28 de marzo de 2024

¡Aplausos, Juan Gossaín!

Columnista de opinión en varios periódicos impresos y digitales, con cerca de 2.000 artículos publicados a partir de 1971. Sobre todo, se ocupa de asuntos sociales y culturales.
15 de abril de 2022
Por Gustavo Páez Escobar
Por Gustavo Páez Escobar
Columnista de opinión en varios periódicos impresos y digitales, con cerca de 2.000 artículos publicados a partir de 1971. Sobre todo, se ocupa de asuntos sociales y culturales.
15 de abril de 2022

La vida de Juan Gossaín en San Bernardo del Viento transcurría entre la lectura, la escritura y los tableros de dominó. En el campo laboral, era empleado en un molino de arroz (iba a decir “en un molino de viento”, siguiendo los pasos de don Quijote). El único diario que circulaba en el pueblo, con solemne parsimonia, era El Espectador, a cuya lectura se fue aficionando con alegre empatía. Algún día envió, sin mayor pretensión, y probando suerte, un escrito al diario bogotano. Y siguieron ocho o diez artículos más.

Cuál no sería su sorpresa cuando días después le llegó la invitación de don Guillermo Cano, director de El Espectador, para que viajara a Bogotá para hablar con él sobre el campo del periodismo. Los Cano eran especialistas en descubrir nuevas vocaciones. Así se inició el nexo de Juan Gossaín con El Espectador. En poco tiempo, sus crónicas alzaron vuelo y conquistaron infinidad de lectores en el país.

Su paso por Bogotá se prolongó hasta comienzo de los años 70 del siglo pasado. Luego se trasladó a Barranquilla como jefe de redacción de El Heraldo durante ocho años. Entre 1984 y 2010 desempeñó, con lujo de competencia, el cargo de director nacional de noticias de RCN. Luego, en la edad del retiro y el descanso –una utopía en su caso–, se residenció en Cartagena, donde no ha dejado de ser periodista: hoy son famosas sus crónicas de profundidad investigativa en El Tiempo, en las que aborda grandes temas de la vida nacional y escudriña, con su peculiar gracia y amenidad, diversas facetas de la cultura, las costumbres y la idiosincrasia colombianas.

Y le ha quedado tiempo para escribir libros de narrativa y otros géneros, sin descuidar su compromiso como miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, a la que ha aportado sustantivos estudios. Entre los honores recibidos están el premio Simón Bolívar y el del Círculo de Periodistas de Bogotá a la vida y obra de un periodista, fuera de doctorados universitarios y diversas distinciones. En suma, una trayectoria ejemplar, infatigable y constructiva, que enseña lo que valen la constancia, el estudio, el ingenio, el esfuerzo y la creatividad.

¿Qué está pasando con los call centers?, pregunta en reciente artículo de El Tiempo. Hace allí un crítico análisis sobre este invento perverso de la época moderna que ha invadido la paz de las familias, ha aumentado el desempleo y se convirtió en sistema desesperante. A toda hora, incluso en las del almuerzo y las nocturnas, suena la voz de algún empleado de ese sistema que ofrece increíbles planes bancarios, fantásticos avances de la telefonía celular, cambios del mobiliario doméstico, préstamos sin fiador, etcétera, etcétera.

“Hablan tan rápido –dice el artículo–, y con un tono tan autoritario, que no se les entiende ni jota. No respetan la intimidad de la gente ni la privacidad del teléfono”. Gracias, amigo Gossaín, por poner el dedo en la llaga en este método torturante de nuestros días.

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