18 de agosto de 2022
Directores
Evelio Giraldo Ospina
Juan Sebastián Giraldo Gutiérrez
Evelio Giraldo Ospina
Juan Sebastián Giraldo Gutiérrez
Mario García Isaza


En dos periódicos virtuales que suelo leer diariamente, (LA LINTERNA AZUL Y LA PORTADA-PERIÓDICO DEBATE) encontré ayer un comentario, agudo y enjundioso...


Señor doctor Linares: le escribo, no en mi condición de sacerdote, ni siquiera de creyente; lo hago como simple ciudadano y como quien se esfuerza por pensar y obrar iluminado por una razón y guiado por una voluntad.


La Conferencia Episcopal acaba de publicar un comunicado, relacionado con la muerte del bebé nonato de siete meses, asesinado en el vientre de su madre en Popayán; nuestros Pastores se manifiestan tristes, consternados.


Posiblemente parezca un inútil majar en hierro frío volver a hablar en defensa de la vida del inocente aún no nacido.


Tiene, en estos días, gran difusión el filme “Los dos Papas” que Netflix ha puesto en su programación, y se multiplican los comentarios, casi unánimemente laudatorios.


Los colombianos estamos viviendo un momento de tremenda confusión. No es fácil desentrañar ni los verdaderos orígenes, ni los reales propósitos, ni las consecuencias, previsibles o imprevisibles, del llamado paro del 21 de noviembre.


Los medios de comunicación, -periódicos y noticieros de radio y de televisión- amanecieron hoy con esta noticia, tomada de los órganos franceses: “Vincent Lambert est mort, finalement”: murió, finalmente, Vincent Lambert.


He leído, y escuchado en la voz de Monseñor Elkin Álvarez, el comunicado de la Conferencia Episcopal, en el que nuestros pastores rechazan el fallo de la Corte Constitucional que autoriza el consumo de alcohol y alucinógenos en los espacios públicos.


“Acto o conducta depravados, perversos…” es la definición que el diccionario de la RAE da, en su segundo significado, de la palabra aberración. Y queda corto el término para designar las insensateces morales a que estamos llegando.


Se cumplió, el sábado cuatro de mayo, la Marcha por la vida. Y tanto en Bogotá como en todas las grandes ciudades de Colombia, fue masiva la participación; y lo mismo aconteció en muchísimas de las ciudades intermedias y de los pueblos.
