11 de octubre de 2025

A propósito de un premio de periodismo para el difunto Chávez

15 de junio de 2013
15 de junio de 2013

Informan desde el vecino país que el jurado del premio nacional de periodismo Simón Bolívar, decidió por unanimidad entregar el galardón de este año 2013 al ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, fallecido el pasado 5 de marzo.

Frío se debió haber quedado el continente entero y sobre todo el verdadero periodismo con semejante determinación, habida cuenta de los funestos antecedentes del personaje distinguido, caracterizado a lo largo de su vida pública por ser un incansable perseguidor de la prensa que no era abyecta a sus pretensiones y orientaciones.

Según el jurado del atrabiliario fallo, Chávez impulsó durante sus mandatos los medios públicos en Venezuela, esto es, los oficiales que día y noche le rendían pleitesía y sumisión, pero olvidó consignar que a los otros medios también los impulsó, pero hacia la desaparición, la quiebra o el ostracismo.

“Ni Simón Bolívar ni Hugo Chávez fueron periodistas y nunca tuvimos mejores comunicadores que ellos dos”,  dijo la periodista  Lili Rodríguez , quien ofició de jurado, como si perorar, disparatar y rebuznar todos los días desde o ante los medios o por las redes sociales, fuera mérito suficiente para ser considerado periodista.

De prosperar esta nueva tesis de los jurados venezolanos en el continente, los premios de periodismo de ahora en adelante deberían ser entregados a ciertos personajes que desde las alturas del poder o ya alejados de éste, dedican todos sus esfuerzos al cuestionamiento, la crítica o la descalificación — porque si y porque no – de todo cuanto hagan los que manejan sus países.

El jurado sustentó el otorgamiento del premio a Chávez “porque él devolvió la palabra a los oprimidos del mundo, y en su rol de comunicados social, en su constante batalla contra la mentira mediática, le dio sin descanso al pueblo su lectura y nos legó la patria”.

La que allí se califica de “mentira mediática” es todo aquello que tienen que consignar los medios de comunicación serios y que de verdad trabajan por el interés de sus lectores y de la ciudadanía en general, sin miramiento alguno y, sobre todo, sin plegarse a los mandatos o caprichos del  gobernante de turno, por poderoso que este sea.

O será “mentira mediática” mencionar, por ejemplo, la falta de papel higiénico en el vecino territorio ?

Desde el más allá Hugo Chávez continúa su rol de comunicador, según título que le ha conferido el jurado venezolano de este premio, aunque el principal alumno de su reducida aula – Nicolás Maduro – todos los días de muestras permanentes de su incapacidad intelectual para asimilar las enseñanzas de tan extraordinario maestro.

Sin embargo no son de extrañar estas inexplicables determinaciones en asuntos tan subjetivos,  como pueden ser  la calificación o la escogencia de algo o de alguien en determinado campo del diario acontecer, donde a veces pesan más los aspectos políticos o los económicos.

Desempeñar durante mucho tiempo el poco honroso oficio de alabarcero o sobachaquetas,  confundir la actividad económica con la periodística y en términos generales, anteponer el estómago y el bolsillo al cerebro y la verdad, también hace parte algunas veces del haber que algunos exponen para ser ungidos.

Lo cierto es que el verdadero periodismo ya estaba copado con tanto émulo de los seres de Komodo, como para que ahora venga a sumarse a esa pléyade de indeseables, y lo que es peor, desde el más allá, el inefable Hugo Chávez Frías. Ni tanto honor ni tanta indignidad.

En busca de jóvenes mayores de 50

Autor: Rubén Darío Barrientos

Cuando el gerente de la compañía busca un médico, indaga hasta seleccionar un galeno curtido, antes de que sea un profesional sin mucho cartel. En el “canosito” advierte más experiencia y eso lo tranquiliza. Cuando ese mismo gerente quiere un consultor legal, opta por un abogado maduro y con trajín, sobre un “pollito” jurídico que apenas despunta: le teme a que la asesoría sea más incipiente con el segundo y termine chamuscado. Cuando el personaje de marras, aborda un vuelo, respira tranquilo cuando después de las escalerillas observa que el piloto tiene sus añitos: interioriza que al tener más horas de vuelo, habrá más seguridad para todos y más maniobra para cualquier emergencia.

¿Por qué entonces, si cree en los hombres de edad, no contrata cincuentones para su empresa? Esa es una pregunta que cabe, desde hace muchos años en Colombia. Una cosa es la vejez, otra es la madurez y una muy distinta es la experiencia. El viejo, laboralmente hablando, es sinónimo de desecho. Y ahí no voy a glosar nada: no es la edad su óbice, es su mal talante, su imperfección para rendir, su incuria para laborar, su desuetez y sus caprichos. El maduro, ya es para tenerse en cuenta: ha vivido mil experiencias y es capaz de descifrar lo estratégico de lo inútil; lo seguro de lo riesgoso; lo edificante de lo torpe; lo rentable de lo improductivo. Por su parte, el que acumula experiencia vale oro: no lleva a la empresa por caminos inciertos, la conduce por sendas seguras; ofrece lo mejor de su producción y le inculca a la compañía maneras de salir avante.

Repito, ¿Por qué ese gerente, que tampoco es ningún sardino, no engancha personas maduras o con experiencia? Más que por una convicción, es por un capricho y una moda. Además, los jóvenes son más económicos en su retribución. Al fin y al cabo, apenas empiezan. El añoso, no se regala porque entrega contribuciones valiosas y porque sus mismos compromisos familiares ya le exigen envergadura en el ingreso. El que apenas comienza, es generalmente soltero y no tiene apremios en su hogar. Y el que no lo es tanto, tampoco posee exigencias superlativas: inicia su etapa laboral y ella le permite ritmos más pausados y con menos estrés. Otra cosa: el que ya está en su madurez, es un lobista por antonomasia, en cambio el joven apenas despierta al mundo y sus intríngulis.

Enhorabuena, el representante a la Cámara Simón Gaviria ha presentado un proyecto de ley para favorecer el “último empleo” que anhela integrar 500.000 personas mayores de 50 años al mercado laboral. Ya pasó el primer debate y se busca que este mismo año culmine su fase legislativa. Hay dos incentivos: una deducción del 12% sobre el total de los pagos laborales de estos trabajadores y el 12% del impuesto sobre la renta. También contempla normatividad sobre el “empleo de emergencia”. Puede ser una cuestión populista. Pero sea lo que sea, es un intento por quitarles el marbete de “cuchos” a los mayores de 50 años. ¿Cuánto podrán aportar estos maduros y expertos a tantísimas compañías en manos de los yuppies? Señores gerentes, la mezcla es lo ideal: entraditos en años como jefes en puestos claves y jovencitos en la “molienda” aprendiendo para el relevo. Seguro.