Previo, suyo, mandar a, heces-eses
El adjetivo ‘previo-a’ significa: “Anticipado, que va delante o que sucede primero” (El Diccionario). Algunos establecimientos educativos lo han sustantivado en su forma femenina (‘previa’) para expresar con esa palabra la idea de ‘examen parcial’, por ejemplo: “Mañana tendremos ‘previa’ de geografía”). Con esta acepción no se encuentra en ningún diccionario. Sin embargo, el de María Moliner lo acepta en oraciones como ésta: “El examen de historia universal es previo para el de la historia de España”. Es, pues, un término muy sui géneris, que, inclusive, sin tener carácter de participio pasivo, se emplea para formar lo que los latinos llamaban ‘ablativo absoluto’, y nosotros, ‘participio absoluto’, por ejemplo: “Las decisiones tomadas se adoptan por la Sala de Decisión, previo estudio de un proyecto…” (LA PATRIA, Augusto Morales V., VII-29-09). De ‘previo’, don Manuel Seco enseña: “En televisión, ‘grabación del sonido antes de impresionar la imagen’. Es también el término que la Academia propone como traducción del inglés ‘play-back’, que, aunque de uso general hoy, sería muy ventajoso y no difícil reemplazar por su equivalente español” (“Diccionario de dudas”).
‘Suyo, suya’ son pronombres posesivos de 3ª. persona, tanto del singular como del plural (‘de él, de ellos’; ‘de ella, de ellas’), que no pueden hacer las veces de complementos circunstanciales, error muy frecuente en las traducciones de algunas series de televisión, y que de tarde en tarde cometen aun personas cultas. Por ejemplo, el rector de la Universidad de Manizales, doctor Guillermo Orlando Sierra S., escribió: “Lo dije, lo digo y lo seguiré diciendo: gracias profes. Por supuesto, a través suyo, les rindo honores a los miles de profes…” (LA PATRIA, VII-24-09). La construcción castiza es: “Por supuesto, a través de ustedes…”. No siempre la preposición ‘de’ indica posesión. Sin olvidar, señor, la coma del vocativo: “Gracias, profes”.
Cuenta Cide Hamete Benengeli en el capítulo VI de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha: “…procuraban (la sobrina y el ama) por todas las vías posibles apartarle de tan mal pensamiento (regresar a sus aventuras de caballero andante), pero todo era predicar en desierto y majar en hierro frío”. Vale decir, aconsejar y enseñar inútilmente. Cualquier parecido con este mi oficio y con el de muchos profesores no es coincidencia. En octubre del año pasado, por ejemplo, hablé del mensaje con que el periódico caldense acompaña la fotografía del sacrificado periodista, Orlando Sierra Hernández, y que reza así: “¿Quién lo mandó a matar?”. De esta manera, el redactor se pregunta quién mandó al periodista a que matara, no quién pagó por que lo mataran. La pregunta correcta es: “¿Quién lo mandó matar?”. Meses después, los responsables cambiaron la fotografía y el texto (“Aún no se sabe quién lo mandó a matar”), pero conservaron la preposición ‘a’, culpable del desatino. ¿Por qué? O no me creyeron, o no me pararon bolas. Por estos días, en el mismo periódico, Alejandro Samper Arango escribe: “…sostienen que el político caldense mandó a matar al comunicador…” (VII-25-09). Y un titular de primera página de la misma fuente anuncia: “Jefe de bomberos mandó a matar a un subalterno” (VII-31-09). Lo dicho, “predicar en desierto y majar en hierro frío”.
La mudez de la hache y, entre nosotros, la homofonía de las consonantes ‘ce’ y ‘ese’ le hicieron una guarrada (maloliente, de todos modos) a quien transcribe las llamadas de los lectores a Línea Directa de LA PATRIA. En efecto, la comunicación que la señora Gloria Inés Valencia hizo quejándose de las inmundicias que se ven y se huelen en la plaza de Bolívar, quedó impresa de la siguiente manera: “Qué suciedad tan horrible sobre todo junto al mural que decora dicha plaza lleno de eses…” (VII-23-09). Y no es que con ésas no se puedan dibujar eses, sino que lo que la señora Valencia quiso decir fue lo siguiente: “¡Qué suciedad tan horrible, sobre todo junto al mural que decora dicha plaza, lleno de heces…!”. ¡Fo!