Autogolpes de Estado
En Bolivia se habla de autogolpe de Estado, algo similar a lo que pasó aquí con el presidente José María Obando, a pesar de que la historia jamás lo ha aclarado.
En la noche del 1º. de enero de 1854 el general José María Melo, comandante general de Cundinamarca, entraba tarde de la noche a su cuartel y al subir la escalera se encontró al cabo Ramón Quiroz que bajaba completamente ebrio y lo atacó con su lanza. Melo, en defensa propia, lo hirió con su espada tan gravemente que al día siguiente murió. Ante los rumores que comenzaron a circular, Melo hizo correr la voz de que el fallecimiento había sido por una pulmonía, pero la prensa lo sindicó de asesinato. Eso indujo a Melo a precipitar el “golpe de estado” que venía cocinándose días a atrás. Entre la noche del 16 de abril y el amanecer del 17, tropas bajo su mando gritaban abajo a la Constitución, abajo los gólgotas y lanzaban vivas al Ejercito. La ciudad se despertó con veintiún salvas de artillería en la Plaza de Bolívar.
El general Melo envió una comisión encabezada por el doctor Francisco Ortegón para ofrecerle a Obando el mando supremo como dictador, propuesta que rechazó. La historia le critica al presidente constitucional no haber impuesto su autoridad ordenando la detención de los comisionados, y se especuló que había sido un autogolpe de Estado.
La Constitución de 1853, que el mismo Obando había sancionado, sin gustarle, dejó de existir allí. El Congreso que estaba funcionando, quedó disuelto y el presidente constitucional y sus secretarios fueron reducidos a prisión.
El gobierno de Melo, si así puede llamarse porque estuvo siempre enfrentado a sus enemigos, duró siete meses y medio. El 4 de abril de 1955 el Senado declaró culpable a Obando y lo destituyó del empleo. Melo viajó a Centroamérica y murió en México combatiendo en las luchas revolucionarias de Benito Juárez. Sus restos los quiere repatriar el presidente Gustavo Prieto.
En Bolivia también hablan de autogolpe, porque el general Juan José Zúñiga asegura que lo hizo atendiendo instrucciones del presidente Luis Arce y de la fuerza naval, que “navega” en tierra.