14 de noviembre de 2024

El agua subterránea, un tesoro enterrado

25 de febrero de 2009
25 de febrero de 2009

Hay agua potable en el subsuelo en casi todas las partes del mundo. En la misma Guajira, sinónimo de aridez, se han detectado reservas de agua que podrían abastecer la demanda de poblaciones que actualmente imploran por calmar su sed bajo el ardiente clima semidesértico.

En el desierto del Sahara hay campos de pozos que aprovechan este recurso a nivel de todo el subcontinente, lo cual ha permitido que grandes extensiones de desierto se conviertan en zonas verdes y productivas.

Las grandes metrópolis de todo el mundo se abastecen total o parcialmente de agua subterránea. Ciudad de México, la más populosa de ellas, cubre el 80% de sus necesidades de agua potable a partir de pozos profundos, extrayendo más de 42 m3/seg. De igual manera lo hacen ciudades como La Habana, Munich, Sao Paulo y Buenos Aires, para mencionar solo algunas de ellas.

El 60% del área del continente australiano depende exclusivamente del agua subterránea, para todo tipo de usos (consumo humano, riego, industria). El 50% del agua potable que se consume en EEUU proviene del subsuelo.  El 26% de los habitantes del Canadá y el 85% de quienes viven en zonas rurales se abastecen de agua subterránea.

Las razones por las cuales, en los países desarrollados, se prefiere el agua subterránea como principal fuente de agua potable están fundamentadas en sus bajos costos, pureza, permanencia en el tiempo, distribución en el espacio, enorme magnitud de los recursos, desarrollo progresivo de las inversiones y rapidez en la construcción de las obras.

El uso del recurso hídrico subterráneo en Colombia

Más del 98% de los recursos de agua utilizables en el planeta Tierra están en el subsuelo(1), y Colombia no es la excepción. Hay un gran potencial de aguas subterráneas en la mayor parte del territorio nacional.

Los recursos hídricos subterráneos no son aprovechados en Colombia, en proporción a sus reservas. El principal usuario de aguas subterráneas es la empresa privada. A manera de ejemplo, vale la pena mencionar que hay en el país un buen número de ciudades (Cúcuta, Duitama, Riohacha, Villavicencio, entre otras) que sufren periódicamente problemas de abastecimiento de agua potable, a pesar de tener reservas subterráneas utilizadas por la industria, que basa su solución de suministro en este recurso. En el Valle del Cauca hay más de 150.000 hectáreas irrigadas con agua subterránea, en actividades azucareras, cultivos transitorios, embotelladoras y en actividad industrial. En la zona bananera de Urabá, en los cultivos de palma africana de la Costa Atlántica y de los Llanos Orientales, el agua subterránea se usa por iniciativa privada.

Las instituciones del Estado no solamente no aprovechan el recurso, sino que generalmente no lo incluyen en la evaluación de proyectos de acueductos o de irrigación, a pesar del ejemplo exitoso de la inversión privada, como es el caso de la ciudad de Tunja, en donde se dio solución definitiva a seculares problemas de escasez, mediante el uso integrado de agua superficial subterránea, aprovechando 11 pozos profundos.

Orden de magnitud del recurso

Son pocos los estudios confiables que a escala nacional se han realizado para evaluar los recursos de aguas subterráneas, y algunos de ellos, por no haber sido efectuados por especialistas, han conducido a resultados alejados de la realidad, desorientando a los posibles usuarios. Una evaluación practicada a escala regional, en la Universidad Nacional, permitió calcular las reservas de agua subterránea en Colombia(2). Los resultados se presentan en la tabla adjunta, en forma comparativa con los recursos de agua superficial, calculados por el Ideam(3).
De la tabla comparativa, y de las reservas de agua subterránea calculadas por el Ideam(3), se puede inferir que más del 99% de los recursos de agua dulce almacenados en Colombia se hallan en el subsuelo.

Gestión de recursos hídricos subterráneos

La escasa utilización del agua subterránea en Colombia refleja falta de planeación y manejo integrado de los recursos hídricos. El recurso de aguas subterráneas es todavía considerado como algo “misterioso”, impredecible e incontrolable. Buena parte de quienes trabajan en aprovechamiento de recursos hídricos –no solamente a nivel gerencial, sino dentro de los mandos medios, los ingenieros e investigadores– no tienen claridad sobre el comportamiento del agua subterránea y su importancia como recurso renovable, en la mayoría de los casos. Como consecuencia de ello, las instituciones encargadas del sector toman decisiones que, por no estar fundamentadas en una buena información técnica, terminan finalmente en inversiones improductivas.

La carencia de gestión adecuada de recursos hídricos subterráneos no solamente obedece al desconocimiento de la tecnología apropiada, sino a la falta de una institución técnica orientadora y a la aplicación de la legislación, pues aunque ya se dispone de una ley marco, aún se encuentra en proceso de reglamentación.

Agua para Bogotá

En el caso de la ciudad de Bogotá, vale la pena destacar que el grado de vulnerabilidad del acueducto es muy alto ante fenómenos naturales, y principalmente ante posibles acciones generadas por la mano del hombre. La Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) se halla en mora de disponer de un sistema alternativo, que permita evitar la catástrofe que significaría que la mayor parte de la ciudad se quede sin agua, para lo cual será necesario acudir –quiérase o no– a sistemas substitutivos listos para entrar en operación, basados en aguas de excelente calidad existentes en el subsuelo.

Los estudios de aguas subterráneas realizados por la EAAB, tendientes a disponer de un abastecimiento de agua para situaciones de emergencia, se hallan bien intencionados y el sistema debe ser desarrollado tan pronto como sea posible. Sin embargo, la ubicación de los pozos a lo largo del piedemonte oriental (que es la franja técnicamente menos favorable para el aprovechamiento óptimo del sistema) debe ser revaluada si no se quiere correr el riesgo de realizar grandes inversiones infructuosas y frustrantes.

Problemas actuales y futuros

En la mayor parte de las cuencas, las aguas subterráneas constituyen recursos renovables, dado que se recuperan por infiltración natural a partir del agua lluvia, ríos o lagos. Igualmente, hay cuencas en las cuales los recursos están principalmente integrados por las reservas allí almacenadas, sin infiltración natural.

Saber si se puede, y si se debe o no, extraer las reservas de aguas subterráneas (o sea los recursos no renovables) no es una cuestión teórica, porque de hecho se practica, y en muchas partes del mundo han permitido el desarrollo de subcontinentes enteros(4). El agua extraída del subsuelo no se destruye, sino que, por el contrario, se reincorpora a la circulación del ciclo hidrológico.

Los pro y los contra de la explotación

¿Será preciso alentar o disuadir la sobreexplotación de las aguas subterráneas?  No se puede dar una respuesta absoluta, puesto que dependerá de cada caso en concreto, y ella estará subordinada tanto a la orientación de la política económica coyuntural como al volumen de las reservas y a las necesidades vitales y socioeconómicas. La incontinencia o la abstinencia son dos errores en los que no debe incurrirse. La primera significa agotar una reserva sin advertirlo y sin darle importancia, es decir, sin garantizar un aprovechamiento sostenible. La segunda implica abstenerse por principio de utilizarla y privarse de las ventajas resultantes a corto plazo, como la solución de suministro de agua potable. El maltusianismo es una forma de despilfarro. Explotar las reservas no renovables de agua subterránea es generalmente posible y, a veces, inevitable. Hacerlo sin saberlo, o no saber hacerlo, son alternativas igualmente criticables.

Tecnologías de manejo y control

En muchas regiones de Colombia, el aprovechamiento de recursos hídricos subterráneos es muy incipiente. Este hecho se debe entre otros factores al desconocimiento de los recursos y de sus características. Si no existe aprovechamiento, mucho menos manejo o control. Ya se dan casos de mala utilización y de degradación por inadecuada administración, y falta de protección de las áreas de recarga y por sobrebombeo. Como resultado, algunos acuíferos sufren daños irreversibles por contaminación, tal como está ocurriendo con el de la cuenca del río Tunjuelo en Bogotá, o con el acuífero que abastece a las ciudades de Corozal y Sincelejo.

Si un acuífero presenta descenso regional del nivel piezométrico, para algunos pseudocientíficos la solución “más facilista” es, por ejemplo, cerrar los pozos o prohibir su aprovechamiento, cuando el sistema puede equilibrarse mediante métodos de “recarga artificial”, aplicando técnicas de manejo integrado, agua superficial subterránea.

El aprovechamiento óptimo de los recursos hídricos, tanto superficiales como subterráneos, genera riqueza, desarrollo, empleo y bienestar humano. Sin embargo, el agua en sí sola no es productiva: lo es solo cuando se controla y maneja adecuadamente; de lo contrario, la disipación natural de su energía potencial puede generar pobreza y miseria, tal como ocurre en el territorio patrio cuando se presentan inundaciones y avalanchas, con pérdidas de cosechas, viviendas, vidas humanas y semovientes.

Finalmente, vale la pena anotar que existe una estricta relación entre el agua y la paz, pues el radicalismo de la incorfomidad se acentúa y potencializa cuando no se tiene agua. Las guerras entre pueblos ya se han dado desde hace décadas en varias regiones del mundo, en su disputa por las fuentes de agua: para dar solo dos ejemplos, Israel en el Medio Oriente y Senegal en África.

Referencias
(1)Rodríguez C.O. 2002. El agua como eje temático de las ciencias naturales. Facultad de Ciencias Universidad Nacional de Colombia.
(2)Rodríguez C.O. 2008. Acuíferos y mapa hidrogeológico de Colombia. Departamento de Geociencias Universidad Nacional.
(3)IDEAM. 2001. Perfil del estado de los recursos naturales y del medio ambiente en Colombia. SIAC.
(4)UNESCO. 1984. La Naturaleza y sus recursos. Vol. XX No. 2.