Otto Morales Benítez: 90 años
Tampoco es común que a los 90 años esa persona hable sin que se le quiebre la voz, suelte todavía una carcajada kilométrica o escriba sesudos ensayos donde interpreta el pensamiento de connotados líderes nacionales. Por esta razón, el caso de Otto Morales Benítez, el escritor caldense que el pasado 7 de agosto cumplió 90 años de edad, merece destacarse.
Es justo hablar de Otto Morales Benítez ahora que ha llegado a la cumbre de los 90 años. Sobre todo porque mientras a esta edad otros dirigentes nacionales se han retirado a sus cuarteles de invierno para observar desde una biblioteca cómo transcurre la vida democrática del país, este escritor que ha publicado 125 libros sigue felizmente activo, despertando con su obra la conciencia de los colombianos sobre el devenir histórico de la patria, señalándoles caminos a quienes tiene sobre sus hombros la responsabilidad de conducir los destinos de Colombia, buscando en archivos documentos para explicar el mestizaje en América Latina. Desde su primer libro, “Estudios Críticos”(1948), el estudio de nuestra nacionalidad ha sido una constante en la obra de este ensayista oriundo de Riosucio.
La carrera literaria de Otto Morales Benítez se inició en Medellín. Mientras estudiaba derecho en la Universidad Pontificia Bolivariana asumió, con Belisario Betancur y Miguel Arbeláez Sarmiento, la dirección del suplemento literario Generación, del periódico El Colombiano. Allí nació su vocación como escritor. Desde entonces, este dirigente liberal que ocupó los ministerios de Trabajo y Agricultura en el gobierno de Alberto Lleras Camargo no ha dejado de escribir. La suya ha sido una vida dedicada al estudio de la literatura colombiana, y a la búsqueda de nuestra identidad como pueblo con raíces mestizas. Sus libros abarcan diversas facetas del acontecer nacional. Es decir, es un escritor comprometido con el país, que explora sobre nuestra conformación étnica.
Colombia perdió la oportunidad de tener como presidente a este caldense que hace parte de las academias de jurisprudencia más importantes de América Latina. Carlos Lleras Restrepo lo tuvo siempre en la lista de presidenciables. Como parte de la generación que el ex presidente denominaba del 47, su destino estaba marcado para ocupar el Solio de Bolívar. Pero de pronto la falta de ganas no le permitieron acceder al poder. Cuando fue precandidato del Partido Liberal retiró su nombre, aduciendo “inaceptables condiciones para ser candidato”. Otro habría sido el presente de Colombia si este humanista formado en múltiples lecturas hubiera orientado sus destinos. Su formación intelectual lo habría catapultado como un excelente mandatario. También su conciencia social.
El pensamiento de Otto Morales Benítez se caracteriza por su acendrado espíritu colombianista. No hay libro, en su vasta obra, que no tenga como referente a Colombia. En “Liberalismo: destino de la patria”, el autor recalca sobre las ideas de este partido para construir una patria con justicia social. En “El pensamiento social de Rafael Uribe Uribe” hace énfasis en la forma como este líder liberal expuso su visión de una sociedad más justa, construida sobre pilares democráticos, que permitieran la igualdad. En “Testimonio de un pueblo” se aproxima a lo que significó la colonización antioqueña en Caldas. En “Reflexiones sobre el periodismo colombiano” habla sobre la necesidad de que los gobernantes conserven, siempre, una conducta de respeto hacia la libertad de prensa.
La crítica literaria no ha sido ajena al ajetreo intelectual de Otto Morales Benítez. “Itinerario”, “Aguja de Marear”, “Líneas culturales del Gran Caldas” y “Caminos del hombre en la literatura” son libros que muestran a un autor comprometido con su entorno, generoso en el análisis del pensamiento de otros hombres de letras, conocedor como pocos del arte de escribir. A sus 90 años, este escritor que cuando renunció a la Comisión de Paz conformada en el gobierno de Belisario Betancur para lograr un acercamiento con los grupos alzados en armas denunció que existían “enemigos agazapados de la paz”, continúa escribiendo con frescura idiomática. Morales Benítez cultiva una prosa rica en referencias terrígenas. La suya es una pluma decantada. Su lenguaje es sobrio.