15 de febrero de 2025

Lecciones por aprender (parte 1)

30 de julio de 2022
Por Sebastián Galvis Arcila
Por Sebastián Galvis Arcila
30 de julio de 2022

En estas dos colombias que se mueven entre angustia y esperanza hay lecciones importantes por aprender. Lecciones sobre educar en política y sobre la necesidad de formarnos como ciudadanos que tienen algo que aportar en la transformación de un país donde prevalecer es el máximo galardón. Para ser capital mundial de la vida necesitamos entre otras cosas, fortalecer nuestro sistema de enseñanza para debilitar la apatía política que nos ha llevado a romper records en participación electoral pero también en discriminación, campaña negativa y polarización. Probablemente quienes somos padres tenemos una responsabilidad mayor en este asunto, por cuanto las generaciones emergentes son las que han de hacerse responsables de ese futuro que puede verse con otros ojos si asumimos los siguientes errores que hemos estado cometiendo durante décadas:

  1. Los padres de familia despotricando de la política. En parte, la política y todo lo que conlleva es mal vista por una gran cantidad de personas, ante todo porque hemos crecido escuchando que “todos los gobiernos son ladrones” y cosas semejantes. La pregunta es: ¿Quién puede confiar en un gobierno así? La influencia de los padres sobre la opinión que los hijos desarrollan al respecto es crucial, y por eso no debemos desentendernos de la responsabilidad que tenemos de hacer ver que el hospital, la escuela, el comedero de mascotas o el parque están a nuestro alcance diario gracias a acciones políticas.
  2. Los jóvenes reproduciendo discursos en el mismo sentido y bajo la gravedad de persecución ideológica. Se ha vuelto popular que los adolescentes se muestren a favor de determinado candidato y muy en contra de otro sin razones suficientes ni evidencia de un pensamiento crítico que se muestre respetuoso por la diferencia. Este es un síntoma de la falta de formación política que tenemos en la familia y en el colegio, porque participar en política implica partir del criterio ético de la diversidad ideológica y del respeto por los demás. La democracia necesita representatividad, y esta se logra únicamente con la participación de todas las posturas posibles para el consenso social y la toma de decisiones.
  3. Los profesores reforzando la unanimidad política. En la escuela lo que necesitamos es lo contrario, es promover la libertad de pensamiento bajo una ética para la convivencia. No se espera que los profesores se jacten de su conocimiento a través de críticas de opinión o comentarios marginalizados que logran desestimar a los estudiantes que en sus grupos representan una minoría ideológica o incluso política. Nada de eso, necesitamos profesores que alimenten la discusión argumentativa desde el respeto por la diferencia para provocar una moralización política que no se consigue desde el adoctrinamiento o la comodidad repetitiva del discurso hegemónico.
  4. Vivir en una cultura donde se cuestionan permanentemente los derechos fundamentales. No se puede amar una política que viola el derecho a la vida, la integridad, la libertad, la ideología, la colectividad, la elección o el honor. Como tampoco se puede generar una confianza por ningún gobierno ante la carencia de garantías civiles, por ello los adultos necesitamos transmitir a los menores un mensaje de lucha y resistencia en busca de transformaciones sociales positivas, pero no desde el resentimiento destructivo, pues este enceguece al sujeto llevándole por caminos desconocidos que se agotan en utopías rígidas y dogmáticas. Tal y como lo expresó Sócrates en la vieja Grecia: “El secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no en la lucha contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo”.

Estos son apenas cuatro errores entre otros tantos que hemos ido reflexionando en horas de mucha expectativa en la historia del país.

Psicólogo. Magister en Educación