El Caro y Cuervo
Por: Gustavo Páez Escobar
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Por: Cartas de nuestros lectores
Bastante lamentable que nuestro Caro instituto esté agonizando.
Colombia, que era un país de políticos cultos, dejó de serlo hace mucho tiempo. Yo creo que el último de esos políticos cultos fue Belisario Betancur, hace 30 años, y de los primeros el propio Miguel Antonio Caro y su mentor, el poeta cartagenero Rafael Núñez.
Cualquier estudiante de filología o lingüística española, y desde luego de literatura española, sabe quién fue Rufino José Cuervo. Entonces, como una institución culta y emblemática, como el Caro y Cuervo, no puede estar a merced de ministros de Cultura tan incultos, es necesario que sea autónomo. Por su propia supervivencia, es necesario que el Caro y Cuervo deje de depender de funcionarios del Gobierno de Colombia. Es decir, el Estado tiene la obligación de cuidarlo, pero para que sea autónomo debe tener una Junta de Gobierno, en la que esté el presidente del Banco de la República, el del Grupo Bavaria o fundaciones que lo quieran patrocinar, etc., y también el ministro en turno.
A los colombianos de ahora les ha pasado un poco lo que a los griegos modernos: tuvieron antepasados muy inteligentes, pero en nuestros días la gente sólo quiere divertirse, y piensan que todo puede asimilarse a la producción de zapatos. En fin, hay muchos colombianos en distintos lados que no querrán que el Caro y Cuervo se desplome.
Creo que personas como el columnista de Elespectador.com Gustavo Páez, que ha tratado el tema, pueden coordinar una campaña, como de hecho va, para la defensa del Caro y Cuervo. Fernando Vallejo podría decir algo, tal vez Gabo, Eduardo García Aguilar, mucha gente. Y si desde México se puede hacer algo, coordinar con la gente de acá, pues estamos a sus órdenes.
Salomón Cuenca. Ciudad de México