28 de marzo de 2024

El manejo de la palabra en Germán Ocampo Correa

23 de junio de 2022
Por José Miguel Alzate
Por José Miguel Alzate
23 de junio de 2022

Un libro recién llegado a mis manos me ha hecho pensar en lo que es el manejo de la palabra para un escritor. Al leerlo, he recordado un hermoso poema de Javier Arias Ramírez titulado, precisamente, “La palabra”. En uno de sus treinta y tres versos, todos de gran belleza literaria, el gran poeta de Aranzazu dice que las letras “se juntan, se funden y se plasman para formar un lúdico universo y esculpir el idioma”. Ese libro, que me asombró al leerlo, se titula Trasegar la vida en un poema. Su autor, Germán Ocampo Correa, un escritor nacido en el municipio de Risaralda, ha incursionado tanto en el cuento como en la novela. Escribió Pacho Trukos, una historia bien contada, donde narra las vivencias de un mago que tiene la habilidad para transformar un papel en un billete de cincuenta mil pesos.

Pues bien: la lectura de Trasegar la vida en un poema, un poemario que lleva prólogo de uno de los jóvenes valores de la nueva poesía caldense, Juan Carlos Acevedo Ramos, ganador del Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá, me ha motivado a hacer un análisis de su lenguaje literario. Lo hago porque he encontrado en este libro una calidad poética sorprendente. Un lenguaje exquisito, que expresa la actitud del poeta frente a la vida, frente al amor, frente a los sueños, frente a las despedidas, frente a las ausencias, frente a la tristeza y a la alegría, lleva al lector de sorpresa en sorpresa por la belleza de las palabras, por el encanto de las imágenes, por el brillo de las metáforas, por la originalidad de los símiles. Ocampo Correa logra aquí “un tránsito afortunado entre el romanticismo y el modernismo”.

Cuando en Argentina se le hizo entrega a Ernesto Sábato de una medalla de oro como reconocimiento a su obra literaria, Félix Grande leyó una hermosa alegoría sobre la palabra. Tomó una frase de Miguel de Unamuno: “los buenos escritores son aquellos que ponen las palabras de pie”, para expresar su admiración por el autor de El Túnel. Dijo que los grandes autores “son aquellos que son capaces de hacer caminar a las palabras de rodillas”. Con esto quiso decir que las palabras son criaturas que tienen fuerza propia, que caminan por la vida conquistando almas, que vuelan por el aire llenando de luz el mundo. En el caso de Germán Ocampo Correa puede decirse que en Trasegar la vida en un poema su palabra es iluminada. Mirémoslo en este ejemplo: “He llegado a tu vida sin pedirle permiso a la tristeza”.

La cita anterior corresponde al poema “El intruso”. En estos versos el lenguaje tiene fuerza de ola. El poeta grande que es Germán Ocampo Correa habla, sin nombrarla, de una mujer a quien le gustan sus besos, y para quien él tiene la respuesta a sus sueños. Cuando le dice: “Solo quiero alegrar un poco la fiesta de tus ojos con la ventisca polar de los míos” le está expresando a esa mujer innombrada que suyo es ese relámpago de luz que tiene en la mirada. Azorín decía que la palabra está siempre en el aire, que “revolotea como una mariposa”, que es labor del buen lector atraparla en su contenido estético. En este libro que al leerlo con intención critica se descubre un manejo afortunado de la palabra, está la esencia creadora de un hombre que no forza el idioma para expresar lo que quiere.

En Memorias de Juan El Ermitaño César Montoya Ocampo sentenció: “No dicen la verdad quienes presumen de ser fáciles escritores. Se escribe pariendo, soportando los dolores de la matriz intelectual. Los que aman esa disciplina cuentan cómo gravita penosamente la maternidad creativa. Cuántas veces frente a una hoja de papel en blanco, nada se puede hacer”. Sabia interpretación de un hombre que vivió en olor de literatura. Con esta cita quiero decir que no debió haber sido fácil para Ocampo Correa darle consistencia a este libro donde fluye un lenguaje que alcanza una sinfonía perfecta. Aquí el autor desnuda su corazón frente al lector, entrega en bellos versos su visión del amor, canta a los paisajes de su pueblo en un lenguaje prístino y exalta a la mujer como excelencia de la creación.

Si en Pacho Trukos hay un narrador que tiene la fuerza para hacer trascendente al personaje, en Trasegar la vida en un poema está la voz de un poeta que tiene una exquisita sensibilidad y, sobre todo, que sabe construir versos donde la palabra aparece limpia, concreta, precisa, que musicaliza las frases y le da hondura a lo que quiere expresar. Este libro condensa hábilmente la capacidad narradora del escritor con la fuerza expresiva del poeta. Dividido en tres partes: Bocetos del alma, Endechas urbanas y Castillo interior, conforma en su escritura una obra donde se advierten tres momentos en la creación literaria del autor; la del romántico que abrevó en fuentes clásicas, la del hombre que se asoma a la poesía para cantar su mundo y la del creador de belleza que en versos exalta la existencia.