El diálogo del yo con yo
Escuchaba una entrevista radial que le hicieron a una candidata a la presidencia y quedé, por decir lo menos, desconcertado al oírla decir que ella estaba en una posición de oír las opiniones de grupos políticos diversos, pero eso sí, nada que ver con el centro-izquierda ni menos con la izquierda.
Pensaba yo entonces que se trata ni más ni menos de una conversación con uno mismo.
Ni para qué hablar si se trata de opiniones de grupos étnicos y culturales bien diferentes a los que han estado siempre al frente del poder en la nación, pues han sido marginados y lo seguirán hasta el momento en que podamos descubrir valores que nos pueden ayudar a construir una convivencia más armónica.
Me decía una persona que asistía a una conferencia sobre la cosmovisión de los indígenas Embera, que ellos no tenían ningún referente moral ni religioso para controlar su conducta. Y entonces le respondí que ojalá nosotros tuviéramos el referente que ellos tienen en cuando a conducta ética: al igual que el mito egipcio, entre los Embera se tiene la convicción que cuando alguien muere, su corazón deberá subir por una escalera de perlas de cristal, para llegar al mundo superior donde se encuentra su dios creador. Pero si su corazón pesa mucho, rompe el cristal de la escalera y cae al mundo para convertirse en animal. Y , ¿qué es lo que hace que el corazón pese más? , pues cada vez que un indígena comete una falta, una infracción a las normas de conducta de la comunidad, su corazón comienza a pesar más. Pero, para los católicos, basta con pedir perdón antes de morir, para subir al cielo directo. Por eso los sicarios llevan el escapulario de la Virgen para aferrarse a él luego de cometer el crimen o antes de morir.
Bueno es entonces que conozcamos las opiniones de aquí y de allá, de los negros, indios, izquierda, centro y de derecha. Y, seguramente cuando oigamos la cosmovisión diferente, entendamos que es necesario escuchar a todos los seres humanos, pero también tener en cuenta a la naturaleza que nos rodea, porque no puede pensarla para explotarla y obtener beneficios, sin tener en cuenta los daños irreparables que continuamente se le está haciendo.
Está bien entonces que hablemos con nosotros mismos, pero sin olvidar que hay más seres humanos y un planeta que nos acoge.