28 de marzo de 2024

Nuevas relaciones con Venezuela

21 de agosto de 2022
Por Albeiro Valencia Llano
Por Albeiro Valencia Llano
21 de agosto de 2022

Este país es nuestro vecino más importante porque tenemos una frontera común de 2.229 kilómetros y por la facilidad para el intercambio comercial. Sin embargo, las relaciones bilaterales se dañaron desde cuando el presidente Hugo Chávez empezó a construir el “Socialismo del Siglo XXI”. Eran otros tiempos porque Chávez fue muy inteligente con la política petrolera; disminuyó la oferta del crudo, para presionar el alza de precios y asumió el liderazgo de la organización de Países Exportadores de Petróleo. Con semejante bonanza impulsó programas que le dieron credibilidad: aumentó los gastos sociales en 60%, redujo la miseria a la mitad, apoyó a los países del Alba y, cuando Estados Unidos y la Unión Europea entraron en crisis económica y política, estableció relaciones con China, Rusia, India y Brasil.

Pero Chávez falleció el 5 de marzo de 2013 y dejó un país dividido; señaló como sucesor a Nicolás Maduro, quien heredó la época de las vacas flacas: la caída de los precios del petróleo, la crisis del aparato productivo, el crecimiento de la deuda externa, el disparo de la inflación y el desplome del crudo. Le correspondió gobernar con la oposición en pleno crecimiento y con el precio del barril por el piso.

Las tragedias de Maduro

Como consecuencia creció el descontento en toda la sociedad y se organizó el movimiento de oposición que acusó al gobierno de incompetencia política, pésima administración y de alto grado de corrupción. Llegó el desabastecimiento y desaparecieron muchos productos de los supermercados. En un clima enrarecido Maduro empezó a buscar enemigos externos; planteó que la oposición golpista manejaba el acaparamiento de productos y que los contrabandistas los llevaban a Colombia. El equipo de gobierno perdió la capacidad de maniobra y el chavismo no supo interpretar el malestar. Un porcentaje alto del pueblo chavista no creía que la carestía, la inflación y la corrupción se debieran a la derecha internacional y a los traidores de la patria, sino a la mala gestión y al nepotismo; por eso, abandonaron a Maduro, sin dejar de ser chavistas, y apoyaron a la oposición. Es que amor con hambre no dura.

Hay que tener en cuenta que el chavismo se basó, fundamentalmente, en el carisma de Chávez, en su buena gestión administrativa, aprovechando la bonanza petrolera; el líder fue capaz de llegarle al pueblo con su nacionalismo, con sus charlas y discursos, con los gestos, pero también con los programas sociales. Maduro trató de repetirse en el líder, pero se convirtió en una caricatura, no fue capaz, o no quiso interpretar el malestar del pueblo e hizo una campaña política imitando a Chávez, por medio de consignas, retratos, discursos, repitiendo su legado y afirmando que el líder estaba vivo. Mientras tanto los chavistas no lo veían como el sucesor sino como un mal administrador, incapaz de reconocer los errores.

Esas fallas y desatinos los supo canalizar la oposición que le mostró a la sociedad las plagas del sistema: la inseguridad, la inflación, la devaluación, el desplome de los precios del petróleo, la parálisis de la producción, la corrupción, el desabastecimiento, la concentración del poder, la persecución a los opositores y la pérdida de logros sociales, conseguidos durante los gobiernos de Chávez. Esto caló y el descontento se desbordó. El pueblo chavista estaba desilusionado de Maduro.

En este ambiente el equipo de gobierno perdió las elecciones del 6 de diciembre de 2015. La oposición venezolana estaba conformada por 29 partidos que iban desde la ultraderecha hasta el centro izquierda, por lo tanto, muchas ideologías y diferencias entre ellos, demasiados egos entre los dirigentes: Jesús Torrealba, Henrique Capriles, María Corina Machado, Antonio Ledesma y Leopoldo López, como los más importantes

Coletazos en Colombia

La crisis económica, política y social de Venezuela, repercutía en nuestro país de manera directa. Con una frontera bloqueada y con paso restringido para los colombianos se frenó en seco el movimiento de alimentos y mercancías lo que produjo la parálisis de Cúcuta y de otras poblaciones. La región más perjudicada en ese momento fue La Guajira porque sus habitantes se alimentaban, tradicionalmente, de los productos que llegaban de Venezuela. Otro aspecto sensible era el de las remesas; los colombianos radicados en ese país enviaban al año 450 millones de dólares a sus familiares; la suspensión de los giros deprimió la economía, especialmente en Norte de Santander.

Las relaciones con Venezuela se agravaron durante el gobierno de Donald Trump debido a su política guerrerista. En julio de 2018 Trump hizo una pregunta aparentemente ingenua ¿No podemos simplemente invadir Venezuela? En su momento Hugo Chávez cerró un gigantesco negocio de armas modernas con la Federación Rusa y adquirió tanques, helicópteros de combate, aviones de transporte, submarinos y sistema de defensa antiaérea. Más tarde compró cohetes con un alcance de 300 kilómetros. Durante la administración Uribe el gobierno se acercó mucho a la política guerrerista de Estados Unidos y hoy sucede lo mismo con Iván Duque; el canciller Carlos Holmes Trujillo y funcionarios como Alejandro Ordóñez y Francisco Santos, no veían mal una intervención militar para la situación de Venezuela.

Buscando una solución menos dramática a la aguda crisis que vivía ese país, los organismos de inteligencia de Estados Unidos encontraron la figura de Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, para dividir más la nación, producir vacío de poder y forzar la caída de Maduro; casi todos los países acogieron esta fórmula, pero en el seno de la OEA no hubo la mayoría necesaria para reconocer a Guaidó como presidente. En este contexto aparece el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, en una rueda de prensa en la Casa Blanca, para anunciar sanciones contra la compañía estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA); en un aparente descuido dejó a la vista su libreta de apuntes donde hay dos notas: “Afganistán – bienvenida a las conversaciones”, “5.000 tropas a Colombia”. Y llegó el revuelo ¿se preparaba el ataque a Venezuela desde nuestro país, o era una simple amenaza?

En este punto el presidente Duque se convirtió en el socio de Trump y asumió el papel de socio internacional contra Nicolás Maduro, encabezando el Grupo de Lima; tenía el respaldo militar de la primera potencia del mundo, lo que se demostraba con la nota que el asesor de seguridad de Trump, John Bolton, dejó ver a la prensa. “5000 soldados para Colombia”. A esto hay que sumarle el rompimiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela y el cierre de los 15 consulados colombianos que funcionaban en dicho país, para atender a dos millones de compatriotas.

Pero Duque jugó a que no habría guerra porque nos protegía el poderoso país del norte; en ese momento apareció Juan Guaidó, quien se autoproclamó presidente, y llegó el famoso concierto en la frontera, el 22 de febrero de 2019, con el fin de recaudar ayuda humanitaria para Venezuela. En medio del entusiasmo por la ruidosa campaña de Occidente contra el régimen de Maduro, el presidente Duque advirtió que a la dictadura le quedaban pocas horas. Pero Maduro no cayó, se atornilló en el poder y Venezuela pasó a un segundo plano.

Por último, la llegada al poder de Gustavo Petro promete restablecer las relaciones y retomar el comercio bilateral, después de varios años con la frontera cerrada. El nombramiento de embajadores fue un paso muy importante, ahora sigue el restablecimiento de las relaciones militares por la necesidad de luchar contra los grupos armados que se tomaron la frontera. El presidente Maduro será un actor clave para los diálogos con el ELN y para un tema sensible como el migratorio.