28 de marzo de 2024

Píldoras Litz. Sobre Venezuela.

11 de marzo de 2022
Por Henry Marín Villegas
Por Henry Marín Villegas
11 de marzo de 2022

Protestar o aplaudir.

Un hecho importante se registró la semana pasada con la visita de funcionarios de Estados Unidos a Venezuela.

Lo que se conoció fue el interés de los primeros en adquirir petróleo de los segundos. Se estima que la cifra podría llegar a un millón de barriles por día.

Sin hacer cuentas alegres, con un precio normal de US$80 por barril, la economía venezolana podría tener ingresos anuales de veinticuatro mil millones de dólares, fuera del arreglo de la situación de sus bienes embargados y poder acceder al suministro de repuestos y elementos para el mantenimiento de diferentes equipos que están parados.

Nuestra generación actual que aprendió primero a protestar que a aplaudir, que frunció el ceño antes que sonreír, que nada celebra, cuya ideología es la de no estar de acuerdo con nada, solicitó a nuestro gobierno rechazar las gestiones del gobierno americano ante el venezolano, que es como ladrarle a la luna, sin recapacitar en la importancia del hecho mirado desde otro punto de vista.

Nada más provechoso para Colombia que el resurgimiento económico de Venezuela. Con dinero, ese estado podrá ponerse al día en su desarrollo económico, generará trabajo para sus ciudadanos residentes o acudir a los de la diáspora venezolana asentados en nuestro país, que dicho sea de paso, ya aprendieron a trabajar.

Una Venezuela “desenjaulada” es un buen negocio para nosotros.

Y nuestros dirigentes, con el ejemplo del presidente Biden, deberán aprender que ya no existen principios sino intereses y que estamos en el reino del dinero, por encima de todo. Entonces, ¿por qué desgastarse con posiciones doctrinarias si eso pasó de moda?

El nuevo gobierno de Colombia, cualquiera que sea, tendrá la oportunidad de reconvertir a su socio natural de negocios, en lo que alguna vez llegó a ser, con nuevos acuerdos bien logrados que den seguridad a ambas naciones de un progreso sostenido y confiable. Acuerdos que deberán contar con avales de terceros, de parte y parte, para garantizar los intereses privados, que en el pasado no fueron honrados y que dejaron maltrechas a numerosas empresas que no pudieron recaudar lo que les debían.

Con reglas claras y con fiadores, se podría generar confianza en medio de heridas todavía sin sanar.
Y se convencerán los dirigentes de que el armamentismo cuando no hay contra quien pelear, no genera sino costos y pobreza.

La muchachada podrá aprender a generar prosperidad, a construir y no a destruir, y alcanzará algo no soñado por ellos: a sentir felicidad. Un pueblo feliz trabaja, no destruye.

El dilema es : “protestar a ciegas por todo o elogiar con mesura lo plausible”.