Un salvavidas para los chicos
A través de sendas páginas web – que ahora se refrescan cotidianamente con la información del momento- ya tienen vida propia y presencia permanente, en la aldea global, las revistas Eje 21, de Manizales, que ha aprovechado el colapso para convertirse en diario digital, y Cierto, de Medellín, único producto made in Colombia que lleva casi tres lustros dedicado a mover temas relacionados con la problemática, la defensa y demás menesteres derivados del ejercicio periodístico.
El paso del papel físico al universo virtual lo están dando, ante la generalización de la crisis mundial, a medida que adelgazan sus plantas de redacción y ponen en venta sus edificios importantes diarios de todo el orbe que hasta hace poco tiempo miraban sus sitios en la red como un servicio complementario para sus lectores.
Jamás pasó por la imaginación de los más avezados editores que con Internet llegaría el que ha sido visto como el principio del fin de la llamada prensa escrita. Esta perspectiva la vislumbró oportunamente la gente de El País, de España, pero se equivocó cuando pretendió cobrarle un peaje mensual a la clientela que quisiera acceder a su sitio. Los navegantes prefirieron ir gratuitamente a los demás portales con entrada franca, sin pagar un peso. La red trabaja noticiosamente al mismo ritmo, con la inmediatez de la radio. Si una emisora me cobra por sintonizarla, me voy a otra, y asunto arreglado.
Nunca se les ocurrió pensar a los quijotes Evelio Giraldo Ospina, de Eje, y José Absalón Duque, de Cierto, que el despelote de la economía orbital les serviría de acicate y paliativo a sus modestas publicaciones para ponerse a la par, en la red, con los impresos más encopetados del planeta, y que por arte de birlibirloque se acabarían sus fatigas en la búsqueda de impresores, anunciadores y suscriptores. La crisis les hizo el milagro de sacarlos de la angustiosa condición de “cadapuedarios” y trastearlos, sin mayores costos, a la de “cotidianarios”.
Si Internet les ha servido de salvavidas alternativo a centenares de publicaciones que estaban a punto de periclitar, esta prodigiosa creación del hombre del siglo XX ha puesto en condiciones de privilegio a los periodistas de ahora que tienen el mundo al alcance de la mano, en su escritorio, ya sea en la casa o en la oficina. Para todo les basta darle un clic al Ordenador. No les tocó, como a nosotros, trabajar en medios rudimentarios, casi artesanales, sacándole chispas a las vetustas máquinas de escribir; haciendo trizas la hoja de papel, cuando nos equivocábamos, para volver a empezar la redacción de la noticia, a los que éramos partidarios del texto limpio, sin las molestas enmendaduras que daban pie a que el jefe, al ver el original, nos dijera ¿quién mandó esta noticia que parece proceder de la agencia “Parches Press”?
El colega Duque presentó así el sitio al que el navegante puede acceder en esta dirección: www.revistaacierto.com: “Cierto recorre el difícil terreno, pedregoso, de la autocrítica periodística, para lograr que, algún día, los estamentos de la comunicación masiva: periodistas, reporteros, empresarios y hasta los mismos generadores de opinión, , entiendan que manejan entre sus manos y sus cabezas lo que Cierto siempre ha dado en llamar el más público de los bienes públicos: la información, y su fuente natural, la verdad. Hoy, con el fin de fortalecer los principios y objetivos propuestos cuando fue fundada hace 14 años la edición impresa, Cierto presenta su sitio web, el cual espera se convierta en una convocatoria permanente, de todas las horas, no solo para conocer todo lo que pasa en los medios informativos y analizarlo, sino con la mira puesta en un periodismo auténticamente libre, que pueda gritar como el Bautista y sin que le corten la cabeza, ¡raza de víboras! a los que ultrajan el ejercicio profesional”.
La apostilla: El caldense Evelio Giraldo, que aterrizó primero en la red, se siente cómodo y tranquilo laborando para su portal en su mirador manizaleño y no proyecta revivir su revista en el papel que le dejó deudas y sinsabores a granel. En cambio, el antioqueño José Absalón Duque planea mantenerla, no dejarla morir, porque debe ser leal a un compromiso contraído con sus lectores y suscriptores que han sido solidarios con él durante casi tres lustros.