Risaralda se prepara para reforzar la seguridad y turismo en Semana Santa
Pereira, 7 de abril de 2025. En un momento donde la seguridad pública y la movilidad turística se han vuelto prioridades nacionales, Risaralda lanza una estrategia integral para enfrentar los retos de la Semana Santa. El enfoque: garantizar el orden en el territorio y aprovechar el turismo religioso como motor económico.
La reunión del Comité Departamental de Seguridad Turística —con participación de alcaldes de municipios como Apía, Marsella, Santuario y el alcalde encargado de Dosquebradas— evidenció una preocupación común: responder de manera coordinada ante el incremento de visitantes y evitar situaciones que puedan desbordar la capacidad institucional local.
Más que una medida coyuntural, la estrategia busca consolidar al departamento como un destino religioso y cultural en el Eje Cafetero. Desde la Secretaría de Desarrollo Económico se promovieron rutas temáticas, paquetes turísticos y actividades que fortalecen el comercio, la hotelería y la gastronomía de los catorce municipios.
El despliegue logístico incluye presencia militar y policial en corredores estratégicos, control en terminales de transporte y vigilancia reforzada en zonas naturales de alta afluencia. El objetivo es doble: garantizar seguridad y evitar improvisaciones frente al crecimiento del turismo interno.
El subtexto es político. En una coyuntura donde muchas regiones enfrentan vacíos institucionales, Risaralda quiere demostrar capacidad de respuesta. La seguridad, más allá de su valor operativo, funciona como una narrativa de territorio viable: un lugar que protege a sus visitantes, pero también a su propia economía.
La temporada religiosa es, además, una oportunidad para medir la coordinación entre autoridades locales. El turismo no se administra solo con slogans; exige articulación, planeación y control sobre el espacio público. Y ese es, justamente, el verdadero reto que enfrenta el departamento en esta Semana Mayor.
Risaralda no busca aplausos. Busca resultados en un momento donde el turismo puede ser también una forma de gobernabilidad.
