¿Y que más nos trae cada día?
Si, cada día, antes de que los periódicos o los noticieros de radio y televisión nos informen sobre lo que el día nos trae, nos hacemos esa pregunta. Y tiene que ser así, ya que en nuestro país ya no es fácil iniciar el día con la esperanza o el propósito de realizar lo que el día anterior nos quedó por hacer, todo, porque a alguien se le antoja decir o proponer algo que en su alma codiciosa y megalómana le brota en la noche o en sus sueños y quiere que los colombianos miremos a su genialidad y ocurrencia. Lo que le pase al país o a las esperanzas o a los propósitos, poco importa, porque ese alguien iluminado simplemente cree que hacia allá debemos dirigirnos. Poco vale que hasta ayer la meta era otra, algo quizás más definido que etéreo; lo importante, ahora, es mirar hacia algunas genialidades extraídas de la cantera de donde emana tanta genialidad y tantas ideas magníficas.
Y como de eso venimos viviendo ya hace casi dos años, pues, para que la realidad sea esa y no otra, cambiamos el tendido de pensadores y ejecutores, del mismo caletre de los que hasta ayer estuvieron y tan densos en propósitos y realizaciones como aquellos, de cuyas ejecutorias no conocemos o preferimos no conocer, para que los ánimos los mantengamos arriba y esperemos que alguna luz del universo caiga sobre sus mentes y les permita pensar en que, el país es solo uno y es de todos, no de los de aquí o de los de allá y menos de unos para caer sobre otros.
Ahora, a mitad de camino y con las manos vacías, el propósito del nuevo día es hacer. Pero la gran pregunta es qué y con quién. ¿Acaso, de entre los llegados, hay alguien que crea más que el que más manda? ¿Será, por casualidad, que el iluminado sabe cómo hacerlo? ¿Acaso ese sabio, tuvo en su mente algo diferente a criticar lo que otro estaba haciendo y, por casualidad, pensó en cómo sería mejor hacerlo? ¿O solo creyó que lo que criticaba era mal hecho, y para nada pensó en cómo hacerlo mejor y que ese mejor llegara como beneficio para todos?
Así es como inicia nuestro día y el de muchos más. Siempre con el propósito o la tarea inconclusa del día anterior en ascuas, porque es factible que los iluminados cambien lo que hasta ayer era dogma y ahora el credo se otra cosa y otro el objetivo.
Allí, para muestra, esta la proyectada constituyente, a la que le llegan refuerzos desde otras toldas. Toldas que, hasta ayer, ayer nada más, no la consideraban posible y menos necesaria. Constituyente que se vuelve necesaria ahora para hacer el milagro, como milagros creemos que se pueden hacer todos los días entre nosotros con solo aprobar una ley. Y, ahora, trasladamos el milagro a la Carta Magna, a la que nos encomendamos para hacer la reforma a la Justicia, Justicia de la que siempre esperamos poder burlar, en lo pequeño o en lo grande. Justicia que sabemos carece de elemento humano, serio, honrado, capaz y diligente e insobornable. Igual, creemos que esa ley cambiará los procederes de todos los ciudadanos igualándonos en lo que queremos y en lo que aspiramos. Así, apegados a unas líneas, a unos mandatos sin ejecutores, queremos crear una realidad espacial e intergaláctica sobre la cual, ni en los sueños, ni en los deseos, tenemos dimensiones de lo que sería. Pero a eso apunta y eso se anuncia para convencer a los aúlicos, a las focas, sobre las maravillas de lo que será, sin saber cómo será.
Y así, cada día es uno nuevo y cambiante día. Quizás si lo pensamos y nos decidimos, podremos exigir respeto, con seriedad y sin ofender, para que nuestro día sea una realidad mejor y esperable de parte del iluso, soñador y encantador de serpientes que nos gobierna.