27 de marzo de 2025

EE.UU.. Trump desafía las reglas del comercio mundial y empuja al planeta a una nueva era proteccionista

15 de febrero de 2025
15 de febrero de 2025
Crédito: Instagram Donald Trump

Miami, 15 de febrero de 2025. Estados Unidos, el arquitecto de las reglas económicas globales que han definido el comercio internacional desde la Segunda Guerra Mundial, está dinamitando el sistema que ayudó a construir. Con la reintroducción de aranceles masivos sobre importaciones clave, Donald Trump no solo desafía la Organización Mundial del Comercio (OMC), sino que acelera un giro proteccionista que podría tener consecuencias impredecibles para la economía global.

La decisión del expresidente estadounidense, quien ya había debilitado la OMC en su primer mandato al bloquear su sistema de resolución de disputas, forma parte de una estrategia más amplia: eliminar las normas multilaterales que regulan el comercio internacional y sustituirlas por acuerdos bilaterales donde Washington imponga sus propias condiciones. Esta visión, basada en la premisa de que Estados Unidos ha sido víctima de un sistema injusto, busca reconfigurar el equilibrio económico mundial a su favor, aun cuando implique el riesgo de una guerra comercial sin precedentes.

Una estrategia de confrontación comercial

Históricamente, Estados Unidos ha sido el mayor consumidor de bienes del mundo, acumulando déficits comerciales gigantescos con economías como China, Alemania, México y Japón. La lógica de Trump es sencilla pero agresiva: si los países exportadores dependen más de Estados Unidos que viceversa, entonces es posible forzarlos a renegociar acuerdos en términos más favorables para la economía estadounidense.

Para ello, el plan consiste en aumentar los aranceles a productos estratégicos e incentivar la producción nacional con medidas proteccionistas. La Casa Blanca calcula que países con economías altamente dependientes de las exportaciones, como China o México, pensarán dos veces antes de imponer represalias, ya que hacerlo podría poner en peligro sus propios sectores manufactureros.

Sin embargo, este enfoque ignora una realidad crucial: el comercio mundial no es un juego de suma cero. Cada eslabón de la cadena de suministro global está interconectado, y aumentar los aranceles significa encarecer productos esenciales para la industria estadounidense, desde materias primas hasta componentes tecnológicos. En 2018 y 2019, cuando Trump aplicó una primera oleada de aranceles, muchas empresas de su propio país trasladaron el sobrecosto a los consumidores, elevando los precios en sectores como la manufactura, la construcción y la agricultura.

La OMC en crisis: el fin de la era del libre comercio

El sistema de comercio global no surgió de la nada. Desde el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) en 1947 hasta la creación de la OMC en 1993, los países han negociado durante décadas reducciones arancelarias progresivas para facilitar el intercambio de bienes y servicios.

Estados Unidos fue el principal impulsor de estas reglas, pero la estrategia de Trump de imponer aranceles unilateralmente rompe con los principios fundamentales del sistema: la no discriminación y la igualdad de condiciones para todos los miembros. Si más países siguen el ejemplo estadounidense y comienzan a establecer sus propios aranceles arbitrarios, el comercio global podría fragmentarse en bloques proteccionistas, donde cada nación impone barreras para defender su industria, encareciendo los productos y reduciendo el crecimiento económico global.

El golpe más fuerte para la OMC no ha sido solo la política de aranceles, sino la destrucción de su sistema de resolución de disputas. Durante su primer mandato, Trump bloqueó la designación de jueces en el órgano de apelaciones, paralizando la capacidad del organismo para arbitrar conflictos comerciales. Sin un mecanismo eficaz para resolver disputas, la OMC se convirtió en un ente inoperante, incapaz de hacer cumplir sus propias reglas.

Países en desarrollo: el dilema del proteccionismo

Uno de los argumentos centrales de Trump es que muchas economías emergentes, especialmente China e India, han mantenido aranceles elevados y subsidios a sus industrias mientras se benefician de un acceso privilegiado al mercado estadounidense. En su lógica, si estos países pueden proteger sus sectores estratégicos, Estados Unidos debería hacer lo mismo.

Este razonamiento ignora el hecho de que la estructura económica de los países en desarrollo sigue siendo frágil. Aunque China e India han crecido exponencialmente, sus ingresos per cápita siguen siendo significativamente más bajos que los de Estados Unidos o Europa. Para muchas naciones emergentes, los aranceles elevados no son solo una estrategia comercial, sino una necesidad para proteger industrias nacientes y garantizar la seguridad alimentaria de su población.

Si Trump aplica aranceles más agresivos, países como China podrían responder con restricciones sobre exportaciones clave, como tierras raras, minerales esenciales para la fabricación de dispositivos electrónicos y baterías. Un conflicto de este tipo afectaría directamente a la industria tecnológica estadounidense, que depende de estos insumos para fabricar productos de alto valor agregado.

Crédito: Pixabay.

¿Hacia una guerra comercial global?

El mayor peligro de esta política es que otros países sigan el ejemplo de Trump y comiencen a imponer aranceles de manera indiscriminada. Si Europa, China y otras potencias responden con medidas similares, el mundo podría entrar en una guerra comercial en la que cada nación levanta barreras para proteger su economía, rompiendo las cadenas de suministro y afectando el crecimiento global.

En la última guerra comercial de Trump, China tomó represalias con aranceles a productos agrícolas estadounidenses, golpeando a los productores del medio oeste. Para compensar esas pérdidas, Washington tuvo que inyectar miles de millones de dólares en subsidios, lo que terminó costando más que los supuestos beneficios de la guerra comercial.

Hoy, la situación es aún más frágil. Con un panorama económico afectado por la inflación y las tensiones geopolíticas, una nueva guerra comercial podría ser el golpe definitivo a la estabilidad global.

El futuro del comercio global

La reconfiguración del comercio mundial está en marcha, y el segundo mandato de Trump, de concretarse, podría ser el punto de quiebre definitivo. Si Estados Unidos impone su modelo de negociaciones bilaterales en lugar de reglas globales, el mundo se dividirá en bloques comerciales, con acuerdos a la medida de cada potencia y sin un marco regulador común.

El impacto de estas políticas no se sentirá de inmediato, pero con el tiempo, los consumidores enfrentarán precios más altos, las empresas tendrán menos certidumbre para invertir y los países más pequeños quedarán atrapados entre las disputas de las grandes potencias.

La gran incógnita es si el resto del mundo se mantendrá firme en la defensa del libre comercio o si cederá a la presión proteccionista. Lo que está claro es que el sistema que ha regido la economía global durante casi un siglo enfrenta su prueba más difícil. Y el resultado determinará el rumbo de las próximas décadas.