Hogaño,deificación, epéntesis, sobreseer
El Caballero de la Triste Figura lo empleó de la siguiente guisa poco antes de morir: “Señores -dijo don Quijote-, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha y soy ahora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno” (II-LXXIV). Tanto ‘hogaño’ como ‘antaño’ son adverbios de tiempo que significan, el primero, “actualmente, ahora”; el segundo, “en épocas anteriores”. Y, aunque ‘hogaño’, por su etimología (del latín ‘hoc anno’ = en este año), significa también ‘este año’, no debe emplearse para señalar una fecha, como lo hizo en su carta al Correo Abierto de LA PATRIA el señor Obed Aristizábal Vélez: “La misma se efectuará el día 12 de agosto hogaño, y la hora…” (VIII-10-09). ¿Original? –Muy original. ¿Castizo? -No parece. ¿Traído de las cabellos?-Sin lugar a dudas.
En su columna de LA PATRIA del 7 de agosto de este año, el señor Óscar Tulio Lizcano le aplicó la ‘epéntesis’ al sustantivo ‘deificación’, convirtiéndolo erradamente en ‘deidificación’. Así escribió: “Chávez, interpretándolo con criterio de sobrenaturalidad, culmina en la pura deidificación”. ‘Epéntesis’ (palabra griega, ‘agregar en medio’) es una figura de dicción -poco conocida pero asaz empleada- que consiste en intercalar en un vocablo una letra o una sílaba, que nada tienen que ver con su etimología, por eufonía, como licencia literaria, o, acaso, por otra razón, no siempre aceptable. En el ejemplo citado, el señor Lizcano le insertó la sílaba ‘di’ (dei-di-ficación), redundante desde cualquier punto de vista. Ejemplo clásico de esa figura es el de sor Juana Inés de la Cruz, quien escribe ‘coronista’ (c-o-ronista) por ‘cronista’: “Aquí sí que el mejor Julio / de erudición y prudencia, / coronista de sí mismo / escribirá sus proezas”. La ‘epéntesis’ se justifica en el tercer verso como una licencia poética, relacionada con la métrica del mismo. En la oración de don Óscar Tulio no tiene excusa. Nota: La palabra ‘sobrenaturalidad’ no está asentada en los diccionarios, pero es muy lógica, porque si lo es ‘naturalidad’ (cualidad de natural), debe serlo también ‘sobrenaturalidad’ (cualidad de sobrenatural).
Y, aunque no los encontré en ninguna fuente como tales, me parece que son también ejemplo de ‘epéntesis’ los términos ‘competitividad, competitivo y repetitivo’. Lo digo, porque las raíces de esas palabras son, respectivamente, ‘compet-‘ y ‘repet-‘; y sus desinencias, ‘ividad’ e ‘ivo’. Sobra, por lo tanto, la sílaba ‘ti’, puesta ahí sólo por eufonía, pero aceptada y bendecida por el uso. Traigo esto a cuento, porque en LA PATRIA del 7 de agosto el redactor de ‘Al correr de las Horas’ y el columnista Jorge Enrique Pava Quiceno escribieron, el primero, incorrectamente; correctamente, el segundo: “…la Secretaría de Competividad y Fomento Empresarial…” (el redactor); “El secretario de Competitividad de Manizales…” ; “…de tal forma que se vuelvan más competitivos…” (Jorge Enrique). El diccionario de María Moliner enseña lo siguiente acerca de las desinencias ‘ivo, iva’: “Sufijos con que se forman derivados de verbos; generalmente, se modifica la consonante de la raíz: ‘reflexivo’, ‘incisivo’. O se transforma el sufijo en ‘ativo’ o ‘’itivo: ‘paliativo, prohibitivo”. Y, añado yo, ‘competitivo’, ‘repetitivo’, ‘partitivo’ y otros. Voces todas en las que se hace presente la figura ‘epéntesis’, para que dichas palabras suenen bien. La Academia, no obstante, desata este nudo gordiano “considerando estas terminaciones como nuevos sufijos”: ‘-ativo’ (ahorrativo) e ‘-itivo’ (factitivo). ¡Pues, bueno!
“La justicia es dar a cada uno lo suyo”. Es una de las pocas cosas que sé de Derecho. Pero, cuando leí la siguiente frase del padre Luis Felipe Gómez Restrepo, me pareció que le habían fallado en ella los violines: “…y que falta mayor investigación antes de sobre ceder a Álvaro Leyva y a Carlos Lozano” (LA PATRIA, VIII-13-09). Primero, porque ‘sobre’ en ese caso sería un prefijo que, como tal, debe ir pegado a la palabra. Y, segundo, porque este vocablo, ‘sobreceder’, no tiene sentido ahí. Consulté, entonces, y supe que el término adecuado en dicha oración es ‘sobreseer’, el cual en Derecho quiere decir: “Cesar en una instrucción sumarial y, por extensión, dejar sin curso ulterior un procedimiento” (El Diccionario). Así, ya quedan todos los instrumentos afinados, y la oración suena armoniosamente. Amén.