29 de marzo de 2024

El país en que viviríamos si Petro es presidente

9 de junio de 2022
Por José Miguel Alzate
Por José Miguel Alzate
9 de junio de 2022

La suerte está echada. Los colombianos debemos definir este 19 de junio qué país queremos para nuestros hijos. Si una Colombia democrática, con elecciones libres, con desarrollo industrial, con libre empresa, con instituciones sólidas, con oportunidades para todos o un país acabado por el populismo, sumido en la pobreza, sin fuentes de empleo, sin inversión extranjera, con una inflación desbordada y con los forjadores de riqueza emigrando hacia otras naciones, llevándose su capital por el miedo a perder lo que han conseguido durante toda una vida de trabajo. Las elecciones de este 19 de junio son cruciales para definir el rumbo de Colombia. Está en juego la estabilidad institucional, la vocación democrática y el futuro de una nación que puede ser acabada por una izquierda vengativa.

¿En qué país viviríamos si Petro es presidente? Esta pregunta tiene respuesta: estaríamos expuestos a vivir en un país como Nicaragua, donde Daniel Ortega encarcela a los opositores, cierra los medios de comunicación que no le son afectos y no existen los contrapesos de poder. Estaríamos expuestos a vivir en un país como Venezuela, con cientos de ciudadanos recorriendo las carreteras para buscar oportunidades en otra parte, con un elevado costo de vida como consecuencia de una inflación incontrolable y con un deterioro impresionante en la calidad de vida de la población por la falta de recursos para emprender obras de infraestructura. O en un país como Perú, donde la gente pide la renuncia del mandatario porque no es un buen administrador.

Preocupa la actitud de la juventud frente al peligro que representa para la estabilidad institucional un triunfo de Gustavo Petro en las elecciones del 19 de junio. El fervor que el candidato del Pacto Histórico ha despertado en los jóvenes obedece más a un querer estar a la moda, yendo contra la corriente, que a una convicción política.  No conocer lo que ha pasado en los países latinoamericanos donde la izquierda ha llegado al poder les hace pensar que el cambio que este exguerrillero ofrece puede ser la redención del país. En este sentido, la juventud está equivocada. El mesianismo no conduce a la prosperidad. Creer que la solución de los problemas sociales del país está en un hombre que hechiza al auditorio con su palabra fácil es pensar con el deseo, no con el convencimiento de que puede lograr la equidad.

Gustavo Petro es un encantador de serpientes, no un hombre con formación de estadista. Esto no lo quiere entender esa juventud que pregona la necesidad de un cambio en el manejo del Estado. Estamos de acuerdo con los jóvenes: se necesita un cambio. Pero un cambio para mejorar, no para acabar con lo construido en doscientos doce años de vida republicana. ¿No han medido quienes defienden las propuestas de Petro el daño irreparable que le haría a Colombia con su idea de acabar la explotación petrolera? ¿De dónde van a salir los recursos para que el país continue por la senda del desarrollo? La pobreza no se combate regalándole a la gente plata. Se combate apoyando proyectos productivos, empoderando a los ciudadanos para que produzcan riqueza, promoviendo el emprendimiento.

Antes de votar por Gustavo Petro, los jóvenes deberían informarse sobre lo que pasaría si se acaba con la explotación petrolera. En primer lugar, Colombia anticiparía la importación de gas, que se daría a partir del año 2026; y para el 2028, se vería obligada a importar petróleo. En segundo lugar, se dispararían los precios de los combustibles y el costo del gas para los hogares. Según Francisco José Lloreda, que es un conocedor del tema, “en cuatro años el precio de una factura de gas se multiplicaría por cinco”.  Y tendríamos que sacar del bolsillo seis mil millones de dólares al año para asumir este sobrecosto. Si se mantiene la actual política energética, este sector de la economía generaría ingresos por 227 billones de pesos hasta el año 2032, cifra importante para lograr el equilibrio fiscal del país.

El país en que viviríamos si Petro es presidente sería un país muy diferente al de hoy. Un país con un mayor índice de pobreza, con miles de desempleados recorriendo las calles, con periodistas encarcelados por cuestionar sus actuaciones, con cientos de enfermos muriéndose en la puerta de los hospitales y con los precios de los productos de la canasta familiar por los aires. Viviríamos en un país sometido a la voluntad de un sátrapa, y expuestos a que se eternice en el poder, como lo han hecho Nicolas Maduro y Daniel Ortega. Colombia no sabe qué pactos secretos puede estar urdiendo Petro con quienes asesinan a los colombianos y los despojan de sus propiedades. Recordemos que el perdón social a los delincuentes se lo tenía guardado. El temor no es infundado.