10 de octubre de 2024

Samaná: entre el olvido y la esperanza

10 de abril de 2009
10 de abril de 2009

A Samaná se llega por una carretera angosta que desciende zigzaguente desde el sitio conocido como Cañaveral hasta el puente sobre el río La Miel, bordeando siempre precipicios de naturaleza exuberante. De allí en adelante se inicia un ascenso medio pronunciado que lleva hasta las primeras calles del poblado. Es una vía sin pavimentar que ondula sobre el verde de las montañas, bordeando en algunos trechos el caudaloso río que corre, abajo, por entre hondonadas rocosas. Arboles de todas las especies se levantan sobre las lomas que el viajero observa desde el interior del vehículo como adheridos a la tierra, agarrados con sus raíces como para no caer sobre la vía. Hacia abajo, mirando el lecho del río, la naturaleza es pródiga en belleza. El sonido metálico del agua que corre apacible buscando el río Magdalena le hace eco a los pájaros que cantan desde los árboles su tonada mañanera.

A la plaza principal se arriba después de recorrer 27 kilómetros de una carretera tortuosa que en algunas curvas, por lo cerradas, hace pensar en la posibilidad de un choque con otro vehículo. Se llega por una calle que en su parte inicial tiene dos carriles angostos con un separador que la hace más estrecha. Tiene un parque grande adornado con pequeños puentes de estilo romántico que pasan por encima de estanques cristalinos cuyas aguas hacen parte de una fuente luminosa que se enciende en las noches. Una iglesia de arquitectura sencilla adorna con sus torres simétricas su entorno. Cinco hermosas araucarias hacen compañía a varios pinos gigantes que se levantan majestuosos en el centro. Alrededor las calles son amplias. Y sobre los andenes, salidos un poco hacia la calle, los dueños de fuentes de soda colocan mesas y sillas para que la gente disfrute el paisaje mientras degusta un tinto..

Aunque fue fundado como corregimiento en 1.884 con el nombre de San Agustín, desde el siglo XVI las tierras de este municipio que es catalogado el segundo más extenso de Colombia eran habitadas por tribus aborígenes. En la época de la conquista sus terrenos fueron ocupados por los indios Pantágoras, una tribu de origen caribe que también fue conocida como Los Palenques. Estas formaron pequeñas comunidades indígenas que recibieron los nombres de Samanaes, Amaníes y Marquetones. En 1.908 fue erigido como municipio. Y en 1.930 empezó a llevar el nombre de Samaná como homenaje a la tribu de los Samanáes.

Es un pueblo que se debate entre el olvido y la esperanza, definitivamente. El olvido porque debido a ser la población caldense más alejada de los centros del poder parece estar condenada a sufrir las consecuencias de su aislamiento. Y la esperanza porque es un pueblo que tiene cifrados sus sueños de desarrollo en la Hidroeléctrica Miel 1,una central de generación que produce 395 megawatios, construída aprovechando las aguas que corren por sus tierras. El municipio de Samaná recibirá grandes beneficios económicos por las regalías que debe entregarle el Consorcio Hidromiel.

parque

La colonización antioqueña dejó en esta población de calles planas el legado de su cultura. Las ondas migratorias que se registraron en el norte de Caldas a principios del siglo XVIII se extendieron hacia el oriente del departamento. Por esta razón sus primeros habitantes fueron descendientes de antioqueños que habían asentado sus raíces en varios pueblos del norte en la época de la colonización. Las costumbres de sus habitantes, su arraigada fe católica y su amor por el trabajo fueron herencia de una raza que descuajó sus montañas para fundar un pueblo que hoy espera salir de ese olvido en que lo tienen las autoridades nacionales y departamentales.

La esperanza de los habitantes de este municipio enclavado en una vertiente de la cordillera central, que viven bajo la constante amenaza de una toma guerrillera por parte de un frente de las Farc, esta sustentada en su propio esfuerzo. Alentados por el propio miedo que les produce la eventualidad de un ataque guerrillero, continúan su lucha para obtener el sustento de sus familias con el mismo ánimo cada día. Las 29.869 hectáreas dedicadas a la ganadería, ocupadas por cerca de 30 mil cabezas de ganado, son prueba de que el miedo no les impide trabajar con ahínco para sacar adelante una región que espera mejores oportunidades de progreso.

La economía de este municipio de clima templado que cada sábado, desde las primeras horas de la mañana, se ve engalanado por la frescura de los rostros de las mujeres campesinas que llegan hasta el parque en vehículos tipo escalera, se mueve además por la producción cafetera. 4.633 hectáreas son cultivadas con este producto que genera recursos para el sostenimiento de cientos de familias campesinas que además cultivan en sus parcelas productos de pan coger como fríjol, maíz, trigo y plátano. El comercio local surte a casi la totalidad de los habitantes de la zona rural.

Es el municipio más extenso de Caldas. Con una extensión de 97.581 hectáreas que equivalen al 13.16% del total del departamento, tiene cuatro corregimientos: Florencia, San Diego, Berlín y Encimadas. Este último fue elevado a esa categoría recientemente. Norcasia, que fue otro de sus corregimientos, fue erigido como nuevo municipio de Caldas por la Asamblea Departamental. Cada uno de sus corregimientos tiene autoridad propia, iglesia, plantel de estudios superiores y centro de salud. Dependen administrativamente de la cabecera municipal.

Este pueblo que patrocina cada año un Concurso Nacional de Cuento Breve que lleva su nombre y ya tiene reconocimiento nacional, donde participan escritores de diferentes regiones del país, es uno de los más ricos en recursos hídricos del departamento. El río La Miel, de donde toma sus aguas la Central Hidroeléctrica recientemente inaugurada, es uno de los más caudalosos de todo el oriente caldense. La presa que se construyó para generar energía tiene una altura igual a la Catedral de Manizales. Allí está el futuro energético de Caldas.

Aprovechando el gran potencial de recursos hídricos que tiene el municipio, numerosos agricultores han visto la oportunidad de diversificar la producción con el ejercicio de la Piscicultura. En este momento funcionan 1.200 estanques que cumplen una excelente función piscícola. La misma Administración Municipal esta impulsando esta labor, ofreciéndole a las personas interesadas asesoría técnica. Veinte agricultores que han visto en esta actividad una buena proyección ya se han convertido en grandes productores, con montajes bien organizados. El producto es comercializado en La Dorada y otras poblaciones de influencia de la central Hidroeléctrica  Miel 1.

Samaná es un pueblo que no obstante recibir todavía recuas de mulas con los productos del campo conserva sus calles en completa limpieza. Esto obedece a que sus habitantes se preocupan por mantenerlas bien presentadas. Brigadas de limpieza se realizan constantemente con participación de la ciudadanía. Es quizá uno de los pocos pueblos de Caldas donde no se ve el famoso Jeep Willyz. Casi todos los vehículos de servicio público son viejos camperos Carpati acondicionados con motores potentes para enfrentarse a las carreteras veredales. Solamente dos buses entran y salen diariamente: uno para Manizales y otro para Bogotá.

Como todo pueblo que se respete, Samaná tiene sus personajes típicos. Son aquellos que deambulan por las calles con su vestimenta estrafalaria. María La Colaca, Ramón, Molleja, Lleras, Abelito, Palomo, Josefina, Francisco, Conchemugre e Isolina son personajes que se han ganado el cariño de la gente. Algunos hacen mandados para ganarse unos pesos. Otros se ponen iracundos cuando les gritan el sobrenombre. Pero todos forman parte de la historia del municipio. Siempre se les ve caminar por las calles con la misma ropa, llevando en las manos algún objeto para entretenerse. Por las noches duermen en sus humildes ranchos, cubiertos con cobijas que la gente les regala.