28 de marzo de 2024

La cultura de las armas en Estados Unidos

6 de junio de 2022
Por Albeiro Valencia Llano
Por Albeiro Valencia Llano
6 de junio de 2022

Después de cada masacre en este país vienen los golpes de pecho y la misma explicación: “Esto es un traume colectivo”. Solo en este año la poderosa nación ha sufrido más de 200 tiroteos debido a las tensiones sociales, al poco control de la venta de armas, a los índices de ansiedad y depresión, las desigualdades y al estado de la salud mental del país. Veamos las dos últimas masacres que hicieron estremecer a la sociedad estadounidense.

El primer hecho ocurrió el día de San Valentín del año 2018. Eran las 2:25 de la tarde cuando sonó la alarma de incendios, por segunda vez ese día, en el colegio Marjory Stoneman Douglas de la ciudad de Parkland (Florida). El exalumno Nikolas Cruz, de 19 años, quien había sido expulsado de la institución, regresó con un rifle semiautomático (AR-15) y disparó contra sus antiguos compañeros, dejando un saldo trágico de 17 muertos y 15 heridos.

En la escuela lo recuerdan porque portaba armas, intimidaba a los compañeros, era retraído y rompió una ventana a patadas. La decisión fue expulsarlo. Algunos meses atrás había colgado un video en YouTube, donde mostraba sus intenciones: “Voy a ser un pistolero escolar, profesional”. El FBI recibió la alerta, pero no hizo la investigación. Más tarde, alguien avisó al FBI que el joven Nikolas Cruz podía llevar a cabo un tiroteo, porque poseía armas, había expresado deseos de matar, se comportaba de manera anormal y hacía publicaciones inquietantes en las redes sociales. Pero el organismo de seguridad no siguió los protocolos y no investigó el aviso de advertencia. Sobre este delicado tema el fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, ordenó una revisión inmediata de los protocolos de actuación “para asegurar que alcanzamos el nivel más alto de respuesta efectiva y rápida a las señales que nos llegan de riesgo de violencia”.

La respuesta del presidente Trump fue la misma de siempre: “Mis pensamientos y oraciones están con las víctimas”. Dijo que Cruz era enfermo mental, cuyos compañeros lo sabían y que siempre hay que reportar estos casos a las autoridades; advirtió que lo que se debe hacer es mejorar la seguridad en los colegios.

La cultura de las armas

El debate que genera cada acto de terror es aprovechado por la poderosa Asociación Nacional del Rifle (ANR) que asegura que “la mejor forma de detener a una persona mala, armada, es con una persona buena bien armada”. La ANR cuenta con cinco millones de afiliados que defienden el libre acceso a las armas y lo han conseguido bien. La Segunda Enmienda de la Constitución, redactada en 1791, es muy clara: “El derecho del pueblo a poseer y portar armas no será restringido”. De acuerdo con un informe del Servicio de Investigación del Congreso en 2009, nueve de cada diez estadounidenses tenían un arma en su hogar. Cada 60 horas se oyen disparos en algún colegio de este país; y entre los años 2011 y 2017 fueron asesinadas 200 mil personas.

Pero estas muertes ayudan a sostener uno de los pilares de la economía porque los monopolios que producen armas son un grupo con enorme poder económico y político. El negocio no tiene control por parte del Estado y alimenta los conflictos que van estallando en diferentes países y a las organizaciones criminales de Estados Unidos y de América Latina y surte también los hogares de clase media golpeados por la violencia cotidiana; estos ciudadanos no pueden vivir sin un arma, en un país donde impera la ley del más fuerte.

En ese momento el presidente Trump afirmó que el problema no son las armas sino la salud mental de las personas ¿Qué está pasando en esta sociedad donde son frecuentes estas masacres? A los líderes republicanos del Congreso no les interesa discutir soluciones políticas para el flagelo de la violencia armada, ni impulsar el debate de fondo; después de cada desgracia bloquean cualquier iniciativa dirigida a controlar el uso de armas. Desde el Congreso amenazan con quitar la financiación a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, si intentan estudiar la violencia armada. La causa está en los aportes que hace la ANR a las campañas políticas; en el año 2016 fue de 52.6 millones de dólares; Mc Connel, de las mayorías republicanas del Senado, recibió 1.3 millones. Donald Trump también logró el apoyo de la Asociación y como compensación se comprometió a derogar los decretos firmados por Obama para regular el acceso a las armas de fuego. Por esta razón desde febrero de 2017 se dejó de aplicar una regulación impulsada por Obama que exigía, a la Dirección de Seguridad Social, comunicarle al gobierno federal los nombres de personas con historial de enfermedades mentales, para evitar que compraran armas. Trump ordenó tumbar la norma porque afectaba a 75.000 personas y esto “no era justo”.

El más reciente tiroteo ocurrió el pasado 24 de mayo cuando el joven Salvador Ramos, de 18 años, irrumpió en el centro Robb Elementary School de Uvalde (Texas) y asesinó a 21 personas e hirió a 17. Solo después de una hora entró la policía y ultimó al agresor. Los compañeros de escuela del joven asesino dijeron que se burlaban de él porque era tartamudo y pobre; le hacían bullying diciéndole que era gay. Por estas razones un día abandonó la escuela y regresó para tomar venganza.

Cuando las víctimas son niños la conmoción es mayor. El presidente Joe Biden se preguntó en un conmovedor discurso: “Como nación nos tenemos que preguntar cuándo en el nombre de Dios vamos a enfrentarnos a los grupos de presión a favor de las armas, cuándo en el nombre de Dios vamos a hacer lo que en el fondo sabemos que hay que hacer”.

El arma preferida para los tiroteos

Cada vez que ocurre una masacre la gente sensata pregunta si debería haber controles más estrictos, pero inmediatamente llega la ANR y cierra la discusión. Además, alegan un tema de principios: muchos no quieren al gobierno que limita los derechos. Por último, el fusil más utilizado en los tiroteos es el AR-15; es el arma que ha protagonizado las masacres más sangrientas en Estados Unidos, porque tiene capacidad para disparar más cantidad de proyectiles sin necesidad de recargar. Pero su popularidad se debe también a que se puede personalizar y modificar la longitud de la carabina, los cañones y el sistema óptico. Para comprar un fusil como este solo se necesita ser mayor de edad y no tener antecedentes penales. Según datos de la ANR es una de las armas semiautomáticas más cotizadas en el país; en 2016 sus ventas significaron el 61% del total de armas de este tipo. De acuerdo con los expertos cada que hay una masacre aumentan las ventas del AR-15, ante el temor de una posible prohibición. Además, su precio es más asequible para alguien de clase media, pues se consiguen entre 500 y 1.100 dólares.

Pasará el tiempo y como siempre, después de algunas semanas, la matanza de la escuela de Texas quedará en el olvido; pero mientras tanto los estadounidenses normales se quedarán esperando la siguiente masacre, pues para muchos el problema del país no son las armas, sino “la salud mental”. Entonces, mientras unos fabrican armas, otros seguirán llorando a sus niños.