Elon Musk reta a OpenAI: una batalla de poder en la era de la inteligencia artificial

Miami, 11 de febrero de 2025. Elon Musk ha vuelto a sacudir la industria tecnológica. Un consorcio de inversores liderado por el multimillonario ha presentado una oferta de 97.400 millones de dólares para adquirir OpenAI, la empresa responsable de ChatGPT y una de las mayores protagonistas de la revolución de la inteligencia artificial. Sin embargo, la propuesta fue rechazada con una respuesta cargada de ironía por parte de Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI: «No, gracias, pero compraremos Twitter por 9.740 millones de dólares si quieres».
El intercambio de mensajes entre ambos magnates en la red social X, anteriormente conocida como Twitter y ahora propiedad de Musk, no solo subraya la creciente rivalidad entre ambos, sino que también refleja la lucha por el control del futuro de la inteligencia artificial. Detrás de esta oferta hay mucho más que una simple adquisición: se trata de una batalla ideológica y estratégica sobre el destino de la IA en el mundo.
Un enfrentamiento de años
Musk y Altman fueron cofundadores de OpenAI en 2015, con la visión de desarrollar inteligencia artificial en beneficio de la humanidad. Originalmente, la organización operaba como una entidad sin fines de lucro, pero con el tiempo, bajo el liderazgo de Altman, la estructura de la empresa cambió y pasó a funcionar como una corporación con fines de lucro. Esta transformación permitió a OpenAI atraer miles de millones en inversión, pero también generó fuertes críticas, en particular de Musk, quien argumenta que la empresa ha traicionado su misión fundacional.
Desde su salida de OpenAI en 2018, Musk ha sido un duro crítico de la empresa y ha emprendido múltiples acciones legales contra ella. En agosto del año pasado, demandó a OpenAI, alegando que la compañía priorizaba el beneficio económico sobre la seguridad y el interés público. También intentó, sin éxito, que un juez de EE.UU. bloqueara la conversión de OpenAI en una entidad con ánimo de lucro.
Para muchos, esta oferta de compra es el movimiento más agresivo de Musk hasta la fecha para recuperar el control sobre la inteligencia artificial. Pero la jugada tiene implicaciones más allá del terreno corporativo.

La influencia de Musk y la política en juego
Elon Musk no es solo un empresario; su influencia en la política estadounidense ha crecido exponencialmente en los últimos años. Desde su adquisición de X en 2022 por 44.000 millones de dólares, se ha convertido en una figura clave dentro del círculo de poder del presidente Donald Trump, quien lo designó como jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental, un organismo que busca reducir la burocracia federal.
Esta conexión con la Casa Blanca no es menor. OpenAI es una pieza clave en el desarrollo de la infraestructura tecnológica de Estados Unidos, y el gobierno de Trump ha impulsado proyectos de IA con inversiones multimillonarias. Recientemente, el presidente anunció la creación de «The Stargate Project», una alianza entre OpenAI, Oracle, la japonesa SoftBank y un fondo soberano de Emiratos Árabes Unidos para invertir 500.000 millones de dólares en infraestructura de inteligencia artificial. Sin embargo, Musk ha puesto en duda la viabilidad del proyecto, sugiriendo que los fondos anunciados no existen en realidad.
Este contexto político añade una nueva capa de complejidad a la oferta de compra. Si Musk lograra tomar el control de OpenAI, no solo cambiaría el rumbo de la empresa, sino que podría alterar significativamente el ecosistema de la IA y su relación con el gobierno estadounidense.
¿Una oferta realista?
A pesar del impacto mediático de la propuesta, surgen dudas sobre si Musk realmente puede financiar la compra. OpenAI fue valorada en 157.000 millones de dólares en su última ronda de inversión, y las conversaciones para una nueva inyección de capital la sitúan en unos 300.000 millones. La oferta de Musk es considerablemente inferior a esas cifras, lo que hace poco probable que los inversionistas actuales acepten la venta.
Para financiar la adquisición, Musk tendría que vender parte de sus acciones en Tesla o SpaceX, o utilizar estos activos como garantía para obtener un préstamo. Sin embargo, analistas del sector financiero advierten que su margen de maniobra no es tan amplio como parece, especialmente después de la fuerte caída del valor de Tesla en bolsa en los últimos meses.
El futuro de la inteligencia artificial en juego
El rechazo inmediato de Altman sugiere que OpenAI no está dispuesta a ceder su independencia. Sin embargo, la disputa con Musk no ha terminado. Con su empresa xAI ganando terreno y con el respaldo de poderosos aliados, el magnate sudafricano sigue decidido a moldear el futuro de la inteligencia artificial bajo su visión.
Más allá de la batalla personal entre Musk y Altman, esta pugna expone un dilema clave para el futuro de la IA: ¿debe ser controlada por grandes corporaciones con fines de lucro, por entidades sin ánimo de lucro o por gobiernos? Lo que está en juego no es solo el destino de OpenAI, sino el equilibrio de poder en una tecnología que definirá el siglo XXI.