Soberanía en crisis
Este dinero ayudó a convertir a Colombia en un buen aliado del poderoso país del norte. Por ejemplo los acuerdos militares se limitaron a convenios de cooperación que autorizaban y regulaban la presencia de asesores militares de Estados Unidos.
Pero en los últimos siete años la situación ha cambiado en forma drástica; es así como en un artículo de la revista Semana (marzo 23 de 2009) aparece la siguiente afirmación: “Pocas veces en la historia de Colombia, Estados Unidos había metido tanto sus narices en las políticas internas. Y lo increíble: con el visto bueno del Estado”. Esta situación se ha venido agudizando y hoy hablamos de pérdida de la soberanía.
La herencia de la base de Manta
En noviembre de 1999, se firmó un acuerdo entre Estados Unidos y Ecuador para el uso de la base de Manta durante un período de diez años. Manta es un importante puerto de 250.000 habitantes situado a 20 minutos, en avión, de la frontera colombiana y se convirtió en punta de lanza del Plan Colombia. De acuerdo con un oficial retirado del ejército ecuatoriano “Manta, para el propósito del Plan Colombia, es un portaaviones en tierra de Estados Unidos”. Pero la polémica se agudizó porque, según militares y autoridades del Ecuador, la base se utilizó para el operativo contra el campamento de Raúl Reyes. Según el tratado las instalaciones de Manta sólo pueden utilizarse para el control antinarcóticos; por esta razón, en lo más fino del escándalo de la “Operación Fénix”, exclamó el presidente Correa: “Señores estadounidenses, cojan sus cosas y váyanse”.
Desde julio de 2008 el gobierno de Quito le notificó al de Washington que debía abandonar la base antes de noviembre, por este motivo los Estados Unidos pusieron sus ojos en Colombia: un buen aliado desde el gobierno de Bush. En ese momento se interesaron en la base aérea de Palanquero, en Puerto Salgar (Cundinamarca).
En el pasado mes de abril el Comando Aéreo para la Movilidad de la Fuerza Aérea de Estados Unidos elaboró un informe titulado “Estrategia Global en Ruta” en el que Estados Unidos define sus planes para asegurarse corredores aéreos y bases que le permitan mayor alcance en sus operaciones. En el capítulo de la estrategia para Suramérica dice que “hasta que el Comando Sur establezca un teatro de operaciones más robusto, Palanquero debe ser suficiente para el alcance en movilidad aérea en el continente suramericano” (El Tiempo, 31 de mayo de 2009).
USA y el uso de bases militares colombianas
Desde los primeros días del mes de julio la revista Cambio viene revelando detalles de un acuerdo que están negociando Colombia y Estados Unidos, para fortalecer la cooperación militar. Dicho acuerdo permitiría, por primera vez, el uso de nuestras bases militares para operaciones en las que intervendrían soldados, aviones y buques de guerra estadounidenses. Estas instalaciones son las cinco principales bases de la Fuerza Aérea y de la Armada: Palanquero, Apiay, Malambo, Bahía de Málaga y Cartagena. El acuerdo plantea la posibilidad de que desde dichas bases “Estados Unidos pueda cooperar con otras naciones de la región, y de ejercicios combinados para abordar amenazas comunes a la paz, la estabilidad, la libertad y la democracia” (Cambio, 9 a 15 de julio de 2009). Los negociadores norteamericanos han aclarado que no pretenden interferir en el ejercicio del mando de los oficiales colombianos en las bases, pero sí “harán valer la autonomía de los militares estadounidenses cuando las operaciones trasciendan las fronteras colombianas”.
Parece que las negociaciones comenzaron hace cuatro meses, en el mayor secreto, pero se intensificaron en vísperas de la reunión de Obama y Uribe; para ese momento ya había consenso sobre la duración del acuerdo: 10 años, lo mismo que el de Manta.
La película que se viene desarrollando ya está levantando ampollas. La revista Cambio inició las denuncias con su titular Los enviados del Pentágono y con un artículo muy bien documentado. Mientras tanto El Tiempo, en un editorial del 6 de julio, anotó que “Este tipo de cooperación despierta inquietudes, por sus consecuencias sobre la soberanía nacional y sobre la simetría en los derechos y obligaciones que adquieren Estados Unidos y Colombia. Al fin y al cabo, se trata de una alianza con la primera potencia del mundo. Además, la presencia eventual de tropas extranjeras exacerba nacionalismos y polariza a la opinión pública”.
Pero no aprendemos la lección
Cuando el gobierno de Washington anunció su retiro de la base de Manta, para el mes de septiembre, exclamó el presidente Correa por medio de su canciller que “nunca volverá a repetirse una política de entreguismo, de ceder parte del territorio nacional”. Mientras tanto la estrategia del presidente Uribe es diferente, pues le viene apostando a la guerra interna y en cuanto a la externa apoyó a Bush en su invasión a Irak.
Todos sabemos que la visión geopolítica de los Estados Unidos es siempre la misma: se retira lentamente de Irak mientras interviene en Afganistán para garantizar la ruta del petróleo, al tiempo que controla a la vecina Pakistán. En su política de largo aliento mantiene numerosas bases en todo el mundo, en 2005 tenía 737 y la cifra sigue en aumento, porque la versión norteamericana de colonia es la base militar.
El presidente Uribe no aprende y sigue peleando con sus vecinos. Por cuenta de estas cinco bases Colombia se convertirá en una amenaza para el continente. Y el canciller Jaime Bermúdez, con la ingenuidad que lo caracteriza, anotó con desfachatez que por un “sesgo ideológico” Colombia no puede perder la oportunidad de “semejante ayuda para combatir el narcotráfico y el terrorismo”.
Ahora todo se sigue enredando con el video del “Mono Jojoy”. Mientras tanto las relaciones económicas con Ecuador viven el peor momento: pierden ambos países.