El gran drama del Amazonas
By Candace Piette
BBC, Brasil |
En enero, el Gobierno brasileño anunció que la tasa de deforestación en la selva amazónica aumentó durante la última mitad de 2007, después de tres años de descenso continuado.
La deforestación está vinculada a factores económicos
Paulo Barreto, director jefe de Imazon
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Esta fue una revelación un tanto embarazosa para el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, quien dijo que los esfuerzos de su Gobierno para frenar la tala ilegal e introducir una certificación de propiedad de la tierra estaba funcionando.
Estas cifras han vuelto a poner en el punto de mira cuál será el destino del Amazonas y si la región puede desarrollarse económicamente sin destruir la selva.
"La deforestación está vinculada a factores económicos", le dice a la BBC Paulo Barreto, director jefe de Imazon, una organización no gubernamental, desde sus oficinas en Belém, capital del estado de Pará.
El aumento del precio de los alimentos en el mundo ha incrementado también el hambre de tierra barata en el Amazonas, cuyo coste es una décima parte de un terreno en el sur de Brasil.
Problemas endémicos
"El 75% de la deforestación en el Amazonas se debe a la ganadería", explica Bareto.
El Amazonas
La selva tropical más grande del mundo
Compartida por nueve países
El 65% está en territorio brasileño
Cubre 6.6 millones de km2
Tiene una población de 30 millones de personas, 23 del lado brasileño: 30m – 23.5m
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"Desde los últimos cinco años Brasil ha liderado la exportación de vacuno. Toda esta expansión ganadera tuvo lugar en el Amazonas".
Brasil también es el mayor exportador de soja, gran parte en el estado de Mato Grosso.
Con el aumento de la demanda de carne vacuna y granos de soja en las crecientes economías de Asia, particularmente de China, se teme que la presión sobre la selva continúe.
Ante el aumento de la deforestación, el Gobierno Federal de Brasil lanzó una operación policial en febrero, donde miles de oficiales fueron enviados a las áreas más perjudicadas por la tala ilegal, cerrando aserraderos e imponiendo multas.
El gobierno impone multas a la tala ilegal, pero muchos lo consideran poco efectivo.
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Pero algunos dicen que estas operaciones no resuelven los verdaderos problemas endémicos de la región.
"El fraude en el registro de la tierra es un gran problema", dice Paulo Barretto.
"Las multas son insuficientes. El Ministerio de Medio Ambiente piensa que psicológicamente el impacto de recibir una multa será suficiente, pero nunca son cobradas".
Buscando soluciones
Pero en Brasil está surigendo un nuevo "pragmatismo" gracias a su creciente protagonismo mundial como potencia agrícola.
El Amazonas está proporcionando un servicio ambiental al mundo y tenemos que encontrar el mecanismo con el que compensar a los agricultores para que no deforesten
Fabio Feldman, ex congresista de Medio Ambiente
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Algunos creen que la deforestación podría resolverse mejor estableciendo incentivos económicos para aquellos que viven y trabajan en el Amazonas, enseñándoles a explotar los recursos sin destruirlos.
"Tenemos que hablar de conservación del Amazonas de un modo distinto", dijo el ex congresista de Medio Ambiente Fabio Feldman a principios de abril en canal Globo.
"El Amazonas está proporcionando un servicio ambiental al mundo y tenemos que encontrar el mecanismo con el que compensar a los agricultores para que no deforesten", le explicó a la BBC.
En el estado de Amazonas, que ha sufrido menos la deforestación que otras partes de la región, las autoridades están lanzando un esquema donde podría estar la clave para resolver el gran dilema del Amazonas: la necesidad de desarrollo frente a la necesidad de conservación.
Con este plan, se pagaría a las familias unos 30 dólares al mes para proteger las especies en peligro y para no vender madera.
"El nivel más bajo de los últimos 30 años"
El alto precio de los alimentos y la soja desató una fiebre de "tierras baratas" en el Amazonas.
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El plan es inicialmente para familias en áreas de conservación pero podría extenderse más allá, y está siendo analizado con interés por otros países amazónicos de Sudamérica.
Al mismo tiempo, el estado de Amazonas ha estado trabajando en crear mercados para vender los productos de la selva.
En todas partes del Amazonas la preocupación internacional está empujando a los campesinos a tener en cuenta el medio ambiente y buscar líneas de crédito para modernizar sus instalaciones y ser más eficientes.
"Brasil está lleno de tierras abandonadas que podrían tener un buen uso en lugar de talar el bosque", dice Erai Maggi, uno de los mayores productores de soja del mundo que posee gran cantidad de tierras al sur del estado de Matto Grosso.
"Necesitamos mejor infraestructura aquí, así podríamos ser incluso más eficientes y ayudar a aumentar los stocks de alimentos que están en el nivel más bajo de los últimos 30 años", señala Maggi a la BBC.
Según añade, actualmente para exportar tienen que transportar la soja unos 3.000 km por una carretera en malas condiciones hasta los puertos al sur del país.
Control satelital
El gobierno brasileño está diseñando dispositivos de vigilancia satelital del Amazonas.
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En la capital, Brasilia, el gobierno federal ha lanzado ambiciosas propuestas incluyendo la controvertida creación de un plan económico regional.
Éste dividiría el Amazonas en regiones con diferentes actividades económicas.
Todo esto llevará tiempo. Mientras tanto, el Instituto de Investigación Espacial de Brasil, INPE, desarrolla un sistema de vigilancia vía satélite que mostrará mes a mes, fotografías de la deforestación que en teoría podrían facilitar la detención crímenes medioambientales, así como disminuir la tala ilegal.
No obstante, el futuro del Amazonas aún parece incierto.
Proyecciones pesimistas sugieren que al ritmo actual de deforestación, el 40% de la selva podría haber desaparecido para 2050.
Si el gobierno establece áreas de conservación y endurece su política, e investiga además en técnicas de reforestación y reutilización de áreas actualmente arrasadas, este porcentaje podría reducirse sólo a un 27% de selva perdida.
Mientras, los más optimistas consideran que si se reduce la deforestación, pagando a la gente para que no tale, tan sólo se perdería un 20%.