6 de febrero de 2025

Mundo de novela

2 de febrero de 2025
Por Augusto León Restrepo
Por Augusto León Restrepo
2 de febrero de 2025
Hace algunos años le leí o escuché, creo que, a un mejicano, que si Franz Kafka, el padre del absurdo en la literatura, hubiera nacido en América, sería un escritor costumbrista de primer orden. Y que, si hubiera abierto sus ojos en Colombia, pues ni hablar. Los colombianos vivimos 24/7, como dicen quienes tratan de ser originales, entre el absurdo y lo mágico. Desde que despertamos -algunos entre las tres y cuatro de la mañana, como el presidente Gustavo Francisco Petro y yo- empezamos a ser personajes o a padecer episodios en la vida, de novela. Lo mío, es particular. Lo del último mencionado, es de conocimiento público.
El presidente de todos los colombianos, Petro, jamás se imaginó que, en medio de sus expresos desvelos por la humanidad agobiada y doliente, a la madrugada del domingo 26 de enero del 2025, nos pudiera meter en semejante novelón como en el que nos tiene incursos. Éramos ciudadanos inmigrantes, ilegales si se quiere, en el país más poderoso del mundo y por un justo reclamo de un derecho humanitario, quedamos transformados en viles escarabajos criminales, devueltos a su tierra de origen, con esposas y grilletes en las extremidades. Tal y conforme venía sucediendo desde tiempos inveterados, ante las voces silenciosas de los gobiernos de turno, que extraditaban a los compatriotas delincuentes internacionales, amarrados de pies y manos, por exigencias de las tripulaciones y las autoridades de seguridad del país que enviaba sus aviones. Que cada una es propia de sus propios miedos y avizor de las reacciones de los transportados.
 Indigno, sí. Inhumano, también. Delincuentes, no. Los inmigrantes. Sí lo fueran, no los devolverían. Estarían en las cárceles norteamericanas. O en Guantánamo. En Cuba.
En fin. Todo el desarrollo y el desenlace de lo que sucedió esta semana y que nos tiene erizados, es requeteconocido y va pasando al olvido, mientras comenzamos a digerir algunas más de nuestras excentricidades: es el único país del mundo y de sus alrededores, en el que, en gran parte de su geografía, hay una guerra declarada entre dos facciones subversivas.: el ejército de liberación nacional y las disidencias de las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia.
 Y a la hora de ahora, el gobierno colombiano, el Estado, expresa que ha pedido colaboración al presidente de Venezuela, a quien aún no ha reconocido como legitimo victorioso en su elección como tal, para combatir al ELN, al que siempre ha señalado como una parte integrante del ejército nacional del vecino país. Y la ha obtenido y sellado con un estrecho abrazo entre nuestro ministro de Defensa, Iván Velásquez, y el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino, por quien Donald John Trump y los Estados Unidos, ofrecen por su cabeza, la bicoca de quince millones de dólares.
Mi admirado señor Franz Kafka, se quedó en palotes. Pero no se muevan. Con seguridad vendrán nuevos y originales capítulos.