28 de marzo de 2024

Tardío mea culpa del borracho

Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
11 de junio de 2022
Por Óscar Domínguez
Por Óscar Domínguez
Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
11 de junio de 2022

En la misma fecha, 20 de mayo, el mundo celebra el día de las abejas y  de los borrachos. Qué pena con las abejas que han contribuido a la seguridad alimentaria del mundo desde un semestre antes de la invención del reloj.

Y tengo pena contigo desde cuando supe que llegué “jincho” a tu bautizo en el que cual debía oficiar como tu padrino. Me enteré de la cristiana responsabilidad que entraña ser padrino, muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento de la vejez, justo cuando le coqueteas a los cincuenta años. Si ya  eres padre y padrino. Estoy seguro de que has conducido por el buen camino a tu prole y a tu ahijado, el pequeño Eddy.

Tus padres hicieron bien la tarea. (Sus nombres “sí los sé más no los digo” para no desprestigiarlos. Solo diré que tu taita fue uno de mis primeros maestros en el oficio con el que me he ganado los garbanzos).

Ellos hicieron de ti un ciudadano ejemplar. Lástima no tener velas en tu formación. A estas alturas de mis arrugas, poco tengo qué aportar.

Salvo este trasnochado mea culpa y una sugerencia que ojalá las autoridades competentes avalen: como el Día del Padre se corrió por las elecciones como quien corre un mueble viejo o se deshace de un lotero en la calle que nos acosa con el azar, propongo que el 19 de junio sea el día del ahijado. O del padrino. O de los dos.  Como ves, no soy un garufa, un caso perdido. Todavía propongo cosas, puedo ver televisión y comer crispetas al mismo tiempo.

Te encimo otras pautas: jamás les impongas a tus hijos – tampoco al ahijado – religión, política, ni equipo de fútbol… Salvo que sea el verde Atlético Nacional.

A manera de tardío regalo para tí, te cuento que dejé el jijumíchica buscapleitos licor oficial que me impidió  gozarme la cara que pusiste cuando llovió sobre ti el duchazo bautismal.

Bueno, no dejé el trago, el trago me dejó a mí. También me han dejado otros pecados capitales y no capitales. (Ahora me dedico a dormir con mis mascotas, como en esta foto de mi hija y colega  Andrea Cotela)

Uno se va volviendo virtuoso a sus propias espaldas, muy a su pesar. Por ejemplo, la castidad llega cuando esas presas con las que antes te divertías, ahora cuelgan sin norte, sur, oriente ni occidente. (A San Agustín le fue mejor: cuenta en sus “Confesiones” que le pidió a Dios que lo hiciera casto, “pero no ahora”. Y coronó su intriga después de dejar colgada de la brocha a su amada que no le perdonó haberla cambiado por sus teologías).

Y como el día de gastar se gasta, termino este doloroso mea culpa por mis excesos etílicos antañosos, compartiendo contigo el recetario de vida que les dejo a mis hijos a falta de apartamentos en Apulo, Anapoima, Cartagena o  la Costa Azul:

Convierte el estrés en parte de tu capital, perdona y encima olvido, vive con lo que tienes, sé agradecido, no juzgues, no esperes nada de nadie, comparte, vive a la penúltima moda, llega media hora antes a todo. Y ojo: cuando estés dormido no pronuncies nombres de mujeres… Ahí podría ser Troya. (Hasta aquí la columna de El Tiempo, con algunos agregados…)