18 de abril de 2024

Adiós a Orlando Cadavid

28 de junio de 2022
Por Jorge Emilio Sierra Montoya
Por Jorge Emilio Sierra Montoya
28 de junio de 2022

Orlando Cadavid Correa, fallecido ayer en Medellín, fue un gran amigo y excelente periodista, tanto que muchos cargaladrillos (reporteros) le decíamos Maestro, pues en verdad lo era. Un gran maestro del periodismo, sin duda.

En mi caso particular, sí que lo fue. De hecho, yo me convertí (permítanme decirlo ante el dolor de su adiós definitivo) en uno de sus tantos alumnos o discípulos, poco después de llegar a Bogotá en 1982 -¡hace cuarenta años!- para dedicarme al periodismo político mientras cursaba estudios de politología en la Universidad Javeriana.

Le había conocido poco antes, en el diario La República, donde yo recién fungía, tras varios años de trabajar en La Patria de Manizales, como redactor principal de la sección política, bajo la dirección de Rodrigo Ospina Hernández -¡otro gran maestro!-.

En aquel entonces, me visitó en compañía de Jorge Yarce, con quien él compartía la dirección de la agencia de noticias Colprensa, para darme la bienvenida a la capital, ofrecerme sus servicios y desearme, claro, el mayor de los éxitos en mi aún incipiente vida periodística. Quedamos de amigos, mejor dicho.

Pero, esa amistad fue sellada cuando, sabiendo que me había quedado sin puesto, me llamó por teléfono para proponerme dos cargos en Colprensa, con opción de escoger: la dirección de la unidad investigativa, cuya competencia estaba encabezada nada menos que por Daniel Samper Pizano en El Tiempo, o seguir como redactor político, al lado de Óscar Domínguez, veterano de mil batallas. Acepté la segunda. Mi compromiso con la Ciencia Política se imponía a toda costa (y a bajo costo, por cierto).

Ahí precisamente empezaron sus clases. Corregía mis noticias, género al que no estaba acostumbrado por haberme movido sobre todo en el campo editorial, de opinión, junto al director del prestigioso diario manizaleño; una y otra vez me dictaba cátedra sobre los temas del momento o la manera de enfocarlos con buen criterio periodístico, y celebraba con entusiasmo mis logros, como cuando hice públicas las denuncias de Rodrigo Lara Bonilla contra Alberto Santofimio Botero por estar financiando su campaña política con dinero del narcotráfico.

En aquella ocasión fue mi cómplice, junto a Yarce. Porque si bien yo ponía el pellejo con tales denuncias, a ellos se debía que pudiera seguir en la lucha, dando luz verde a mis escritos, sin importarles el grave riesgo que corrían.

Salí de Colprensa, pero la ya vieja amistad nunca se rompió. Ni en mis cargos posteriores en Bogotá (como asesor de César Gaviria Trujillo en la presidencia de la Cámara de Representantes o como jefe de redacción en La República), ni cuando regresé a Manizales para consagrarme a la vida académica, universitaria, a cuyas actividades él hacía eco desde la dirección regional de noticias en Caracol, ni mucho menos en EJE 21, su diario digital con Evelio Giraldo, donde fui fiel colaborador durante dos largas décadas.

En mi libro autobiográfico Una vida en olor de imprenta, publicado por Amazon en 2020, le rindo un sentido homenaje que se abre con su pequeña semblanza: “Orlando Cadavid era uno de los mejores periodistas del país, con premios a granel que hablaban por sí solos de sus méritos profesionales; oriundo de Bello (Antioquia), conquistó la fama en Manizales, de la mano de Eucario Bermúdez en Transmisora Caldas, pero fue en Bogotá donde alcanzó proyección nacional desde la dirección de Radiosucesos RCN, una de las cadenas radiales más poderosas del país”.

“En Colprensa, por primera vez en mi vida me sentí un auténtico periodista, ahora como redactor de noticias (actividad que Orlando me enseñó a pulir con la paciencia del maestro), sintiéndome honrado de ser cargaladrillos, el oficio periodístico en sentido estricto”.

¡Adiós, apreciado amigo y gran maestro! ¡A Dios!

(*) Escritor y periodista. Ex director del diario “La República”