La casta femenina
A pesar de las enormes dificultades existentes en suelos distantes, muchos hispanos, aun sin manejar bien el ingles, se han forjado para si y para los propios un porvenir exitoso en medio, ademas de calamidades domesticas insalvables.
Juana, una mujer madre de dos hijos, de humilde origen dominicano, llego a la union americana con su prole, pretendiendo, como millones de personas, con ahinco y decision, conseguir un futuro promisorio en territorios americanos, hace un poco menos de dos décadas.
Su primer hijo nacio con un grave problema de discapacidad congenita, razon por la cual fue abandonada a su suerte.Posteriormente tuvo otro hijo, con una distancia de cuatro años entre ambos, con una persona diferente.
L a mujer caribeña como nuestras mujeres hispanas, valientes y corajudas, son hacedoras de imposibles donde quiera que moren. Logró con mucho esfuerzo, primeramente, salvar las barreras del idioma ingles y, en segundo término, ha venido laborando, sin descanso alguno, durante todo este tiempo, casi 18 horas diarias, con miras a sacar avante a su familia.
Se especializó en el trabajo nocturno de un hospital, desempeñando los oficios básicos de obligada necesidad asistencial. En el dia combinaba tales actividades, además, porque tambien se empleaba por horas en diferentes tareas, ejercicio muy propio de este mercado laboral, con la atencion por horas escasas de su descendencia.
Esta lider volvia a su casa en las horas de almuerzo y de comida, dejando hecho el desayuno, que tambien compartian siempre juntos los tres. Solo tomaba alimentos con los suyos para interactuar validamente con ellos. Ha sido un penoso tiempo, pero ha sido encarado con entusiasmo maternon desaforado.
Pasaron los años y ella ha salido adelante con una dinámica admirable que constituye gran ejemplo de imitacion. Muchos hispanos viven tristes realidades en muchas regiones del orbe. Muestran su casta y su valor aún con dificultades insalvables. Para este caso, la gran superacionde Juana es una historia que con algunas diferencias se repite, pues aun separada, con el amor propio a su familia, conquistan mejores escaños de bienestar para los suyos, sin importar sus humildes origenes. La lucha es tenaz, como suele decirse popularmente.
Una mujer defiende y saca al otro lado a sus hijos, donde quiera que se encuentre, como una leona ampara y entrena para la vida dificil a sus cachorros, en el entorno de su habitat.
Definitivamente, nuestras mujeres latinoamericanas, con todo a cuesta, son capaces de superar monumentales obstaculos para hacer prevalecer la raza y demostrarnos tambien que no se amilanan ante nada ni ante nadie y así, tambien, tengan que afrontar vicisitudes de orden linguistico, de calamidad doméstica perdurables, del modo de pensar y actuar diferente al de sus naciones, y, lo que tambien es trascendente, en latitudes totalmente extrañas.
Ahora su hijo discapacitado, experto en sistemas, se esta paulatinamente consolidando como el baston afectivo y economico de la inexorable vejez de Juana.