quizá no lo supo, pero su voz era mi aprendizaje. Cuando lo acompañé en un Tour de Francia — entre vinos, quesos y alegrías — abracé uno de los instantes capitales de mi existencia periodística. Y supe que detrás de ese rostro serio transitaba el espíritu noble de un gran amigo que siempre alzaba una copa, generando un sincero y recio saludo, antes de dejarnos escuchar desde el fondo de los micrófonos su acento indiscutible e inimitable.

Por eso, cualquier ventisca en la Vuelta al Táchira nos traerá de regreso la vibración hermética de su fuerza comunicadora. Lo tendré eternamente presente para exaltar la fidelidad de los sonidos, la grata emisión de sus mensajes. La palabra en su mejor expresión. Muchos le debemos bastante.

Repose en paz.