Un tinto para la reconstrucción del Eje Cafetero
Al examinar el proceso de reconstrucción del Eje Cafetero se puede preguntar si el sismo del 25 de Enero ha sido una oportunidad para hacer viable otra región con una sociedad mejor, y no un escenario para reconstruir el mismo Eje Cafetero con la problemática que traía desde una generación atrás y en especial con esa tendencia de deterioro global de la situación en los ambientes rurales de los municipios cafeteros.
Recuérdese que el café es una tecnología y con sus ingresos, hoy obtenidos por otros intermediarios, entre 1920 y 1970 se industrializó el país, se desarrollo la infraestructura del Eje Cafetero y, con la iniciativa de Carlos E. Pinzón, cuando el meridiano político y cultural de Colombia pasó por Manizales, se construyeron el cable aéreo a Mariquita y el Ferrocarril de Caldas para exportar el precioso “Grano de Oro”. La cocaína es otra tecnología y eso explica los dineros que mueve, a pesar de sus destructivos efectos y controles policiales por ilegalidad.
Si en situaciones de desastre que no alcanzan el nivel de catástrofe, no es fácil modificar tendencias estructurales del modelo de desarrollo y la reconstrucción se debe reducir a modificar esquemas, pueden darse circunstancias anteriores al evento sísmico que hagan de este un detonante capaz de generar una actitud hacia el cambio por parte de la conmovida sociedad.
Repasando imágenes del desastre, en el tiempo y el espacio, sobre la conurbación Armenia – Calarcá la situación fue catastrófica, lo que facilita una reconstrucción atendiendo los factores estructurales de la vulnerabilidad, y que se expresan en los conflictos y contradicciones puestas en evidencia sobre este medio urbano, donde la economía colapsó por semanas. En el medio rural donde la economía es primaria, aunque la infraestructura colapsó, la situación fue menos grave ya que los cafetales base de su economía, quedaron en pie. Por esa situación en municipios como Pijao se hace difícil advertir la real problemática ambiental del Eje Cafetero, a pesar de existir conciencia colectiva sobre las amenazas del medio ecosistémico, como la de la falla Romeral y la del río Lejos alterado por la acción antrópica. Debe advertirse que Pijao con su arquitectura señorial es el mejor referente cultural del Sur del Quindío.
Siendo evidente la profunda crisis ambiental y económica de la industria cafetera, no se ha señalado por autoridad responsable alguna, una política de fondo para atender la situación agravada que padece el gremio y sobre todo que sufre la región: con el Caturra y la variedad Colombia, llegaron las plagas y perdimos la soberanía sobre una tecnología nuestra. Desde 1970 la economía cafetera declina y con ella el apogeo de los municipios cafeteros como Pijao, donde los campesinos de las veredas dejan de ser prósperos propietarios y se proletarizan, o sacados por la pobreza del campo y atraídos por las oportunidades de la ciudad emigran a ella, mientras en los pueblos cafeteros la juventud prefiere encontrar fortuna viajando al Caquetá, para no mencionar caminos más dramáticos.
Hemos manipulado genéticamente el café con efectos económicos y ambientales. Con variedades de alta producción abandonamos la caficultura de calidad y acabamos con la biodiversidad. Para compensar el deterioro de los términos de intercambio recurrimos al Pacto Internacional del Café, donde perfeccionamos la entrega de la industria cafetera a mercaderes extranjeros. Hoy recibimos U$1,30 por libra y con ello se paga a los países compradores del grano, el abono y los venenos. Solo el café limpio y diversificado por propiedades (suave, tonificante, etc.) más tarde no será excluido del mercado, ni le dará paso a la molécula de cafeína producida en laboratorios biotecnológicos.
El mejor café entre los suaves, y por lo tanto el mejor de todos, es el que se produce en los municipios cordilleranos del Sur del Quindío, llamado antes Café Burila y exportado hoy como Café Pijao desde una cuenca certificada para la comunidad alemana. Sembrar, cosechar, lavar, secar, trillar, tostar, moler, empacar y exportar café desde Colombia, sin intermediarios que se apropien el valor agregado, es darle viabilidad económica al Eje Cafetero. En este modelo sólo quedarán la trilla y el mercadeo del producto terminado como objetivo patriótico a nacionalizar. Si regresamos a un café de excelsa calidad, fruto de una caficultura limpia de agroquímicos, orgánica y de sombrío, tendremos biodiversidad para enfrentar las plagas y abonos naturales propios, como los tuvieron nuestros abuelos. Esa agricultura de suelos sanos, con agua, pájaros, ardillas, abejas, papayos y guamos, resulta compatible con nuestra cultura y ecológicamente sólida.
Pero la reconstrucción debe ir más allá pensando en la región como un todo, porque hasta aquí sólo se ha propuesto recuperar el camino perdido en lo ambiental y lo económico del café: ¿Cómo devolverle a los campos cafeteros su oportunidad y cómo hacer de poblados como Pijao centros de desarrollo humano?. La guerra de Colombia nos enseña que la paz se siembra en nuestros cafetales y que no es suficiente el crecimiento sin el desarrollo.
Si hemos sobrevivido en términos relativos a esta situación, la tendencia es preocupante si se observan los indicadores sociales y de desarrollo humano de la región. A pesar del esfuerzo de los Comités de Cafeteros llevando a los suyos escuelas, vías, electricidad y agua potable, y de que el café como cultivo de pequeña superficie tiene un alto efecto redistributivo del ingreso, la droga, el desempleo, la prostitución y la desnutrición infantil avanzan por todos los lugares. Los fundamentos de nuestra reconstrucción deben ser un modelo educativo y un proyecto cultural, ambos afianzando el Eje Cafetero como territorio y la identidad de sus gentes por su peculiar patrimonio. Existe más novela y poesía en el oro que en el café, a pesar de haber logrado un hecho económico como el café, de haber desarrollado un bien cultural de excelencia en el bahareque -una arquitectura vernácula, hermosa y "temblorera"- y de ser el Eje Cafetero fruto de la colonización antioqueña, uno de los tres fenómenos sociales más importantes de la república, junto a la revolución de los comuneros y a la gesta de la independencia.
Pijao, Junio 23 de 1999
*Prof.Universidad Nacional de C, Coordinador del Comité de Ing. Sísmica de la U.Nal Sede Manizales para el Sismo del Quindío en 1999.