La desprotección social
Víctor Zuluaga Gómez
Existe un Ministerio mal llamado de la Protección Social, porque su jefe, a más de mantenerse entretenido ofreciendo puestos a los parlamentarios cuando de reelección presidencial se trata, su actividad se ha centrado en ampliar la cobertura de salud a la mayor cantidad de colombianos. Y lo ha logrado, pero a costa de la calidad de la misma, como ha ocurrido también en el caso de la Educación.
Hacía ya algún tiempo que no solicitaba un servicio en mi EPS, que para efectos puede llamarse de cualquier manera, porque todas están hechas de acuerdo a la medida de la Ley 100, es decir, como empresas que buscan el lucro con una necesidad básica de la población como es la salud. Porque nadie entiende que a dichas empresas se les releve de la obligación que tienen de prestar algunos servicios para obligar al usuario a colocar una tutela, y de esta manerea la EPS replique contra el Fosiga, o sea, fondo de solidaridad costeado por quienes cotizan para salud.
Pero además, se somete al usuario a largas colas y esperas, que darían para escribir un libro de terror en varios tomos.
Comencemos por la solicitud de una cita: estas ya no se dan personalmente, sino que se debe marcar un número telefónico de la serie 018000. Primera marcación y al cabo de un minuto, una voz muy gentil responde que el teléfono marcado se encuentra ocupado. Usted puede esperar diez minutos o una hora, con la seguridad de que va a repetir la misma experiencia: “la línea que usted ha marcado se encuentra ocupada”. Vamos a suponer que usted está desocupado y que insiste e insiste hasta que al fin logra comunicarse y le dan la cita con un medico general. Usted va a la cita que le dan, generalmente 15 o más días después de la fecha que la solicito. Si el médico general le ordena unos exámenes, entonces usted va al laboratorio y hace una cola con la paciencia del santo Job para que la presión no se le suba a cifras escandalosas. Y cuando usted creyó que era fácil conseguir otra cita para que el medio general le entregue los resultados de los exámenes, se equivocó. Debe volver a pedir otra cita, cuyo protocolo es el siguiente:
“Bienvenido a “Su EPS”, si va a solicitar una cita marque 1; si va a cancelar una cita marque 2…Usted hace la marcación y de inmediato le dicen: por favor si tiene cedula de ciudadanía, marque 1, si tiene tarjeta de identidad marque 2; si tiene…Después le dirán que marque el numero de su documento identidad y una vez que usted lo ha hecho, le repetirán el numero y le preguntaran que si es correcto marque 1 y si no lo es, marque 2.
Y entonces, como en una novela de misterio o de horror, cuando usted está convencido que ya ha culminado el proceso y le van a dar la fecha de la cita, comienza a sonar una melodía que lejos de tranquilizar al cliente, le pone los pelos de punta. Y para completar, una voz similar a la de la niña que hace la propaganda de la mata que mata, se deja venir con el siguiente mensaje: “todos somos responsables de todo, por favor siga las instrucciones institucionales para prevenir la enfermedad del virus AH1N1, recuerde que todos somos responsables. Y nuevamente la melodía y de vez en cuando un “tenga paciencia por favor”.
Si usted logra sobrevivir para conocer los resultados de sus exámenes, entonces puede estar seguro que no tiene ningún quebranto de salud, pero si buscando la cita se agrava y ya no es necesario acudir a ninguna cita médica, esa es la idea.
No hablemos de los medicamentos porque ello daría para otra serie de artículos dignos de Alan Poe.