No es gripita, es pulmonía
Es cierto que el sistema financiero está sólido, gracias a la crisis de 1999 que lo consolidó, eliminó a los débiles y dio lugar a regulaciones muy estrictas. Pero se trata de un intermediario entre el ahorro y la inversión, importante sí, pero incapaz de reanimar la inversión porque esta depende del curso de la demanda agregada y de las expectativas de los agentes.
Entonces la crisis no está en lontananza o sea en la lejanía, sino que está tocando a las puertas del país con cada vez mayor insistencia. Lo primero que hay que entender es que la expansión económica colombiana entre 2003 y 2007 fue producida por un auge en los precios de las materias primas y por un fuerte aumento de la inversión extranjera. Si estos dos motores dejan de actuar, es evidente que desfallecerá la actividad económica del país.
La caída de las exportaciones.
¿A partir de qué momento comenzó a afectarse la actividad económica nacional? La industria acusó un fuerte golpe en febrero de 2008, cuando el gobierno venezolano impuso cuotas a las exportaciones de autos de Colombia, lo cual golpeó las ramas metalmecánica y de autopartes. Fue el inicio de una contracción que al terminar 2008 había llevado a la industria a caer 3.5%. Tanto el gasto público – que estuvo postrado durante el primer semestre del año pasado- como la política monetaria contractiva actuaron de manera contra cíclica, profundizando la caída de la actividad económica. Pero también la inflación de 7.7% carcomió los ingresos y la demanda de la población.
Quizás más importante fue la reducción del valor total de las exportaciones, cuyo punto de inflexión fue el mes de julio de 2008, como se observa en la gráfica que sigue. Las exportaciones tradicionales (café, petróleo, banano) llegaron a su punto máximo un mes antes, en junio de 2008, algo compensadas por las exportaciones no tradicionales. Nótese que no ha habido una reducción importante en este rubro porque se mantuvo el nivel exportado a Venezuela y a Ecuador, mercados ambos que se deslizan por el filo de la navaja, de la mano de la exportación petrolera. El total anualizado de las exportaciones de Colombia para 2008 mostró un excelente resultado, algo que no se repetirá en 2009 porque la tendencia ya es marcadamente hacia abajo y puede caer más abruptamente por el cierre parcial del mercado ecuatoriano, cuyas autoridades recurrieron a medidas administrativas porque un país dolarizado obviamente no puede devaluar (450 millones de dólares menos para Colombia).
El gobierno venezolano, entre tanto, ha introducido restricciones a la tenencia de divisas de sus nacionales, ha trasladado muchos productos a la lista de importación con dólares del mercado libre, y se espera pronto el anuncio de medidas restrictivas que buscarán racionar los recursos de que dispone frente a una caída del 60% en el valor del barril de petróleo y más que proporcional de sus ingresos externos. Las exportaciones de Colombia a Venezuela se acercaron a los US$6.000 millones en 2008 y fue una importante demanda para la producción industrial y de alimentos que ahora se ve en riesgo de disminuir, aunque el gobierno Chávez aspira a garantizar una oferta adecuada de alimentos y bienes básicos para su población-lo cual puede proteger en algo los valores exportados.
La devaluación que ha tenido el peso colombiano ha ayudado a compensar los ingresos de los exportadores, de los cafeteros y de los receptores de remesas, pero no puede tener efecto en el aumento del volumen exportado porque la demanda internacional está en proceso de caída libre. Ello atenúa la caída del PIB nominal y puede generar una mayor demanda por la producción interna. Un cálculo nuestro de una caída del 20% de los ingresos en dólares de exportación, y con un dólar a 2500 pesos, esto arrojaría una contracción del PIB del 0.1%. Sin embargo, las caídas en términos físicos de la producción podrían dar una contracción mayor, sobre todo en el caso de las exportaciones no tradicionales. Se abren también oportunidades para la substitución de importaciones por la industria local, si se mantiene el valor del peso en el nivel actual. Se podrá decir frente al desaliento general, ¡oh que buena es la libre flotación del peso! que nos envidian nuestros vecinos sometidos a monumentales desequilibrios macroeconómicos.
La reducción de la inversión extranjera
El otro motor del crecimiento del país fue la inversión extranjera que en algunos años del auge alcanzó a superar el 5% del PIB, destinada a la exploración y explotación de petróleo y, en especial, a expandir la producción de carbón en La Guajira y en el Cesar, aunque hubo también fuertes inversiones en la manufactura, el comercio y la banca. Según Anif, en 2008, un 52% de la inversión extranjera directa tuvo como destino el sector de petróleo y minas (ver cuadro adjunto)
Valor de la Inversión Extranjera Directa por sectores
(En millones de dólares)
Año Petróleo Minas Otros Total
2008 4.050 1.280 4.930 10.260
2009 3.000 900 3. 600 7. 500
Se supone entonces una caída de 17% de la inversión extranjera, que en términos nominales alcanzó 4.2% del PIB en 2008, y con los supuestos de devaluación de tasa a $2.500 pesos, se reduciría a 3.8% en 2009. Se pierde otro 0.4% del PIB, sin contar los efectos multiplicadores que tienen una menor inversión y la disminución del gasto público financiado con los impuestos que recibía el gobierno nacional y con las regalías de las administraciones territoriales.
¿Qué hacer?
La caída de la actividad está siendo contrarrestada por la política monetaria muy laxa y hasta radical que está haciendo el Banco de la República, la cual debe ayudar en tanto el sistema financiero no se trabe por una creciente cartera morosa – que ya se está insinuando. Pero es el gobierno el que falla de nuevo, al no contar con ahorro acumulado durante el auge para gastarlo cuando se necesita. Debería asegurar el financiamiento de su déficit, que va a incrementarse con la caída de sus ingresos y demandas por mayor gasto público, pero no nos ha contado cómo va hacerlo y ni siquiera admite que vamos a crecer a menos del 3% proyectado.
El gobierno tiene ante sí tres maneras de financiarse: aumento de la deuda pública, sobre todo interna; una reforma tributaria que afecte a los ricos, beneficiarios de enormes exenciones hasta ahora; y obligar al Banco de la República a emitir a su favor, algo que podría propiciar la pérdida de confianza de todos los agentes económicos y de la fuga de capitales propios y extranjeros del país.