22 de enero de 2025

Política con pimienta. Sin muchos contertulios, La «comidilla» de la Suiza resultó entretenida

11 de enero de 2022
No creímos que fuéramos a encontrar éste lunes festivo 10 de enero a ninguno de nuestros habituales contertulios de La Suiza del Cable, el acostumbrado tertuliadero donde nos reunimos entre cinco y ocho amigos de todos los pelambres, sin distingos de edad, política, raza o religión, con la venia del de arriba, que es el que maneja el coronavirus en todas sus versiones, para rajar de los personajes que suponen que hacen historia o de las circunstancias que, sin interrupción, edifican la historia del descaecido país llamado Colombia. Sin embargo, nos topamos con tres, que fueron suficientes para agitar las chinas que azuzaron la conversación, que resultó tan larga y chisporroteante, que la tenemos que contar en dos entregas. Por las fiestas de navidad, año nuevo y ferias, se había desintegrado el quorum, que en esta ocasión estuvo integrado por quien levanta el acta y tres tertulianos más. Los temas no faltaron, pero sobresalió inicialmente el de la relación entre los toros y la política, que alimentó el más madurito de todos, ya cercano a los ochenta abriles, quien fue taurino de hueso colorado, pero que ahora, por la artritis que le impide bajar y subir las escalas de los tendidos de la plaza y el miedo a una neumonía ocasionada por los aguaceros o por el COVID galopante, se limita a oír la monopólica transmisión de RCN, con Loperita, César Rincón y Julián Parra.
Es una bobada de orden mayor ideologizar la fiesta taurina
El antedicho octogenario, por más señas uribista confeso, arrancó el tema diciendo que un amigo asistente a la temporada taurina, había pillado, a pesar de los gorros, las capas, los tapabocas que enmascaran la identidad de la gente, a numerosos amigos petristas y del partido verde, animalistas profesos, en barreras y contrabarreras, agotando las botijas y los aplausos. Que si bien el alcalde y su séquito brillaron por su ausencia, lo mismo que el gobernador, uno que otro secretario se salió de las filas y fue a dar al coso del oligarca sector de La Castellana. Lo que, en principio, le permitía sostener que es una bobada de orden mayor ideologizar la fiesta taurina y atribuirle su supervivencia a la derecha y las prohibiciones y campañas en contra a los verdes o a la izquierda. Visible, sí para qué, mucha gente del Centro Democrático, de los conservadores, que son como apéndices del partido de Uribe, liberales a granel, amigos de Lizcano hijo, y hasta de Fecode, riquitos del Club Manizales en sus barreras y proletarios y clase media en los tendidos altos y balcones de sol y de sombra en aquelarre democrático, el único en el que las mayorías imponen de verdad su mandato. Son ellas las que dicen a quién premian con orejas o música o sancionan a los flojos y tramposos, con silbatinas y desplantes. Usía, o la presidencia, tiene que acatar lo que decidan, so pena de rechiflas y denuestos, que algunas veces terminan en asonadas, que no ha sido el caso de Manizales, gracias a Dios y a la Virgen de la Pobreza, que también ha estado de lado de los antitaurinos: por la pobreza y por los aguaceros solo hubo un solo lleno en la plaza, el del festival en honor de la Virgen de la Macarena, que esa noche le ordenó a San Pedro que cerrara los grifos y permitiera la asistencia de unas once mil vírgenes manizaleñas, en lenguaje figurado, a derretirse con las andanzas de El Justo, de El Juli, del apuesto Roca Rey y del niño torero español, Marcos Pérez.
Los taurinos y antitaurinos, no deben ser barras bravas, como las del fútbol

Y continuó nuestro amigo: lo de falta de público, es preocupante. Creo que en Cali hubo solo medias entradas y ahora en Manizales, para ver torear a Roca Rey o a El Juli, fueron apenas unos nueve mil espectadores en sus tardes. Con el dólar a cuatro mil pesos, no hay plaza que pueda presupuestar festejos. No quiero ser aguafiestas, pero no le veo futuro al arte de Cúchares, comentó el sabihondo aficionado ¿Y será que los muchachos del tendido joven mantienen su asistencia en temporadas futuras? Son 1500 electores, digo, aficionados, muchos de ellos que votaron por el  alcalde y maletilla mayor Carlos Mario Marín Correa, quien se duele con las banderillas que le clavan sus conciudadanos cada vez que aparece en público y con la puya con que se ensaña el picador Kike Pava, y que con su aplaudida presencia, la del tendido joven, les da esperanzas de supervivencia, a quienes creen que sin toros no hay feria exitosa y que acabada la temporada se acaban las fiestas, dijo el que tomaba limonada de jengibre. Esos jóvenes son ciudadanos opinantes y no creo que antepongan su taurinidad, a lo que está en boga como politicamente correcto: ser animalista, defensor del medio ambiente, enemigo de que presupuestos oficiales como el de la Licorera, se pongan a patrocinar empresas de espectáculos privadas, o al menos a lanzarles tablas de salvación. En la tierra del ganadero hermano de Álvaro Uribe, Santiago, Antioquia, no se les olvide, cerraron su placita y prohibieron de una a la los fabricantes de licores oficiales, el patrocinio de corridas, novilladas, transmisiones o patrocinio taurino, cualesquiera que sea. Aquí les dejo estas inquietudes. Y que no olviden los muchachos taurinos y antitaurinos que la discusión no puede ser ideológica, sino que debe responder a situaciones de orden pragmático, de reglamentación o regulación estatal a través del Congreso, y no a punta de coscorrones, salivazos, ataques físicos, ni mechoniadas, como una vergonzosa que hubo en Manizales, contra un antitaurino, en pleno espectáculo, que fue bochornosa y salvaje. Los taurinos y antitaurinos, no deben ser barras bravas, como las del fútbol.

No perdamos la embestida
Pero no perdamos la embestida, dijo, y retomó la palabra el del Centro Democrático. Yo a lo que iba, es que el nuevo Congreso debe afrontar sin más dilaciones, lo referente a los espectáculos taurinos y otros que tienen que ver con la presencia de animales. Hay una especie de limbo, que impide que los alcaldes, concejos o asambleas, sean quienes decidan si dan permisos para su programación. Por vía jurisprudencial, hay indicaciones. Pero al país no puede sometérsele a que cada año se revivan estas discusiones, que a fanáticos de los distintos bandos llevan a enfrentamientos verbales y hasta físicos que a nada conducen. Si en aras de la libertad y el anti prohibicionismo se dispone que haya corridas de toros, novilladas, pues que las haya, Si no, pues que las acaben de un tajo y a otra cosa, mariposa. Sin cortadas de venas ni tiradas al Puente de Olivares. Multitudes de gentes disfrutan de las programaciones populares, desfiles, reinados, deportes, conciertos. Diez mil personas van a la plaza de toros. Todos debiéramos caber bajo la misma carpa. Y lo que haya que enmendar, se enmienda. Son cuestión de política todas las reglamentaciones. Pero no de ideologías, porque éstas terminan en fundamentalismos, dijo muy serio, el pontífice de turno. La cosa se puso buena, de manera que pendientes de la próxima entrega. Procederé a tomarme el capuchino con milhoja, y a seguir atento a lo que dicen mis controvertibles contertulios.