17 de enero de 2025

¡Se aproxima la hora de la verdad!

Abogado, analista y columnista de opinión en El Espectador, Revista Semana y Eje 21.
3 de febrero de 2022
Por Uriel Ortíz Soto
Por Uriel Ortíz Soto
Abogado, analista y columnista de opinión en El Espectador, Revista Semana y Eje 21.
3 de febrero de 2022

Comunidad y Desarrollo

La quema más grande de candidatos al Congreso de la República, se verá a partir de las cuatro de la tarde del día de las elecciones, cuando la Registraduría Nacional del Estado Civil, empiece a emitir los primeros boletines.

Los derrotados a partir de ese momento, muchos de ellos, empezarán a empacar sus maletas, para huir de las culebras, que los asedian, para el pago de las deudas adquiridas durante la campaña.

Arriendo de locales, pago de secretarias, propaganda política, tiendas de abarrotes de dónde sacaron mercados para sus electores, pregoneros, transportadores e impulsores en general; serán su dolor de cabeza, mientras les cancela sus deudas.

El candidato derrotado a partir del momento de oficializarse su derrota, mientras tenga deudas pendientes, no pasarán de ser el hazmerreír, de sus acreedores, que lo miran con rabia y con desconfianza, puesto que de un momento a otro, alza vuelo y los deja tirados en el asfalto.

Es que una curul en el Congreso de la República, es más rentable que la parroquia del milagroso en Buga – Valle.

Como estamos a poco menos de mes y medio, para elegir nuevo Congreso de la República; los cientos de aspirantes que tienen comprometida la fortuna de toda su vida, o que renunciaron a altas posiciones para lograrlo, están pasando  noches de insomnio y en los cortos sueños, deliran, -pronuncian discursos-, como honorables “Padres de la Patria”, sin dejar dormir a su querida cónyuge, que está también nerviosa de ver el abismo que la espera, por la futura derrota de su esposo en las urnas.

Si Usted, señor candidato, no está apadrinado por una de las mafias electorales, – que pululan en nuestra democracia-, el camino para lograrla, es costoso, tenebroso y culebrero; si lo hace independientemente, le aparecerán cantidad de obstáculos y marrullas, puestas por ellas mismas.

Ser Congresista, es el cargos más apetecido, por los jugosos salarios y prestaciones sociales; devengan ($32.000.000.oo) treinta y dos millones de pesos mensuales básicos, fuera de la cantidad de prebendas que reciben del Estado.

Esto hablando del congresista honrado, si es deshonesto y de malas mañas, puede enriquecerse de la noche a la mañana y como todo fue en nombre de la democracia, las investigaciones se quedan arrumadas, y las comisiones de acusación de ambas corporaciones, no pasan de ser una burla a la justicia y a la democracia misma.

Pero, lo más grave, es que en su mayoría, pecan por ausentismo, e ineficiencia en el cumplimiento de sus deberes legislativos, no saben  estructurar un proyecto de Ley y cuando lo hacen, acuden al plagio o presentan proyectos inocuos y totalmente desfasados.

La democracia es hermosa, pero, lamentablemente, dentro de ella, están las mafias electorales, que a través de contratos, burocracia, materiales de construcción, mercados, dinero en efectivo y otras prebendas, doblegan y sobornan la conciencia electoral de los ciudadanos.

Téngale Usted miedo señor candidato, a los mercaderes electorales, que por estas épocas pululan por todas partes, ofreciendo lo divino y lo humano, que a cambio de determinada suma de dinero, se comprometen a poner cierta cantidad de votos, cuando en  realidad de verdad, hasta su voto personal lo tienen más que comprometido.

Será el día de los escombros, de las quemas electorales; de quienes aspiraron llegar al Congreso de la República y finalmente, como dicen en mi pueblo, no quedaron ni en lista para el mercado.

Se arrepentirán hasta más no poder, el haber sido tan ilusos, de invertir millonarias fortunas, para pescar una curul, que les fue esquiva desde todo punto de vista, no obstante los ruegos y súplicas, de sus esposas, allegados y amigos.

Es que para aspirar al congreso de la República, se necesita tener pedigrí político, por no decir vinculado a las mafias electorales, que manejan los votos en las diferentes regiones de Colombia.

 

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