7 de diciembre de 2024

Hijos de sastres

20 de julio de 2009
20 de julio de 2009

OTRAPARTE
Por Óscar Domínguez G. (*) 
 
Algún eslabón perdido debe haber entre literatura, periodismo, política y sastrería. Muchos niños gatearon arrullados por la música que salía de una nostálgica máquina Singer que daba puntadas con y sin dedal.

El terrible Henry Miller nació con estrella: su padre Heinrich, era cirujano plástico de paños. Obraba el milagro de adecuar el traje de los mayores a los que venían empujando. Convirtió esa destreza en destino. Miles de madres en el mundo tienen idéntica habilidad.

Sam, padre de los hermanos Marx, era sastre pero "no sabía nada del oficio", según su hijo Groucho. Era mejor amante.

Gay Talese, gurú del Nuevo Periodismo, perteneció a una generación de cinco sastres. Hizo la primaria literaria escuchando la prosa de las clientas de su madre modista. Desde entonces, cuida tanto sus metáforas como su pinta.

Otro que tuvo el acompañamiento de fondo de una máquina de coser fue el filósofo italiano Gianni Vattimo. Tiró la tiza como profesor de la Universidad de Turín.

Dedal mayor del siglo pasado fue Ángelo Litrico, quien puso de moda las dos aberturas largas que lució Mastroianni en La Dolce Vita. Le pagaban los trajes Eisenhower, Kennedy, Perón, el Rey Hussein.

Litrico, heredero del oficio de mamá, fue motivo de escándalo cuando confeccionó trajes para su cliente, Gorbachov. Le sugirió la hebra para airear la perestroika. También firmó el zapato con el que Nikita Krushov agredió su atril en la ONU.

Fue famoso en Medellín el sastre Ignacio Jaramillo, cuñado del presidente Ospina. Ilustres dedales fueron los Amaya, sastres de Dios (y del clero).

Hijo de sastre fue Rafael López, el gran locutor de la Universidad de Antioquia en los años cuarenta y cincuenta.

A los 13 abriles, guiado por los salesianos de Don Bosco, Hernando Trujillo ya estaba emparentado con el dedal. Pegó botones en Everfit y luego montó empresa. Se salió de la ropa y exporta elegancia.

Doña Oliva Pérez, madre de Bernardo Hoyos, premio de periodismo Simón Bolívar, practicaba la magia de convertir prosaicos retazos de tela en pintas para la muchachocracia de Santa Rosa. Mientras escuchaba la música clásica que salía de la máquina de mamá, Bernardino leía extasiado a Don Quijote.

Líbano, Tolima, es el municipio colombiano que tiene más hijos de sastre por milímetro cuadrado: cuatro. Dos son los hermanos Román y Henry Medina, quien ya fue "recogido por el silencio".

Un tercer hijo de sastre libanés es Fernando Barrero, decano de periodismo de la Universidad Los Libertadores de Bogotá. Y el cuarto, periodista, novelista y uribista, es Germán Santamaría, director de Diners. Barrero y Santamaría son sastres ideológicos del precandidato Juan Manuel Santos.

El poeta nadaísta Jota Mario Arbeláez tiene un dedal en su hoja debida. Es hijo de Chucho, sastre caleño, a quien le cosió un poema que dice: "Desde mi nacimiento, no tuvo paz tu pie sobre los pedales".

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