El vicio de corromperse
Casos escandalosos en los que el narcotráfico le ha metido la mano al Quindío. El carácter involuntario del error quedó en evidencia en el primero de la historia en nuestra pequeña región, cuando se le regaló al quinceañero departamento una aeronave marca Piper modelo 68 –navajo- con serial 31- 196 y según Carlos Ledher Rivas, con matricula USA N50RK. En su carta al gobernador fechada el 20 de noviembre de 1978 en Nassau Bahamas, Ledher se presentó como el presidente de la empresa Air Montes Co Ltda., dedicada internacionalmente a la compra y venta de aviones. El Quindío cayó en la trampa sin darse cuenta. Entregado el avión cuya historia conocemos, vino La Posada Alemana, la millonaria inversión que Ledher hizo en ella, su inauguración con bombos y platillos y los sucesivos acontecimientos que llevaron a Ledher a la fundación del Movimiento Político Latino Nacional.
Después vinieron nuevos y sucesivos errores, aunque el defecto que no nace de error sino de malicia, deja de ser yerro y se vuelve culpa. La construcción en pleno auge del turismo en el Quindío de los hoteles Heliconias y Gaviotas en Quimbaya y La Tebaida respectivamente. Los constructores llenaron los requisitos legales, adelantaron todos los trámites. Siempre que fueron requeridos en los procesos de construcción de las obras, tuvieron todo en orden, papeles en regla. Las autoridades que concedieron las licencias de construcción, responsables de aprobar en planeación y en todas las dependencias oficiales, debieron saber a quién o a quiénes estaban otorgando esas autorizaciones. Por el vicio de corromperse y por las mañas oficiales, los administradores públicos en cada caso debieran ser responsables; los culpables directos por 30 años de lo mismo en Colombia y por supuesto el Quindío no ha sido el mejor librado entre los departamentos metidos al vicio nacional de la corrupción.
¿Sería que la aeronáutica civil no concedió licencia para una pista de aterrizaje en el hotel Las Gaviotas, a unos cuantos metros apenas del aeropuerto El Edén? Claro que supieron a quien le estaban permitiendo el funcionamiento de esa pista. A veces pasan por yerros las acciones más prudentes, pero hay otras acciones que con razón le pertenecen al sórdido ambiente que se mueve en el mundo de la corrupción.
Ahora el gobierno nacional tiene estos hoteles y/o centros recreacionales y se le han convertido en “papa caliente”. Con Las Gaviotas ha perdido plata y con Las Heliconias también. Se ha tenido que meter dinero del Estado, es decir, de todos los colombianos para el mantenimiento de estos centros hoteleros que han sido manejados muy mal después de que la dirección de estupefacientes asumió el control de los establecimientos con fines de extinción de dominio.
Ahora por una medida oficial el hotel Las Gaviotas —el de la pista de aterrizaje— ha sido entregado a bienestar social de la policía nacional para que se convierta en un centro recreacional al servicio de esa institución. Del mismo modo el gobierno ha dispuesto la venta de Las Heliconias. Lo tiene que hacer para salirse del encarte. El Estado no puede sacar dinero de sus golpeados recursos para sostener un entuerto que no puede encajar en la estructura de la administración pública y mucho menos ofrecer ayuda a otros vivos de tercera generación, que han llegado a pescar en río revuelto.
Mientras tanto el tiempo sigue pasando y la suerte de La Posada Alemana, la misma del Quindío en su desventura por la costumbre de comer cuento y permitir que la mala leche de la corrupción invasora y destructora de las mejores costumbres vinagre el ambiente con el argumento de que en el país se ha hecho lo mismo.
A ver si con las nuevas medidas el gobierno nacional y el Quindío se salen de lío y se suaviza el áspero camino por el que ha tenido que trasegar la moral y la ética pública regional.
Tres casos conocidos y de cuya realidad nadie tiene duda ninguna a estas alturas. La primera vez, quizá la más recordada.