15 de enero de 2025

Contaminación visual electoral

27 de febrero de 2022
Por Sebastián Galvis Arcila
Por Sebastián Galvis Arcila
27 de febrero de 2022

Por. Sebastián Galvis Arcila 

Entre todos los tipos de contaminación quizá sea la visual la que menos se previene; mientras caminamos por las calles de la ciudad nos percatamos de esos afiches, panfletos y pendones que afectan o perturban la forma en que se perciben los lugares mientras destruyen la estética de los espacios urbanos. En nuestra ciudad emergente, los factores intencionados que alteran la forma de ver se convierten en estrategia obligada e impuesta, por cuanto ninguno de los ciudadanos ha elegido interactuar con dichos estímulos, y menos, cuando rompen la armonía del territorio.

Aunque esta problemática ha sido poco revisada en la literatura científica, nos acompaña desde antes, digamos los postes y cables de luz que limitan la visual de la montaña, la publicidad y los anuncios rimbombantes en ciertos tramos de la carretera, las construcciones estancadas o abortadas que dan la impresión de abandono, basura en las calles y alto volumen de propaganda política electoral, son algunos de los ejemplos comunes para nuestro caso.

Sean vallas o volantes que inundan los espacios sin cuidado, es necesario reflexionar en que se trata de contaminantes por cuanto tienen la posibilidad de afectar la salud de las personas; si no fuera así, dejaría de destinarse parte importante de los presupuestos para colgar este tipo de productos. Pero no, no va a suceder porque el efecto de los estímulos visuales en el comportamiento es probado, y la saturación de una misma imagen genera impactos perceptivos importantes.

De alguna manera la gama de colores vivos y oscuros, las texturas, las formas y la profundidad son aspectos de la imagen que impactan en el observador principalmente cuando no está preparado para recibir sus mensajes. El escuchar decir a las personas “estoy cansado de tanta política” es solo uno de los enunciados que confirma el impacto negativo de este tipo de contaminación, puesto que genera cansancio óptico, dolores de cabeza, estrés, distracción e incluso accidentalidad vial.

Es apenas normal reconocer el cansancio que produce mirar a tantos estímulos y de tan variada hechura sin la posibilidad de evitarlos porque están ahí, en la ruta para ir al trabajo, al colegio o a la casa; están ahí interfiriendo con el horizonte y generando tensión psicológica, porque son muchos mensajes y están por todos lados. En su uso indiscriminado, estos se convierten en agentes que contaminan porque rompen con el esquema perceptivo acostumbrado, algunos por escandalosos, otros por ser poco estéticos y otros por la saturación y repetición con que se presentan.

Es contaminación visual todo aquello que rompe el equilibrio del paisaje en tanto afecta la costumbre cotidiana de los ciudadanos, sus interacciones y su forma de comunicarse. A menudo un peatón choca con otra persona mientras mira la foto de un candidato al senado y un motociclista puede tener un accidente al tratar de identificar una curiosidad que asoma en la parte baja de una valla publicitaria; por lo tanto, afecta la seguridad vial, que lo diga también el ciclista y el conductor. La ciudad deja de ser agradable cuando el tedio de la producción propagandística no deja que deseemos mirarla.

Faltaría hablar de problemas ecológicos que traen consigo esta contaminación, pero por ahora no hace falta decir aquello que es evidente, pues los insumos que se utilizan en la producción de estos artículos requieren de un alto precio ambiental relacionado con la deforestación y el uso de sustancias químicas antiecológicas. Como parte de una propuesta reguladora de esta práctica preelectoral, sería bueno pensar dentro de una planeación territorial de Manizales, en una planeación visual de la ciudad en diálogo con nuestra cultura y sin perjuicio ni desorden.

Psicólogo. Magister en Educación