Prioridades para más doctores investigadores en Colombia
Por Gonzalo Duque-Escobar*
Finalizando esta primera década del Siglo XXI, en que se van cerrando períodos laborales de docentes investigadores que iniciaron actividades académicas durante la expansión universitaria de los años 70, y multiplicando el ingreso de doctores graduados en cualquier lugar y asunto, para su relevo generacional, es previsible el efecto negativo en la pequeña cuantía de doctores que tiene Colombia que en el año 2007 llegaba a 4500 – y no necesariamente todos ellos investigadores activos y aplicados en Colombia-, cantidad que apenas alcanzaba a la mitad de la meta que en 1994 señalaba como meta la emblemática Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo en “Colombia: al filo de la oportunidad”.
Ahora a pesar de la crisis y decrecimiento en materia económica, cuando es evidente la dificultad para mantener el necesario esfuerzo que hacen las diferentes instituciones de educación superior por incrementar el número de docentes con doctorado en Colombia, pero “sin ton ni son”, después de haber logrado duplicar su número de doctores graduados por millón de habitantes de la década precedente, también habrá que señalar para hoy la necesidad de destinar recursos adicionales públicos y privados, y al tiempo la de canalizar mejor su aplicación respondiendo a criterios de calidad y pertinencia seleccionando y evaluando los escenarios de estudio, para dar respuesta adecuada a prioridades estratégicas y de largo plazo para el país, buscando al mejorar de forma efectiva el correspondiente indicador, atender primero las áreas más deficitarias por escasez de doctores investigadores, como lo son primero en matemáticas, filosofía, y ciencias físicas y naturales, luego en ingenierías y ciencias de la vida, y en tercer lugar en ciencias del comportamiento y ciencias sociales.
Y así estemos graduando menos doctores por cada millón de habitantes que en Argentina y Chile y muchos menos que en Brasil y México, el otro asunto se relaciona con las prioridades en cuanto al nivel de educación de los investigadores, y para el cual habrá que reconocer que la desafortunada propuesta de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras ANIF de menos doctores y más graduados en maestría, siendo francamente de corte utilitarista y cortoplacista, también permite señalar que lo que pasa en Colombia, es que faltan muchísimos más graduados en programas de maestría que los ya existentes para dar respuesta a las numerosas urgencias del sector empresarial, quien deberá comprender también que faltan muchos doctores para obtener una masa crítica adecuada, que de respuesta a las demandas que surgen de las problemáticas y potencialidades estructurales de las fuerzas productivas, entre otros aspectos y sectores de la Nación.
(*) Desde el OAM, Ed. Circular RAC 509
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