29 de marzo de 2024

Crónica de una muerte anunciada

28 de junio de 2022
28 de junio de 2022

Se dijo, se advirtió, se predijo, pero, nada. A pesar de los avisos, pululan en el país empresarios de espectáculos que, con tal de ganar unos pesos, no les importa la vida de los demás.

La tragedia de El Espinal demuestra que aún las oficinas de planeación del país violan las elementales normas de construcción.

Unos palcos amarrados con alambres y cabuyas, demuestran que la improvisación es parte del día.

Cuatro muertos y más de 250 heridos. Resultado del ensayo permanente del espectáculo.

Ya se deberían de conocer las renuncias del alcalde, el personero, los concejales, el jefe de la oficina de planeación y los responsables ante la Fiscalía.

Las dramáticas imágenes que volaron por las redes sociales muestran cómo las estructuras hechas sin norma alguna caen al piso, pero lo más inimaginable era observar cómo muchos, con celular en mano, grabaron escenas en las cuales el toro embistió a los descontrolados espectadores.

Y lo humano: se ríen ante el acontecimiento.

El espectáculo en los pueblos campea por el desorden. Aún hay empresarios que se vuelcan con las utilidades y no pagan a los artistas ni a quienes han trabajado para levantar los escenarios.

Aún hay empresarios que desean burlarse de los derechos de autor y no pagan Sayco y Acinpro.

Pero lo más grave: subsisten pícaros que cobran Derechos sobre canciones a las cuales no tienen permisos y entregan documentos con los cuales suplantan a Sayco, ante la mirada cómplice de algunos mandatarios regionales.

La historia cuenta que el 20 de enero de 1980, más de 500 personas murieron y unas mil quedaron heridas.

Hecho que ocurrió hace más de 40 años y aún no se aprende.

Pero lo sorprendente es que la historia se repite una y otra vez. ¡Qué mala memoria tienen los colombianos!

Estas fiestas de San Pedro en El Espinal serán recordadas por la tragedia anunciada, por el espectáculo que dieron a nivel internacional organizando con miles de artimañas un evento que costaría la vida de 4 personas y la tristeza de centenares de familias con heridos por doquier.

Ojalá se aprenda, se organice una Ley para proteger a los ciudadanos, a los artistas, a las personas de sonido y no se continúen robando los derechos de los autores y compositores de Colombia.