29 de abril de 2025

Daniel Noboa consolida su liderazgo con una victoria aplastante y desafía al correísmo

14 de abril de 2025
14 de abril de 2025

Ecuador opta por el futuro

La elección presidencial reconfigura el mapa político del país. Mientras Noboa emerge como una figura de estabilidad y control, Luisa González y el correísmo denuncian un supuesto fraude que no encuentran cómo sostener.

Por: Redacción política EJE 21 

Quito, 14 de abril de 2025. En una jornada que marca un antes y un después para la política ecuatoriana, Daniel Noboa ha sido ratificado en la presidencia con un respaldo electoral rotundo. Con el 95% de actas contabilizadas, el joven mandatario obtuvo un 55,7% de los votos, superando con una amplia ventaja de casi 12 puntos a Luisa González, la candidata del correísmo. La Revolución Ciudadana, lejos de aceptar la derrota, respondió con una acusación frontal: «fraude electoral grotesco», denunció González desde una tarima ante sus seguidores.

Pero más allá del ruido poselectoral, lo cierto es que el país ha hablado con claridad. La derecha centrista de Noboa se impuso sin ambigüedades sobre una izquierda marcada por la nostalgia, la confrontación ideológica y la pesada herencia de Rafael Correa.

 La victoria que nadie vio venir

Las encuestas auguraban una contienda cerrada, casi milimétrica. Incluso algunos estudios predecían un repunte de González en los últimos días. Sin embargo, el resultado fue una avalancha de votos para Noboa, particularmente en zonas urbanas, en la clase media joven y entre los adultos mayores, un electorado históricamente subestimado.

Noboa, desde la calma costera de Olón y sin aspavientos, habló de una victoria “histórica”, más allá del millón de votos de diferencia. Su tono fue sereno, casi anticlimático, pero cargado de simbolismo: “Ecuador eligió un nuevo camino. No hay duda de quién ganó”, afirmó, en una clara alusión a las denuncias de fraude de su contrincante.

Luisa González: entre el relato del fraude y la herencia correísta

La candidata de la Revolución Ciudadana no solo perdió las elecciones, perdió el relato. Durante la campaña, advirtió que Noboa denunciaría un fraude para justificar su derrota. El guion terminó dándose al revés: fue ella quien, sin presentar pruebas concretas, puso en duda el proceso, en un intento por movilizar a sus bases y mantener viva una narrativa que, al menos hasta ahora, carece de sustento técnico.

El correísmo enfrenta una de sus peores derrotas desde 2017. A pesar del músculo territorial y del recuerdo de las políticas sociales de la “década ganada”, el vínculo de González con Correa —su mentor y principal estratega desde el exilio en Bélgica— le pasó factura. Las declaraciones del expresidente en favor de Nicolás Maduro, sus ataques al sistema de dolarización y su constante polarización mediática generaron rechazo en una parte clave del electorado: los independientes.

Crédito: Luisa Gonzáles – Instagram

Miedo al pasado, voto por el control

Uno de los grandes aciertos de la campaña de Noboa fue saber leer el ánimo colectivo. En un país golpeado por el narcotráfico, donde los homicidios han aumentado más del 500% en cinco años y las cárceles se han convertido en centros de operaciones criminales, el mensaje de orden resonó profundamente.

El estado de excepción decretado en siete provincias y el toque de queda nocturno fueron cuestionados por González como maniobras para inhibir la participación. No obstante, la estrategia surtió efecto: la participación electoral subió al 84%, superando ampliamente la registrada en la primera vuelta.

Más allá del control territorial, Noboa también supo capitalizar el miedo a un regreso del correísmo. Muchos votantes no respaldaron necesariamente un proyecto ideológico, sino una promesa: evitar el retorno de un modelo asociado con corrupción, clientelismo y autoritarismo.

Un outsider con apellido de élite

Con solo 37 años, Daniel Noboa es el presidente más joven de la historia del país. Hijo del empresario Álvaro Noboa, cinco veces candidato presidencial y el hombre más rico de Ecuador, su ascenso ha sido vertiginoso. A diferencia de su padre, Daniel entendió que el poder no se hereda, se construye. En apenas un año logró posicionarse como una figura disruptiva pero sensata, tecnócrata pero emocionalmente conectado con el dolor ciudadano.

Su narrativa, basada en el trabajo, el emprendimiento y la lucha contra el crimen organizado, logró seducir a una franja amplia del electorado que no se identifica ni con la vieja izquierda correísta ni con la derecha tradicional.

Crédito: Daniel Noboa

La sombra larga del correísmo y el reto de la gobernabilidad

Aunque la derrota fue contundente, Revolución Ciudadana sigue siendo una fuerza política con presencia nacional. Su capacidad para disputar la agenda desde la Asamblea, las calles y los medios será puesta a prueba. El correísmo no ha desaparecido, pero sí ha sido arrinconado a un lugar desde donde su credibilidad está en entredicho.

El reto de Noboa será gobernar con una institucionalidad fragmentada, sin mayoría legislativa estable y con una oposición ruidosa. Tendrá que combinar firmeza con diálogo, y sobre todo, no repetir el aislamiento político que sufrió su antecesor Guillermo Lasso.

¿Qué sigue para Ecuador?

La elección no cierra los debates estructurales del país, pero sí redefine las coordenadas del poder. El correísmo ha perdido centralidad, al menos por ahora. La nueva generación política, encabezada por Noboa, tiene el desafío de construir soluciones sostenibles para una sociedad agotada.

El país ha optado por avanzar, aunque el camino no será fácil. Las acusaciones de fraude, si no se diluyen, podrían abrir un frente de desestabilización. Sin embargo, la contundencia del resultado dificulta cualquier intento serio de impugnarlo.

El Ecuador del 2025 no es el mismo del 2017. El péndulo ya no oscila entre el caudillo y el banquero, sino entre la seguridad y la incertidumbre. Y por ahora, el país ha optado por quien promete contener la tormenta. Queda por ver si sabrá navegarla.