15 de febrero de 2025

Ideas para una conciencia ambiental

9 de septiembre de 2022
Por Sebastián Galvis Arcila
Por Sebastián Galvis Arcila
9 de septiembre de 2022

Está difícil eso de convencernos de la situación precaria del planeta y que los recursos naturales deben protegerse para luego usarse en perfecta armonía con el ambiente y con otras formas de vida, de tal manera que nuestro beneficio signifique también el beneficio de las generaciones futuras. Y digo que está difícil porque no hemos trascendido las carteleras en las que se inscriben mensajes tales como: ¡Salvemos el planeta! O ¡La tierra agoniza!

No hemos desarrollado una conciencia ambiental que nos mueva, que se traduzca en una verdadera revolución ecológica a nivel individual, familiar, organizacional y como sociedad. Una conciencia que regule el comportamiento en bien del ambiente y que se rija por ecovalores que reflexionen a menudo en las consecuencias de la acción humana sobre el mundo, los animales, las plantas y la especie. Esto es primero si queremos llegar a gozar en algún momento de una conciencia ambiental promulgada por las políticas de estado en las que se regule la calidad y el cuidado del entorno.

Si lo hacemos al revés sería como limpiar la casa para que vengan los amigos de los hijos a ensuciarla. La conciencia ambiental es fundamento íntimo para implicarnos en el proceso mismo de la supervivencia. Por eso, siguiendo al Dr. Antonio Gomera, hay algunas acciones concretas que me gustaría compartir con la comunidad, ante todo, con los que de una u otra forma hacemos parte del sector educativo.

  1. Ambientalizar los espacios. Sea el colegio, la escuela, el campus, la oficina o la casa, podemos partir de un comité que haga rutinariamente auditorías ecológicas a fin de evaluar las condiciones ambientales para mejorarlas; a ello se le deben sumar iniciativas de concienciación desde un aprendizaje experiencial, y comités que se responsabilicen de aspectos importantes como la movilidad, el uso de residuos y el cuidado de zonas verdes.
  2. Superar el requerimiento legal. Aunque las acciones a favor del ambiente deben dar cumplimiento a la ley vigente consignada en los planes de desarrollo, nos corresponde recorrer la segunda milla, hacer campañas de reforestación para recuperar bosques y quebradas, para desacelerar el uso del papel; ahorrar servicios públicos y fomentar medios de transporte sostenibles. No arrancar la flor para regalarla sino hacer una a partir de elementos reutilizables tiene mucho más significado desde una postura educativa ambiental que ha de replicarse en tanto se forjen cambios en la cultura y el entorno.
  3. Actuar coordinadamente. Hoy, con ayuda de entidades, ONGs, fundaciones e instituciones como Corpocaldas, hay mucho que se puede hacer en esta materia; desacostumbrarnos a hacer contribuciones individuales es importante ahora que los proyectos de clase, los días de celebración, la acción de los comités y las directrices institucionales pueden ampliar el espectro de acción en beneficio de los territorios de una manera sistemática y constante. El compromiso debe ser un esfuerzo mancomunado y bajo esa perspectiva las iniciativas tendrán mayor impacto.
  4. Implicar a todos. Desde el más pequeño hasta el más grande, desde el abogado hasta el diseñador de modas; todos podemos hacer parte del proceso de ambientalización de los espacios sin celeridades que terminen en una pérdida de interés, para ello la educación ambiental debe ser focalizada en cada persona y en los retos que enfrenta, pues solamente son los temas de interés los que harán que veamos la necesidad de actuar con un uso informativo pertinente para no saturar a nadie.

A lo sumo, el tiempo que nos queda es para compartir esfuerzos por cuidar del planeta desde lo que sí podemos hacer, un avance en la educación para la gestión ambiental en la que todos podamos participar.