27 de marzo de 2025

Trump redefine el futuro de la guerra en Ucrania

17 de febrero de 2025
17 de febrero de 2025

Washington, 17 de febrero de 2025. Las declaraciones de Donald Trump han vuelto a sacudir el tablero internacional. En medio de la prolongada guerra en Ucrania y con una Europa aún dependiente del respaldo estadounidense, el expresidente ha insinuado que reconsideraría el apoyo militar y financiero a Kiev si regresa al poder. Esta postura desafía el consenso de la política exterior de Washington y plantea interrogantes sobre el futuro del equilibrio de poder en Europa del Este y más allá.

La sombra del aislacionismo

Desde su primer mandato, Trump promovió una visión transaccional de la política exterior: América primero, sus aliados después. Su crítica al respaldo a Ucrania responde a esta misma lógica, argumentando que Estados Unidos ha gastado miles de millones de dólares en un conflicto que, según él, no beneficia directamente a los intereses del país. En su visión, Washington debería enfocarse en problemas internos como la crisis migratoria, la inflación y la competencia con China, en lugar de financiar guerras prolongadas en el extranjero.

Sin embargo, este enfoque contrasta con la línea histórica de la política exterior republicana, que ha defendido la contención de Rusia como un pilar estratégico. Mientras sectores del ala más populista del partido respaldan la idea de reducir la ayuda a Kiev, líderes tradicionales del GOP advierten que abandonar a Ucrania equivaldría a fortalecer la posición de Vladimir Putin y debilitar la credibilidad de Estados Unidos como potencia global.

Europa en alerta ante un posible giro en Washington

Los aliados de la OTAN han recibido con inquietud las declaraciones de Trump. Países como Polonia, Lituania, Letonia y Estonia consideran el apoyo estadounidense a Ucrania como un muro de contención ante la amenaza rusa. Una posible retirada del respaldo militar de Washington generaría una crisis en la seguridad europea y abriría la puerta a nuevas agresiones por parte de Moscú.

Por su parte, Alemania y Francia, aunque han aumentado su apoyo militar a Ucrania, siguen dependiendo de la coordinación con Estados Unidos para sostener la presión sobre Rusia. Sin el liderazgo de Washington, la unidad europea podría tambalearse, especialmente en un contexto donde algunos partidos nacionalistas y euroescépticos han cuestionado la continuidad del respaldo a Kiev.

Crédito: Flickr Gage Skidmore | Wikipedia Commons | CC BY-SA 2.0

Moscú y Pekín, los grandes beneficiados

La posibilidad de un repliegue de Estados Unidos en el escenario internacional beneficia directamente a Rusia y China. El Kremlin ha interpretado las declaraciones de Trump como una señal de que el tiempo juega a su favor. Si Washington reduce su ayuda, Ucrania perdería capacidad de resistencia, lo que facilitaría los objetivos territoriales de Putin y debilitaría la estrategia occidental de contención.

En Asia, la postura de Trump también genera preocupación. Japón y Corea del Sur temen que una política exterior más aislacionista afecte los compromisos de seguridad en la región. China, por su parte, podría aprovechar un eventual repliegue estadounidense para reforzar su influencia en el Pacífico y aumentar la presión sobre Taiwán.

¿El fin del liderazgo global de EE.UU.?

Más allá del impacto inmediato en la guerra, la posible retirada estadounidense de conflictos estratégicos plantea una pregunta fundamental: ¿Está EE.UU. dispuesto a ceder su liderazgo global?

En un escenario donde China y Rusia buscan expandir su influencia, la respuesta a esta pregunta definirá el orden mundial en los próximos años. Un Estados Unidos menos comprometido con sus aliados podría acelerar la fragmentación del sistema internacional, debilitando la cohesión occidental y fortaleciendo a las potencias revisionistas que desafían el statu quo.

La incertidumbre en torno a la política exterior de Washington no solo afecta la resistencia ucraniana, sino que reconfigura las relaciones entre Estados Unidos y sus aliados. El mundo observa con atención, pues las decisiones que se tomen en los próximos meses marcarán el rumbo de la geopolítica global en la era postoccidental.